
Viendo el campeonato sudamericano de fútbol Sub21, se me ocurre un comentario referido al desempeño de Brasil.
Si algo ha caracterizado históricamente al fútbol de ese país, es la calidad de sus jugadores. Quiero decir: en casi todos los equipos brasileños -y en particular, en sus selecciones- vas a encontrar por lo menos un par de tipos que lucen uno o más de esos atributos que motivan la admiración general: gambeta en velocidad, toque preciso, pegada exquisita, elegancia de desplazamientos. Los no-brasileños los venimos contemplando desde siempre como modernos Salieris, con una mezcla de admiración y envidia.
Como tantos otros, el fenómeno tiene ciclos de auge y depresión. Después de la era dorada 58-62-66 que culminó con aquella formidable máquina de 1970 (con Pelé, Rivellino, Tostao, Clodoaldo, Gerson, etc.: unos bebés...) vino el mediocre equipito del '74 (que pese a todo clasificó 4to.). Tras el rutilante scratch del 82 (¡Sócrates, Zico, Falcao, Junior: mamita!) eliminado por los tanos de Paolo Rossi, sobrevino otro período oscuro que me animo a extender hasta el '94, pese a que salieron campeones en Estados Unidos. Recordar aquella lánguida final empatada 0 a 0 con Italia, aún después del alargue, y definida por penales. Y en Alemania 2006 Ronaldinho, Ronaldo & Co. dejaron una imagen insulsa que se pareció mucho a un síndrome de decadencia.
La regla de excelencia se aplica también a los cuadros juveniles, donde casi siempre llaman la atención varios muchachines que hacen maravillas con la pelota (y que después terminan amargándonos en el nivel de adultos). Bueno, a eso iba: en el equipo que está jugando este sudamericano no parece haber ninguna figura de calidad superior. Se hizo mucho bombo con un delantero llamado Alexandre Pato, pero hasta ahora no mostró demasiado; y los demás tampoco terminan de convencer. Prueba de ello es que no merecieron siquiera los empates con Argentina y Chile, ya que en ambos partidos fueron superados con claridad (y los chilenos les igualaron pese a tener un hombre menos).
¿Habrá que creer que en los próximos años sobrevendrá una fase declinante del ciclo, y en consecuencia, no sufriremos tanto contra los verdeamarelhos? Mmmm...
(Nota: ilustro el post con una foto de Paulo Roberto Falcao, un jugadorazo que admiré muchísimo)