jueves, diciembre 31, 2009

Brindis


Que mi familia y mis amigos disfruten de buena salud y puedan llevar adelante sus proyectos, por pequeños o grandiosos que sean. Que yo siga recibiendo el cariño, el afecto, el apoyo, la ayuda, todo eso que ellos me brindan, y que es el combustible que necesito para vivir, lo que me motiva y me sostiene cada día.

Que mi país comience a torcer el rumbo hacia la decadencia que hoy parece condenado a seguir. Que empiecen a reaparecer valores olvidados: solidaridad y respeto por el prójimo, cultura del trabajo, persistencia en el esfuerzo. Que las instituciones recuperen una calidad que debería constituir la base de nuestro desempeño social. Que la política haga méritos para dejar de ser considerada una actividad vil. Que la justicia vuelva a ser el respaldo de última instancia de los ciudadanos honestos. Que gane terreno la paz social.

Que el mundo sea un poco menos hostil, bastante menos frívolo, muchísimo menos violento. Que los fanatismos y la intolerancia retrocedan a expensas del diálogo y el tendido de puentes de entendimiento.

Y ya que estoy: que mi San Lorenzo de Almagro gane un campeonato, y que la selección argentina de fútbol haga un digno papel en el Mundial de Sudáfrica. ¡Ah!: y que los lectores de P & M lo sigan visitando y haciendo comentarios.

¿Será mucho pedir?

¡Salud!

miércoles, diciembre 30, 2009

Ushuaia y el matrimonio gay


Tierra del Fuego ha ocupado las primeras planas de los medios nacionales de comunicación, a raíz del matrimonio civil entre dos personas homosexuales, que se llevó a cabo en un registro de Ushuaia tras una autorización decretada por la gobernadora Fabiana Ríos.

A nadie puede escapar que se trata de un tema muy polémico, con numerosas aristas de diferentes índoles, entre ellas las jurídicas y las filosóficas. Lo bastante complejo, además, como para que sea abordado con liviandad y, mucho menos, pretender agotarlo desde el comentario de un blog. Hecha esta salvedad, me quiero referir aquí a algunas opiniones que se han publicado en estos días.

Una de ellas es la del obispo de la diócesis católica que abarca a la provincia, monseñor Juan Carlos Romanin, quien en su crítica ha incluido algunos argumentos llamativos. Dijo el eclesiástico que hay que pensar en las generaciones venideras, señalando que "los niños crecerán pensando que esta conducta homosexual es natural".

Según el diccionario, "natural" tiene varias acepciones. Entre las que parecen apropiadas para este episodio, están:

  • Regular y que comúnmente sucede, y, por eso, fácilmente creíble. En este caso, no cabría duda acerca de que se trata de algo natural, puesto que la unión entre homosexuales es algo que suele suceder, nos guste o no.
  • Que se produce por solas las fuerzas de la naturaleza, como contrapuesto a sobrenatural y milagroso. Que se sepa, nada haría sospechar aquí de la intervención de fuerzas sobrenaturales.
  • Genio, índole, temperamento, complexión o inclinación propia de cada uno. Pareciera que Alex Freyre y José María Di Bello responden, al actuar de tal modo, a inclinaciones propias de cada uno de ellos, a sus respectivos temperamentos e índoles.
De modo que difícilmente uno podría aceptar el argumento de "antinatural" lanzado contra la conducta homosexual de los protagonistas. Por el contrario, no se comprende qué tendría de escandaloso que se la considere como algo natural.

Sin embargo, más adelante el obispo advierte que apoyar los matrimonios gay "resulta un acto inmoral grave". Aunque tomó la precaución de avisar que su mensaje era para los católicos, los que no profesan esa religión también pueden sentirse involucrados, del mismo modo que si Monseñor hubiera dicho: "Recuerdo a los católicos que el fumar es pernicioso para la salud".

Entonces, mirando el tema desde ese enfoque, cabe preguntarse bajo qué prisma puede considerarse inmoral que esas dos personas pretendan vivir juntas y acceder además a ciertos derechos. Estarán aquellos a los que el asunto les desagrade, habrá otros que lo apoyen y existirán también los indiferentes. Algunos, por supuesto, lo considerarán discutible en el campo del derecho civil o en el religioso. Pero restringiendo el análisis al aspecto, digamos, ético, habría que admitir que se trata de dos individuos adultos que han elegido libremente vivir juntos. Algo bien distinto, por citar otro caso, a relaciones como las que involucraron a Edgardo Storni cuando era arzobispo de Santa Fé con un seminarista menor de edad, y que determinaron su condena por parte de la Justicia.

Otros comentarios se refieren al supuesto atentado a la institución familiar que estas uniones representarían, como si consagrarlas impidiera o desalentara a los heterosexuales a casarse entre sí o a procrear, algo que suena cuando menos disparatado. En el mismo sentido, se advierte sobre el daño que sufrirían los chicos eventualmente adoptados por parejas homosexuales, una cuestión que sin duda abre otro debate muy intenso; pero, en principio, uno no puede dejar de pensar en las numerosas situaciones en las que padres heterosexuales han maltratado física y psicológicamente (abusos sexuales incluidos) a sus hijos.
Josef Fritzl, "el monstruo de Amstetten", que violó durante nada menos que 24 años a su hija Elizabeth, con la que engendró siete niños, es un heterosexual que tuvo otros siete hijos con su pareja, una mujer llamada Rosemarie. Sin embargo, ante semejante barbaridad a nadie se le ocurrió condenar los matrimonios entre personas de distinto sexo.

Por último, otro aspecto, aunque no de fondo, es el que se relaciona con la rapidísima concreción -como si se hubiera adoptado una vía sumaria- del matrimonio en un registro civil de Ushuaia. Sabido es que este organismo, como tantos otros de la administración local, no es un dechado de virtudes en materia de velocidad para el diligenciamiento de los trámites que allí deben efectuarse, por lo que el singular ímpetu administrativo dispensado a Freyre y Di Bello contrasta de modo grosero con la morosa normalidad a que deben atenerse los ciudadanos comunes. Como lo señala hoy un editorial de El Diario del Fin del Mundo, se trata de un privilegio que la gobernadora ha dispensado a estas personas, demostrando que cuando quieren, los políticos logran movilizar el aparato estatal que en otras circunstancias ellos mismo denuestan por burocrático y pesado.

El asunto no ha terminado aquí, de modo que se puede pronosticar un debate intenso y apasionado.

(La imagen pertenece a La Nación)

lunes, diciembre 28, 2009

La polémica por la coparticipación a los municipios


Respecto de la situación del estado fueguino, decíamos tiempo atrás: "... lo que resulta evidente es el agotamiento de una visión "estadocéntrica" que considera que el sector público existe sólo para tener empleados muy bien pagos y con condiciones de trabajo privilegiadas respecto de quienes laboran en el ámbito privado. La expresión económica de ese modelo es a todas luces infinanciable. Cualquier decisión correctiva que se tome tendrá consecuencias dolorosas."

La semana pasada, la gobernadora Ríos impulsó una modificación al Presupuesto 2010, por la que se elevaría el valor de las partidas de erogaciones para salud y seguridad en un monto equivalente al 10% de la coparticipación de recursos calculada para los municipios, cuya simultánea reducción mantendría la cuantía prevista de gastos totales. La noticia, como era de esperar, puso inmediatamente en pie de guerra a los intendentes.

Además de la notable capacidad del gobierno para aumentar el número de sus oponentes políticos, hay varias cuestiones que esta situación pone en evidencia.

Por un lado, el grado de desconocimiento e improvisación con que el elenco gobernante llegó a la función hace ya dos años, algo de lo que P & M ya se ha ocupado más de una vez. El tema de la distribución de los recursos fiscales tenía que ser, por razones obvias, uno de los puntos centrales de cualquier programa de gobierno, y no haberlo planteado desde el comienzo ratifica que no había siquiera un esbozo de plan.

Por el otro, la mezcla de voluntarismo y demagogia que llevó al gobierno a eliminar tiempo atrás (con el consecuente batir sobre el parche del tambor progresista) el arancelamiento de los hospitales públicos, acentuando el desfinanciamiento que hoy pretende cubrir en alguna proporción con la medida comentada.

Vale la pena hacer un poco de historia. Cuando a partir de 1983 el país volvió a la normalidad institucional, las elecciones en Tierra del Fuego -que mantenía su status de "territorio nacional"- determinaban sólo la composición de la Legislatura, por una parte, y de los poderes ejecutivo y legislativo en el nivel municipal. La designación del gobernador seguiría siendo facultad del Presidente de la Nación hasta 1991, cuando la jurisdicción se convirtió en la más joven provincia argentina y el cargo fue sometido por primera vez a la voluntad popular.

Así fue que cuando llegó el momento de tratar en la Legislatura la propuesta de distribución de los principales recursos fiscales (regalías por combustibles, coparticipación de impuestos nacionales y tributos locales) entre las administraciones del territorio nacional y de los dos municipios, el resultado fue una ley que reflejó la relación de fuerzas existente entonces entre las diferentes fracciones políticas. En efecto, el justicialismo detentaba no sólo la mayoría en la Legislatura, sino también las intendencias de Ushuaia y Río Grande, por lo cual el régimen sancionado resultó relativamente beneficioso para el nivel comunal, en desmedro del fisco territorial cuya administración estaba a cargo de un gobernador radical (designado por el presidente Alfonsín).

De modo que en principio hay que recordar que el asunto tiene una antigüedad de casi un cuarto de siglo y que corresponde a una "fotografía" que ya presenta un marcado tono sepia. También es cierto que su resolución no será sencilla, como lo ejemplifica la larga controversia que por el mismo tema mantienen la Nación y las provincias. La complejidad del cuadro patentiza la necesidad de un profundo debate, que abarque a la totalidad de las relaciones del Estado con la comunidad y sus instituciones, el cual no parece avizorarse entre la humareda de la pirotecnia verbal que en estos días intercambian los protagonistas de una y otra parte. Pero que, tarde o temprano, tendrá que producirse.

domingo, diciembre 27, 2009

Salgán-De Lío para despedir el año

Horacio Salgán y Ubaldo de Lío constituyeron su dúo tanguero en 1957. Salgán, un pianista de sólida formación académica que ya era un destacado compositor y arreglador, y que dirigía su propia orquesta desde 1944, había incursionado además por diferentes géneros, desde el clásico hasta el jazz y el folklore. Aunque nunca se lo propuso, está considerado un gran renovador del tango, del cual es hoy un mito viviente.

De Lío, que también había pasado por el jazz con su guitarra, trabajaba desde hacía dos años en un grupo que hacía música afrocubana, el cual realizaba algunas presentaciones en el local "Jamaica", un lugar mítico por donde también pasó Astor Piazzolla con su quinteto.

Allí se conocieron con Salgán, que tocaba en dúo con el bandoneonista Ciriaco Ortiz. Casi como un juego, el pianista y el guitarrista se juntaban cuando el local ya había cerrado, iniciando una relación que perduraría por medio siglo. Ese fue, además, el germen del Quinteto Real, cuya formación inicial incluía al bandoneonista Pedro Laurenz, el violinista Enrique M. Francini y el contrabajista Rafael Ferro.

Salgán, que ya cuenta con 93 años, se ha retirado, aunque el dúo continúa vigente, con el joven De Lío (nacido en 1929) y César Salgán, hijo del fundador.

Hay un CD del dúo grabado en vivo en el hotel Sheraton de Buenos Aires, titulado "Tango for export". Contiene temas como "A fuego lento", la gran composición de Salgán, piezas de la guardia vieja, como "Hotel Victoria" y "Palomita blanca", y "Taquito militar" de Mores. Im-per-di-ble.

P & M despide musicalmente el año con un video de Salgán-De Lío interpretando "La cumparsita", el tango más difundido de todos los tiempos.


martes, diciembre 22, 2009

Hay que volver a pensar al Estado fueguino


Casi a diario, el Estado fueguino muestra los síntomas de su gravísima crisis. La agotadora sucesión de conflictos con los distintos sindicatos de empleados gubernamentales es el emergente más notorio de esa situación, aunque no el único. Los ciudadanos nos estamos acostumbrando a que cualquier servicio a cargo del sector público provincial demore mucho más que lo razonable, sea deficiente o, directamente, no se preste.

Los padres que envían a sus hijos a las escuelas estatales soportan la pérdida de días de clase que los paros docentes han generado. Por supuesto, aunque los huelguistas declaran que los paros se hacen en defensa de la escuela pública, lo que logran es dañarla: hace tiempo que viene aumentando la matrícula en las escuelas privadas. A estas últimas concurren, claro, los chicos de hogares que pueden pagar, mientras que los establecimientos estatales van quedando reservados a quienes no tienen más remedio que aceptar su creciente pauperización.

Algo similar ocurre en el campo de la salud, donde el deterioro de los hospitales -también, acosados por los conflictos salariales- se suma a la crisis financiera de la obra social de los empleados públicos, lo que determina retrasos en los pagos a proveedores y prestadores. Esto último se vincula con el sistema de jubilación de los estatales, administrado por el mismo instituto, que también tiene dificultades para pagar sus haberes a los beneficiarios.

Los proveedores y contratistas que todavía asumen el riesgo de interactuar con la administración, penan por los pasillos de las distintas oficinas entre las que circulan los expedientes, en muchos casos sin saber si alguna vez llegarán a la ansiada instancia de la "liquidación y pago". Hace demasiado tiempo que han entregado los suministros o ejecutado las obras y, en consecuencia, han afrontado los gastos (en salarios, materiales e insumos) derivados de los contratos, por lo que tendrán que asumir como quebrantos los intereses y demás costos provocados por las demoras de la contraparte en pagar lo previsto.

Los trabajadores estatales protestan porque perciben sus haberes en forma escalonada y exigen incrementos casi sin solución de continuidad. De productividad, ni hablemos. Un censo realizado en 2008 por encargo del Gobierno en el ámbito del Poder Ejecutivo y sus organismos descentralizados (excluyendo la Legislatura y la Justicia) determinó que el 56% de los empleados de la plantilla tiene de 3 a 5 años de antigüedad, lo que implica dos cosas: la primera es que los miembros de ese segmento ingresaron con el tristemente célebre "megapase" de Colazo-Cóccaro y la segunda, consecuencia de la anterior, es que no se les ha exigido requisito alguno de idoneidad o capacitación. Es más: el 65% de los censados respondió que posee la calificación necesaria para su trabajo, de lo que se deduce que no estarían demasiado dispuestos a tratar de mejorar. Y un dato adicional: sólo el 9% posee educación universitaria completa, lo cual ha de ponderarse teniendo en cuenta que el relevamiento abarcó al personal del sector salud.

Una posibilidad es que, de seguir esto así, en algún momento se produzca un colapso de consecuencias dolorosas y hoy difíciles de dimensionar. Pero hay una alternativa: que el deterioro general se vaya acentuando en forma lenta y paulatina, encaminando a una sociedad anestesiada en una pendiente descendente a cuyos costados irán quedando jirones de lo que alguna vez constituyó el entramado de servicios de educación, salud, seguridad, justicia, etc. a cargo del Estado.

Los presupuestos estatales acumulan déficits astronómicos año tras año, con una liviandad asombrosa por parte tanto de las autoridades del Ejecutivo como de los legisladores. Pareciera que el gigantesco y creciente endeudamiento derivado ("Si tienes un dólar de déficit, tu deuda está aumentando", G. Mankiw) es sólo una suerte de entelequia administrativa, una partida más en la planilla de las cuentas públicas, y no un problema grave cuya resolución deberá llegar tarde o temprano y no será gratuita.

Es indudable que los fueguinos deberemos volver a pensar al Estado para actuar en consecuencia, y que eso ocurrirá sólo cuando la comunidad asuma que por esta vía el destino es incierto. El tiempo que transcurra hasta que llegue ese momento determinará la cuantía del daño que sufrirá la sociedad en su conjunto.

lunes, diciembre 21, 2009

Atrapados en el hielo


Las narraciones sobre grandes (o pequeños) viajes me han interesado siempre, quizá porque viajar es una de las cosas que más disfruto. Por ese motivo elegí "Atrapados en el hielo", el libro de la periodista estadounidense Caroline Alexander que relata la grandiosa aventura de Sir Ernest Shackleton y su grupo, quizá el último de los grandes viajes exploratorios por la región de los hielos antárticos desarrollados entre fines del Siglo XIX y principios del siguiente.

Shackleton, nacido en Irlanda, había participado de dos incursiones por la zona: la primera en 1901-1902, bajo el mando de Robert F. Scott, y la segunda, dirigida por él mismo, entre 1907 y 1909. Por distintas circunstancias, ninguna de ellas alcanzó el objetivo de llegar al Polo Sur, hazaña que lograría el noruego Roald Amundsen en 1911.

Por esta razón, Shackleton cambió el propósito original del viaje que había organizado con el algo pomposo título de "Expedición Imperial Trans-Antártica", y que partió de Londres el 1º de agosto de 1914. Como la conquista del Polo Sur ya se había concretado, su objetivo pasó a ser el de atravesar por primera vez por tierra el continente antártico. La expedición estuvo compuesta por una tripulación principal, que comandada por Shackleton navegaría desde Buenos Aires hacia el mar de Weddel en el buque "Endurance" para desembarcar en la zona de la bahía Vahsel, al sur de la península Antártica, y así comenzar la travesía hacia el mar de Ross, pasando por el Polo. Al mismo tiempo, un grupo de apoyo a bordo del "Aurora", partiendo de la isla de Hobart, cerca de Australia, atravesaría el mar de Ross para establecer una serie de depósitos de suministros a ser utilizados por los miembros del equipo central a medida que fueran avanzando.



Mapa de la travesía (prevista y real) de Shackleton y sus hombres

Pero los planes se vieron alterados cuando el "Endurance" fue atrapado en el invierno de 1915 por la masa de hielo, antes de llegar a Vahsel, y empezó a derivar hacia el noreste. En octubre la presión del hielo le produjo daños que obligó a la tripulación de 28 hombres a abandonarlo, hasta que finalmente se hundió el 21 de noviembre. Allí comenzó la epopeya de aquellos aventureros, primero acampando varios meses en distintos emplazamientos sobre la placa helada, y luego encarando (a partir del 9 de abril de 1916) una esforzada navegación en tres pequeños botes salvavidas rescatados del "Endurance", hasta alcanzar la inhóspita isla Elefante, una de las Shetland. Comprendiendo que no podían permanecer mucho tiempo en un lugar que no era visitado siquiera por los balleneros que operaban en la zona, y ponderando además la paupérrima condición física de la mayoría de su personal, Shackleton optó por partir a buscar auxilio, embarcando junto a cinco compañeros en uno de los botes, rumbo a las islas Georgias del Sud, situadas a más de 1.300 kilómetros al noreste. Con el arribo a la isla San Pedro no terminó la saga, ya que los miembros de la avanzada aún debieron atravesarla a pie, hasta llegar al puerto ballenero de Grytviken.

El relato, cuyas fuentes principales fueron los diarios escritos por los expedicionarios, es sencillamente conmovedor, por más que el estilo de la autora -periodista de la revista National Geographic- prescinda del enfoque novelístico. Aún así, uno no puede menos que estremecerse ante el desfile de las penurias físicas y los sufrimientos anímicos de los protagonistas, que van en aumento en la medida en que transcurren los días y las esperanzas de salvación parecen agotarse.

El aspecto central de la obra, a mi modo de ver, es la capacidad de Shackleton para ejercer el liderazgo combinando sus dotes de planificador con una fina percepción de los perfiles psicológicos de sus subordinados. "El jefe", como lo llamaban éstos, mantuvo siempre una firme presencia de ánimo que trasmitió al resto, y también la necesaria ecuanimidad para tomar la decisiones más acertadas, incluso sin dejarse influir por la subjetividad de sus propias opiniones. Allí estuvo la clave para que la epopeya llegara al final -el 30 de agosto de 1916- sin que se perdiera una sola vida.

Esto último no puede menos que resultar sorprendente, si se tiene en cuenta el formidable rigor del clima, con temperaturas extremas muy por debajo de cero, más vendavales furiosísimos y repetidos que se alternaban con duras nevadas y granizadas. A ello se agregaba una ausencia absoluta de comunicación con el resto del mundo.

Dormir (o sólo intentarlo) en tiendas precarias sobre un piso helado o bajo la semipermeable lona de un bote mientras arreciaba la luvia, envueltos en bolsas empapadas; comer día tras días guisos de carne de foca o de pingüino, debilitándose por la falta de hidratos de carbono; escuchar los ruidos de los bloques de hielo al quebrarse en las cercanías, temiendo que la siguiente rotura aplastara al "Endurance" o hiciera desaparecer el campamento bajo los propios pies; soportar varios días de navegación en los pequeños esquifes sin agua potable, mientras el viento calaba los huesos y el salitre horadaba la piel. La lista de padecimientos es apabullante, y la manera en que esos hombres lograron sobreponerse, administrando los escasos recursos materiales y anímicos de que disponían, es admirable.

Un elemento importante que contribuye al atractivo de la obra, incluso en su formato "pocket" que es al que yo accedí, lo conforman las excelentes fotografías del australiano Frank Hurley, uno de los miembros de la tripulación.

Un libro interesante del principio al fin, y una historia que hace reflexionar.



Los perros contemplan el momento final del "Endurance"

(Las imágenes son de Wikipedia)

martes, diciembre 15, 2009

Síntomas de decadencia

De tales palos...


...tales astillas

(Las imágenes son de El opinador compulsivo)

lunes, diciembre 14, 2009

Quo vadis?


Como en uno de esos horribles partidos de fútbol en que los espectadores miran a cada rato el reloj para saber cuánto falta, los jugadores de la política argentina se prestan la pelota en una sucesión de pases mal dirigidos.

D'Elía quiere denostar a Macri pero sus devaluadas agresiones sólo logran oxigenar al atribulado tycoon. Lo mismo le pasa a Aníbal Fernández.

Macri pretende relanzar su gobierno y designa ministro a un librepensador que, veinticuatro horas antes de asumir, publica una nota tan impolítica que no hace más que echar nafta a la hoguera de la crispación.

Scioli intenta cobijarse bajo el ala cada vez menos protectora de Kirchner, sólo para conseguir que su propio hermano y secretario general de la gobernación abandone el gabinete.

Los alineamientos no terminan de acomodarse. ¿Dónde están los dos grandes espacios en los que un pensador que merece mi respeto como Fernando Iglesias, por ejemplo, espera que se desarrolle la oposición al nacionalismo-clientelismo-populismo reinante (escrita, esta última palabra, con premeditación y alevosía)? ¿Dónde habita esa derecha laica y progresista, ese liberalismo heredero de las tradiciones antimonárquicas inglesa y norteamericana y, como tal, defensor de las libertades individuales confrontando con el omnímodo poder estatal? ¿Dónde aparece esa izquierda democrática, esa socialdemocracia moderna, que no abjura de la racionalidad económica ni es enemiga de las empresas, al tiempo que levanta un programa de políticas sociales?

Es difícil avizorarlos. De un lado, los disidentes peronistas de hoy fueron propia tropa del oficialismo ayer nomás, y su divergencia tiene raíces en un apresurado pragmatismo (nadie apuesta a perdedor). Del otro, la suave crítica del pseudoprogresismo queda restringida al discurso, pero en la práctica sus miembros recaen una y otra vez en una transversalidad tardía que se parece al colaboracionismo.

En el medio, un magma indefinido, que no termina de solidificarse y se debate en la especulación sobre conveniencias y alianzas efímeras. Es la masa en la que los dirigentes del radicalismo, la coalición y otras formaciones menores se entrecruzan dardos y esparcen codazos en procura de alambrar territorios indefinidos.

Se trata, en suma, de un conjunto de tiempistas que calcula mal los tiempos. De ideólogos carentes de ideas. De pragmáticos que fallan en la gestión.

El tiempo, mientras tanto, pasa para no volver. La economía creció por cinco o seis años a tasas chinas, pero la sociedad siente, sabe que la situación ha empeorado. Incluso algunos indicadores oficiales llegan a admitir esto, aunque de modo oblicuo.

El tiempo pasa. No pretendo mirar a Brasil, que más allá del exito marketinero de Lula (como lo ha señalado Lucas Llach) y su posicionamiento internacional, mantiene varias asignaturas pendientes. En cambio, miro a Uruguay, que encara una ambiciosa estrategia de largo plazo a despecho de su supuesta condición de paisito. Un paisito con sus instituciones democráticas (órganos estatales, partidos políticos) funcionando a pleno, capaz de gigantescos avances en materia de educación y de sostener políticas de estado en materia económica, algo que nuestro matrimonio presidencial es incapaz de comprender.

Y miro también a Chile, con un pueblo que mientras se apresta a despedir a su presidenta socialdemócrata con una imagen positiva del 80%, no duda en ungir como ganador de las elecciones a un empresario liberal, para colmo millonario. Un pueblo para el que la cultura del trabajo representa un valor esencial.

¿Quo vadis, Argentina? El tiempo pasa.

domingo, diciembre 13, 2009

La estrella de Buenos Aires

Hoy, en su habitual incursión dominguera por el mundo del tango, P & M homenajea a una cancionista (como se las llamaba antes) que es una de las leyendas vivientes del género: Virginia Luque.

"La estrella de Buenos Aires", tal era el slogan con que se la presentaba en los años sesenta, formó parte del magnífico álbum "Café de los Maestros", publicado en 2005, una producción del multipremiado Gustavo Santaolalla con artistas argentinos y uruguayos mayores de 70 años.

El propio Santaolalla relató en una entrevista su vivencia sobre la grabación que Virginia hizo de "La canción de Buenos Aires", un tango de Manuel Romero y Azucena Maizani:

"Virginia vino durante la grabación de ‘La canción de Buenos Aires’, y puso una voz de referencia. Es un tema que está lleno de lo que en términos musicales se llama calderón, que significa que está todo en el aire, no tiene una rítmica fija, hay espacios totalmente abiertos. La orquesta para, entra la voz (canta: “Buenos Aires, cuando lejos te vi”), y en cada una de esas paradas, la orquesta la va siguiendo a ella para volver a entrar. Yo pensé: ‘Cuando venga a poner la voz definitiva, no la va a poder grabar nunca, ¿cómo sabe cuándo tiene que entrar?’. Al otro día viene a poner la voz definitiva, y yo le digo: ‘Mire, Virginia, no se preocupe que hoy en día con la tecnología que tenemos, el Pro Tools y todo eso, si se llega a equivocar, la voz se puede correr y mover’. Ella me miró con una cara como diciendo no me ofendas, y dijo: ‘Lo voy a hacer en una toma’. Y es la toma que hay en el disco. O sea, entró y la clavó. Cuando terminó de cantar, estaba llorando."

Esto ocurrió en 2004. Cuatro años y medio más tarde, el 11 de diciembre de 2008, ella interpretó esa pieza en una presentación teatral, cuyo video dejo aquí. La calidad técnica de la grabación es deficiente (aunque el archivo está en buenas condiciones), pero tiene un valor especial: Virginia, que en ese momento había cumplido ¡81 años! y venía de estar internada por problemas de salud, demuestra cómo su carismática personalidad y su calidad artística resisten impecablemente el paso del tiempo. Por eso, conmueve escucharla cantar ese tramo de la letra que dice: "Y le pido a mi destino el favor/de que al fin de mi vida/oiga el llorar del bandoneón/entonando tu nostálgica canción".


miércoles, diciembre 09, 2009

Periodismo con filtro


Fernando Pomar, su esposa y sus dos hijas pequeñas permanecieron "desaparecidos" durante 24 días. Se habían perdido en algún lugar del trayecto de 250 kilómetros entre las localidades bonaerenses de José Mármol, donde residían, y Pergamino, hacia donde partieron en su automóvil Fiat Duna el 14 de noviembre.
Casi un mes más tarde sus cadáveres aparecieron junto al auto volcado, cerca de un recodo de la ruta 31. Todo indica que se trató de un trágico accidente, ocurrido la noche de su desaparición. Los primeros datos hacen pensar que la investigación de la Policía de la provincia fue sencillamente desastrosa, patentizando la espantosa incapacidad profesional de la institución, pero no es a eso a lo que me quiero referir aquí.
Me interesa, en cambio, enfocar la mirada sobre el desempeño del periodismo en este triste episodio. A medida que iban pasando los días sin que la búsqueda arrojara resultados, la hipótesis del accidente fue cediendo espacio en los medios a otras versiones, a cual más tenebrosa. Se aludió a supuestas internas familiares, a problemas de pareja y a cuestiones financieras, esto a propósito de la condición de desocupado que afectaba a Pomar desde abril pasado. Hasta se llegó a dejar trascender un supuesto contacto del hombre con narcotraficantes.
El periodismo casi en pleno se apresuró a reproducir y ampliar esas suposiciones. Los diarios y los noticieros de radio y televisión no se preocuparon por chequearlas, quizá porque no había tiempo: tenían entre los dientes el bocado de una historia vendedora, y no pensaban soltarlo.
Así fue que se practicó sin miramientos el consabido deporte de culpabilizar a las víctimas, y no se titubeó al momento de arrojar un balde de excrementos sobre su honra.
Hoy, cuando la verdad contrasta de manera tan grosera con esas versiones, los mismos periodistas que ayer las desparramaban se esfuerzan por quitarse el sayo, cargando las tintas sobre el por lo menos indefendible desempeño policial. Ahora, recién ahora, nos repiten una y otra vez, casi sin poder contener su indignación, lo que antes omitieron: que esa información que nos daban no provenía de sus investigaciones sino que era filtrada por la propia policía, con el ánimo de encubrir su inacción. Por supuesto, llegan tarde. Lo dicho, dicho está.
Escribe en su blog la periodista Angela Paloma Martín: El periodismo de investigación es una actividad periodística cuya función principal es investigar a partir de un indicio. Nada tiene que ver con el periodismo de filtración. Las fronteras entre ambos tipos de periodismo están bien delimitadas. Agrega más adelante: Como punto de partida, las filtraciones son muy importantes en el periodismo de investigación. Sin embargo, sin contrastarlas éstas son meros rumores. Lo que hace prestigioso a un medio o a un periodista, no son las filtraciones sino información privilegiada, infromativa y contrastada. Y termina diciendo: La publicación de documentos filtrados no es periodismo. Aunque lleguen informes a la redacción, no se puede publicar así como así. La información siempre debe ser estudiada. El periodista no puede caer en el error de publicar aquello que una fuente oculta desea que se publique por intereses personales. Los televisivos comunicadores Jorge Klipphan, Mauro Szeta y Jorge Pizarro, por nombrar sólo a tres entre muchos, harían bien en tomar nota de esto.

Links recomendados:

-Una ácida visión del suceso, o quizá una explicación desde al absurdo, puede leerse en el blog Todos gronchos.

-El artículo completo de Ángela Paloma Martín está en el blog Donde no existe el silencio.

domingo, diciembre 06, 2009

Marrakech, la ciudad roja

Cuando llegamos con mi esposa a Marrakech, provenientes de Barcelona, nuestro estado de ánimo no era el mejor: el vuelo de la Royal Maroc había partido con varias horas de retraso, aterrizando a las 3 de la mañana. Sin embargo, en poco tiempo el humor nos cambió por completo, apenas comenzamos a recorrer la ciudad.
La curiosidad por una cultura que presumíamos muy diferente se vio satisfecha muy pronto, cuando deambulamos por las calles del casco viejo o “medina”, rodeada por una muralla construida en el Siglo X.

(Cliquear en las imágenes para verlas mejor)




Pero además, recorriendo el Guerliz –el barrio comercial del sector moderno, donde estaba nuestro hotel- nos sorprendió el encontrar una numerosa clase media dedicada al turismo, el comercio y los servicios (principales actividades de la ciudad), que se mueve con un parque automotor moderno y nutrido, cultiva una intensa vida social en los numerosos restaurantes y cafés, y va a consumir a los locales de firmas como Zara o McDonald’s. En esa zona, no obstante su pujanza, los edificios de departamentos nunca superan los cinco o seis pisos de altura y mantienen una identidad local muy marcada: no vimos ningún gigantesco cubo vidriado, de esos que se suelen levantar en nombre del modernismo. Las paredes, tanto allí como en la medina, presentan una coloración característica, que ha hecho que Marrakech sea llamada “la ciudad roja”.



El otro apelativo con que se la conoce es “la perla del sur”, por su ubicación en el sector meridional de Marruecos, a unos 200 kilómetros del desierto de Sahara. Fue la antigua capital berebere, por lo que integra el grupo de las “ciudades imperiales” junto con las otras tres capitales históricas del país: la actual, Rabat, Fez y Meknés.
En el sector moderno caminamos por las amplias veredas de la Avenida Mohammed V, la principal, y por anchos bulevares con canteros rebosantes de plantas y flores muy bien cuidados. El tránsito es intenso y el comportamiento de los conductores se asemeja al de los argentinos, aunque menos salvaje, quizá por la fuerte presencia policial que trata de imponer orden. Los taxis, varios de los cuales están bastante destartalados, son numerosos y el costo de un viaje es relativamente barato. Cuando uno de ellos pasa cerca de un fácilmente identificable turista, es muy común que el chofer toque bocina o le haga señas ofreciéndose a llevarlo.



La medina tiene dos sectores imperdibles. Uno es el soq o barrio del mercado, un laberinto de calles estrechas donde el paseante, esquivando motos, bicicletas y hasta carros tirados por burros, se pierde en medio de una multitud de locales y puestos (se calcula que son más de diez mil, pequeños, medianos y grandes) en los que se vende de todo: artesanías en cuero, platería, tapicería, lámparas, bijouterie, telas, ropa, y también hierbas medicinales, perfumes, especias. El primer día contratamos un guía que hablaba español, quien nos condujo por esa maraña de callejones para hacernos conocer la Medersa Ben-Youssef, una antigua escuela coránica, y el espléndido museo de arte, y luego nos arrimó a tres o cuatro negocios con los que obviamente debía tener arreglos previos. En un momento nos pidió que lo aguardáramos durante unos minutos, mientras iba a una mezquita (las hay por todos lados) a cumplir con uno de los cinco rezos diarios que prescribe su religión.



En los negocios del soq tuvimos oportunidad de practicar el imprescindible regateo de precios, una costumbre que parece estar impresa en los genes árabes. Una vez que uno ha elegido un artículo, el vendedor le preguntará cuánto pagaría por él; como uno no tiene la menor idea, el otro dirá un precio y allí empezará la negociación. El comprador argumentará con un lastimero “eso para nosotros es carísimo”, a lo que el comerciante responderá que en Marruecos también tienen crisis como en España. Al aclarar que uno no es español sino argentino, la respuesta vendrá con una sonrisa “¡Ah, argentinos, Messi!”. Con el clima así distendido, seguirá un ida y vuelta que irá aproximando las posiciones, la transacción se concretará y uno se alejará con la sospecha tan incómoda como inverificable de haber pagado más de lo que el comerciante en realidad pretendía…
El magnífico Palacio al-Bahia, construido a fines del siglo XIX por un Gran Visir también merece ser visitado. Como en la escuela coránica y el museo de arte, las techos y las paredes están decoradas con madera de cedro labrada, estuco de yeso y azulejos, y los pisos son de mármol de Carrara.



El otro gran atractivo del casco viejo es la plaza Jamaa-el-fna, cerca de la Koutoubya, la majestuosa mezquita principal de la ciudad cuyo alminar tiene 69 metros de altura. En la plaza se reúnen cientos (¿miles?) de buscavidas, desde encantadores de serpientes y adiestradores de monos hasta aguateros que tratan de atraer al paseante para cobrarle por una foto con ellos. Por todos lados hay puestos en los que se puede comprar frutas frescas y secas, hortalizas, jugos, kebab y pinchos con pequeñas albóndigas. Pero nosotros preferimos comer couscous o tajin (un guiso de carne de cordero o pollo con verduras, muy aromatizado) acompañado con una gaseosa (en ningún lugar vendían bebidas alcohólicas) y tomar luego un té a la menta, en alguno de los barcitos que están alrededor de la plaza, junto a turistas que parecen venir de todas partes del mundo. No hay feriados ni fines de semana ni horarios, allí la febril actividad no se detiene nunca.



Llama la atención ver a las mujeres vestidas de diversas formas. Están las que se cubren totalmente, dejando ver sólo los ojos (incluso usando guantes, con 30 grados de temperatura), pero son las menos. La mayoría luce sólo la cabeza cubierta y una túnica que puede llegar al piso o hasta la mitad de la pierna, en cuyo caso debajo llevan pantalones. Pero también están las que visten blusas o remeras y jeans, y no son pocas; por lo general, se trata de jóvenes, aunque vimos algunas “chicas” de nuestra edad que no se cubren tanto. Los hombres, en especial los jóvenes, visten al modo occidental, pero también se los puede ver ataviados con largas túnicas. Da la impresión de que coexisten sin problemas las costumbres tradicionales con las modernas, aunque lo corto de nuestra estadía no nos permitió percibir si eso representa un conflicto. Supimos que Mohammed VI, el actual y joven rey que ascendió al trono en 1999, ha venido impulsando una moderada modernización de las costumbres y la integración del país con el mundo, además de retomar el proyecto de conformar una monarquía constitucional, algo que en el largo reinado de su padre Hassan II -señalado como un déspota- había sido abandonado.
No hay inconvenientes para comunicarse, ya que casi “todo el mundo” habla o al menos maneja algunas palabras en español o francés, idioma este último que además de representar un rastro de la época colonial que terminó en 1956, es con el que se imparte la enseñanza universitaria. La gente es amable, la ciudad -pese a tener más de medio millón de habitantes- es tranquila y parece ser segura; como dije, se ve bastante policía en las calles.
Fue nuestra primera visita a África y a un país musulmán, y nos fuimos con ganas de volver.

viernes, diciembre 04, 2009

Una derrota del nacionalpopulismo


La derrota que el kirchnerismo experimentó anoche en la Cámara de Diputados es hija de la que había sufrido en las elecciones del 28 de junio. Por eso, el entramado de leyes que el gobierno se apresuró a instrumentar desde aquel momento, aprovechando agónicamente la composición del Congreso que le era favorable, se parece a los forcejeos disfrazados de negociaciones que precedieron a la sesión de ayer.

El nacionalismo populista de los K se resistió hasta último momento a perder un segmento de la concentración de poder en cuya construcción tanto empeño puso desde que el hoy copresidente asumió en 2003. Desnudó así su esencia antirrepublicana, ya que si la república es la contracara de la monarquía, ello deviene precisamente de la distribución del poder que la caracteriza. Los Kirchner han procurado, desde que empezaron a jugar en las "grandes ligas" de la política argentina, concentrar en sus manos -y en las de sus pocos y selectos amigos- la mayor cantidad de poder posible. Anoche, ese capital empezó a escurrirse entre sus dedos.

Pero esto solamente es el comienzo. Es tan seguro que no han ignorado las numerosas señales de decadencia política (como la quizá tardía pero llamativamente explícita alarma de la Unión Industrial Argentina por el creciente intervencionismo estatal) como que no se entregarán sin dar batalla, para usar la terminología militarista que tanto les gusta a sus partidarios.

La oposición haría bien en no dormirse en los laureles de esta victoria, y prepararse para lo que viene.

(La imagen es de Clarín)

jueves, diciembre 03, 2009

Paro por un premio



Hace poco, trabajadores de la aerolínea LAN hicieron un paro que afectó, por supuesto, el servicio a los pasajeros. Las quejas eran dos: que la empresa estaba ganando mucho dinero, y que el costo de los pasajes estaba fuera del alcance de los más humildes.

Días después, hubo otra interrupción de los vuelos, derivada de un conflicto entre dos facciones de un sindicato de pilotos.

Antes de estos episodios, el gravísimo conflicto (aún irresuelto) en la alimentaria Kraft comenzó porque la comisión gremial interna pretendía que las medidas preventivas por la "gripe A1N1" dirigidas a los trabajadores pertenecientes a los grupos de riesgo, se extendieran a todo el personal.

La propensión al disparate parece ser contagiosa. Ayer, empleados de una cadena de supermercados impidieron a los clientes el acceso a los locales de Ushuaia, protestando por "la remarcación de precios que afecta a todos los trabajadores de la provincia". A esta consigna le agregaban otra: "por un premio de dos mil pesos a cada uno, para pasar unas buenas fiestas".

Convengamos que se trata de una doctrina al menos original: un premio ya no sería una recompensa, galardón o remuneración que se da por algún mérito o servicio, como pretende la Real Academia Española, sino un renglón más del salario, quizá sujeto a aportes.

El asunto admite que imaginemos una vuelta más de tuerca: que la empresa acceda a otorgar el premio, financiándolo... con aumento de precios.

martes, diciembre 01, 2009

Cuidado con las valijas


La kirchnerización que desde hace tiempo se advierte en el discurso del oficialismo fueguino parece acentuarse. Empezó con algunas declaraciones de sus legisladores nacionales y siguió con apoyos concretos en el Congreso (confiscación de los ahorros privados en las AFJPs, estatización de la ruinosa y cuasiquebrada Aerolíneas Argentinas), no comentando asuntos más bien penosos (v.g., el caso Skanska y otros) y tendiendo un piadoso manto de olvido sobre la causa penal que Fabiana Ríos le había iniciado a Kirchner cuando era diputada.

La situación no era demasiado incómoda, puede presumirse, para un grupo que podía justificar esas actitudes con la retórica nac & pop que sus miembros cultivan con un entusiasmo semiadolescente. Por otra parte, y desde una posición pragmática, es preciso reconocer que tratándose de un país fiscalmente unitario como es la Argentina, quizá la administración fueguina se vió de alguna manera obligada a hacer tales guiños al gobierno central para obtener los recursos que le posibilitaran capear la turbulenta tormenta que se abate cada mes sobre el tesoro provincial. De hecho, hace poco nos enteramos de que Tierra del Fuego accedió a un programa de reestructuración financiera del gobierno nacional.

Ahora, la prensa fueguina informa que se va a abrir un proceso licitatorio para explotar un área petrolera (sin cumplir con la promesa de efectuar una consulta popular al respecto), del cual está interesada en participar la venezolana PDVSA. A tal efecto, un importante funcionario fueguino se va a entrevistar en Buenos Aires con autoridades de la empresa estatal caribeña.

Se trata, por decir lo menos, de un terreno fangoso, por lo que bien harían los políticos locales en ver con mucho cuidado por dónde pisan. No sea cosa que alguno de ellos deba cumplir en algún momento el deslucido papel de desmentidor oficial que a nivel nacional suele desempeñar, con suerte esquiva, el inefable Aníbal F.

O que, acaso tardíamente, deban recordar aquella letra de una canción del Nano Serrat incluida en su disco "En tránsito": cuídate mucho, Juanito, de las malas compañías...