domingo, febrero 27, 2011

25 de febrero, nacen dos grandes

"Las comparaciones son odiosas", dicen por ahí. A ver qué les parece las que se despliegan en el siguiente video (mis comentarios van a continuación):



Yo creo que si esto ha ocurrido apenas a cuatro meses del fallecimiento del ex presidente, el proceso de canonización política en curso determinará que hacia el mes de octubre, cuando se estén por cumplir tanto el primer aniversario como el desenlace del proceso electoral por la Presidencia, los videos demostrarán que NK comandó al Ejército de los Andes en su cruzada libertadora, enseñó a Perón los rudimentos de la doctrina justicialista, lideró a los Beatles y hasta hizo el segundo gol contra los ingleses en el Mundial 2006 (copyright: Zeta).

Felíz domingo.

viernes, febrero 25, 2011

La reina en el palacio de las corrientes de aire


Al concluir este, el último ejemplar de la trilogía Millenium, del sueco Stieg Larsson, y tras haber leído los dos primeros, me quedó la sensación de haber accedido a una monumental novela de casi 2.300 páginas que su autor, quizá por una cuestión práctica, dividió en tres tomos. Me apresuro a aclarar que los mismos pueden ser leídos en forma independiente, aunque es conveniente que se respete la cronología, y que con este supuesto chiste no pretendo invalidar la calidad de la obra en su conjunto, ya que me parece un mérito extraordinario que con sus proporciones colosales, esos  libros no hayan configurado unos mamotretos indigeribles sino todo lo contrario. Cada uno de ellos está tan bien estructurado que el lector no puede menos que sentirse atrapado desde el comienzo, para terminar devorando sus páginas en el menor plazo del que es capaz.


La trama está desarrollada en clave de denuncia social (los abusos contra las mujeres, los pliegues de los servicios de inteligencia estatales, las conspiraciones de ciertos grupos empresarios, las complicidades de estamentos judiciales y políticos). Curiosamente, aunque este enfoque del autor satisface el check-list de la agenda políticamente correcta, un argumento que se escucha con frecuencia para descalificar su obra es que se trata de un mero entretenimiento, lo cual estaría probado por el fenomenal éxito comercial que la saga ha tenido en todo el mundo. Otra crítica común se refiere al estilo despojado del autor.

El primer argumento, que implica un desprecio por la capacidad analítica del público lector, suele ser bastante común en muchos críticos progresistas, tal vez por un prejuicio "antimercantilista", y también se lo escucha proviniendo de unos severos señores que quizá nunca consiguieron vender de esa manera una obra propia. Además, claro, que el hecho de entretener representa en sí mismo un logro no menor. En cuanto al estilo, mi impresión es que Larsson no ha necesitado perorar en largas y floridas exposiciones filosóficas y/o políticas, quizá porque los personajes y los hechos argumentan per se. A mi me parece que eso es escribir bien, más allá de una evaluación técnica que dejaré para los expertos.

Los personajes principales, el periodista Mikael Blomqvist (evidente alter ego del autor) y la casi indescrifrable Lisbeth Salander llevan el peso de la narración, pero el resto del "elenco" interactúa con acierto. Hay algunas tramas paralelas que incrementan el interés, mientras que el hilo principal nunca se pierde de vista.

A un lector latinoamericano (y, en particular, al argentino) le llamará la atención el respeto por los preceptos legales y por la institucionalidad que caracteriza a la sociedad sueca en su conjunto, algo que está presente en distintos pasajes de las tres novelas. No significa esto que no haya criminales (además, y después de todo, se trata de novela negra), sino que las instituciones funcionan como está previsto.

Aunque es cuestión de gustos, al visitante de P & M me atrevo a sugerirle que, si es aficionado al género, encare decididamente la lectura de Millenium, que difícilmente vaya a arrepentirse.

miércoles, febrero 23, 2011

lunes, febrero 21, 2011

A cualquier argentino le pudo pasar...



Ciertos aspectos centrales de la fatal colisión de la semana anterior entre dos trenes en las cercanías de San Miguel, provincia de Buenos Aires, permiten calificarla de accidente prototípicamente argentino. Porque, como decía un personaje de Fontanarrosa, se trató de otro caso en que "el accidente no es un accidente, estaba previsto".

La investigación, según adelantó el juez, se encamina a determinar que la causa de la tragedia fue un "error humano", eufemismo utilizado para morigerar la descripción de lo que en realidad fue un comportamiento irresponsable y  criminal de los conductores de uno de los convoyes, que embistió al otro que estaba detenido en la misma vía. Las señales luminosas, contrariamente a lo declarado por los trabajadores, funcionaban bien, tanto la amarilla de advertencia como la roja situada unos metros más adelante. Asimismo, el freno de seguridad se encontraba anulado, lo cual configura a mi modo de ver un factor clave.

Se trata del llamado "freno del muerto", un mecanismo que obliga al maquinista a mantener oprimido un pedal para que el tren avance, y que está ideado para actuar como un reaseguro en caso de una repentina indisposición de aquél. Es un concepto similar, por ejemplo, al de los motores fuera de borda para lanchas y botes, cuyo suministro de combustible se corta si el conductor suelta el acelerador en caso de vuelco, impidiendo de esa manera que la hélice siga girando y constituya un peligro para el caído.

El dispositivo de emergencia fue anulado para que el maquinista se viera liberado de la molestia de mantenerlo activo. Por lo tanto, el individuo sabía que un accidente así podía ocurrir, pero ello no le impidió actuar de esa forma. Además, se supo que se trata de una práctica habitual.

Por eso vuelvo al concepto del primer párrafo: en una Argentina en la que la transgresión a las reglas se ha convertido en un comportamiento socialmente aceptado (cuando no elogiado), el supuesto accidente no fue tal. Cuatro muertos y decenas de heridos son la consecuencia de esta nueva muestra de la viveza criolla.

lunes, febrero 14, 2011

La caja, ese valor sacrosanto



El episodio de la semana pasada, que comenzó el miércoles con la prisión sorpresiva del máximo jefe gremial de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas, y culminó el viernes con su apurada excarcelación, dejó mucha tela para cortar para los analistas políticos. El procesamiento se verificó en el marco de la causa que el juez federal Néstor Oyarbide lleva adelante por el caso de la llamada "mafia de los medicamentos", donde varias obras sociales sindicales aparecen involucradas en episodios de manejo de fondos públicos y adulteración de medicamentos.

Pero más allá de las diversas aristas del caso, como la proximidad de Venegas al ex presidente Duhalde, las protestas del sindicato materializadas en diversos cortes de rutas y las llamativas medidas del juez Oyarbide (de quien lo menos que puede decirse es que decide siempre teniendo muy en cuenta el impacto que tendrá en la cumbre del poder administrador), creo que la conclusión más interesante se relaciona con la reacción de la dirigencia sindical.

Es conocido que los caciques gremiales -que conforman uno de los sectores más desprestigiados de la sociedad-  se encuentran divididos en sus preferencias políticas, asunto sobre cuya importancia no hay que explayarse demasiado si se recuerda que el fundador del peronismo caracterizaba al sector obrero como "la columna vertebral" de su movimiento. Por cierto que cuando Perón se refería a ello, pensaba menos en los trabajadores de a pie que en sus dirigentes, quienes con el correr de los años han logrado perpetuarse en sus cargos con una obstinación digna de mejor causa.

Es así que en la actual coyuntura, mientras los popes liderados por Hugo Moyano, secretario general de la CGT, se arriman al calor oficial e incluso fungen como prominentes directivos del Partido Justicialista, los que responden a Venegas y a Hugo Barrionuevo, de los gastronómicos, están con Duhalde y por ende con esa ameba política difícil de aprehender que es el "peronismo federal". En ese contexto, es habitual que encontremos a unos y otros descargando variopintas chicanas contra sus adversarios, con el aditamento de fervorosas alusiones al compromiso que ellos, y no sus contrarios, tienen con el bienestar y la dignidad de sus representados.

Sin embargo, ante el encarcelamiento de Venegas, la respuesta de su  enemigo Moyano fue rápida y contundente. Una declaración de la CGT alertó sobre un supuesto "ataque contra el movimiento obrero", y derramó lágrimas de saurio por la presunción de culpabilidad que los afectaría como grupo. La advertencia pareció dirigida al propio gobierno al cual Moyano está aliado, no sólo por el tono (no era necesario leer entre líneas para advertirlo) sino por el efecto que sus palabras causaron. El pintoresco Oyarbide adelantó para el viernes la indagatoria prevista para un día después, y dictó la libertad del detenido. El gobierno no pudo evitar que este hecho -teniendo en cuenta los antecedentes del juez, que como ejemplo en 2009 analizó y aprobó en tiempo record una declaración patrimonial de Néstor Kirchner y su esposa que había recibido serios cuestionamientos-  fuera visto como producto de una presión al magistrado. Para colmo, el mismo día la presidenta viajó a "su lugar en el mundo", donde permanecerá hasta este martes.

Teléfono para la dirigencia política, tanto del oficialismo como de la oposición: cualquier acción que siquiera roce la sacrosanta caja que las obras sociales representan para la dirigencia sindical, se encontrará con la monolítica unidad y poco delicada resistencia de los caciques gremiales. Por más que entre ellos se saquen chispas y se presuma que no tienen escrúpulos en ajustar cuentas (son varios los casos no aclarados de ataques contra dirigentes de segunda línea, que incluyen asesinatos), y pese a que algún "perejil" pueda caer en desgracia (como el bancario Zanola, preso desde hace un año) a la hora de la verdad, si la caja se ve amenazada no habrá contemplaciones.

Es una cuestión que deberá acometer el próximo gobierno, insisto, ya sea que el sillón de Rivadavia lo ocupe  alguien de la actual oposición o la propia Cristina si es reelecta. La decisión, cuando llegue ese momento, será enfrentar el problema o convivir con él.