lunes, febrero 14, 2011

La caja, ese valor sacrosanto



El episodio de la semana pasada, que comenzó el miércoles con la prisión sorpresiva del máximo jefe gremial de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas, y culminó el viernes con su apurada excarcelación, dejó mucha tela para cortar para los analistas políticos. El procesamiento se verificó en el marco de la causa que el juez federal Néstor Oyarbide lleva adelante por el caso de la llamada "mafia de los medicamentos", donde varias obras sociales sindicales aparecen involucradas en episodios de manejo de fondos públicos y adulteración de medicamentos.

Pero más allá de las diversas aristas del caso, como la proximidad de Venegas al ex presidente Duhalde, las protestas del sindicato materializadas en diversos cortes de rutas y las llamativas medidas del juez Oyarbide (de quien lo menos que puede decirse es que decide siempre teniendo muy en cuenta el impacto que tendrá en la cumbre del poder administrador), creo que la conclusión más interesante se relaciona con la reacción de la dirigencia sindical.

Es conocido que los caciques gremiales -que conforman uno de los sectores más desprestigiados de la sociedad-  se encuentran divididos en sus preferencias políticas, asunto sobre cuya importancia no hay que explayarse demasiado si se recuerda que el fundador del peronismo caracterizaba al sector obrero como "la columna vertebral" de su movimiento. Por cierto que cuando Perón se refería a ello, pensaba menos en los trabajadores de a pie que en sus dirigentes, quienes con el correr de los años han logrado perpetuarse en sus cargos con una obstinación digna de mejor causa.

Es así que en la actual coyuntura, mientras los popes liderados por Hugo Moyano, secretario general de la CGT, se arriman al calor oficial e incluso fungen como prominentes directivos del Partido Justicialista, los que responden a Venegas y a Hugo Barrionuevo, de los gastronómicos, están con Duhalde y por ende con esa ameba política difícil de aprehender que es el "peronismo federal". En ese contexto, es habitual que encontremos a unos y otros descargando variopintas chicanas contra sus adversarios, con el aditamento de fervorosas alusiones al compromiso que ellos, y no sus contrarios, tienen con el bienestar y la dignidad de sus representados.

Sin embargo, ante el encarcelamiento de Venegas, la respuesta de su  enemigo Moyano fue rápida y contundente. Una declaración de la CGT alertó sobre un supuesto "ataque contra el movimiento obrero", y derramó lágrimas de saurio por la presunción de culpabilidad que los afectaría como grupo. La advertencia pareció dirigida al propio gobierno al cual Moyano está aliado, no sólo por el tono (no era necesario leer entre líneas para advertirlo) sino por el efecto que sus palabras causaron. El pintoresco Oyarbide adelantó para el viernes la indagatoria prevista para un día después, y dictó la libertad del detenido. El gobierno no pudo evitar que este hecho -teniendo en cuenta los antecedentes del juez, que como ejemplo en 2009 analizó y aprobó en tiempo record una declaración patrimonial de Néstor Kirchner y su esposa que había recibido serios cuestionamientos-  fuera visto como producto de una presión al magistrado. Para colmo, el mismo día la presidenta viajó a "su lugar en el mundo", donde permanecerá hasta este martes.

Teléfono para la dirigencia política, tanto del oficialismo como de la oposición: cualquier acción que siquiera roce la sacrosanta caja que las obras sociales representan para la dirigencia sindical, se encontrará con la monolítica unidad y poco delicada resistencia de los caciques gremiales. Por más que entre ellos se saquen chispas y se presuma que no tienen escrúpulos en ajustar cuentas (son varios los casos no aclarados de ataques contra dirigentes de segunda línea, que incluyen asesinatos), y pese a que algún "perejil" pueda caer en desgracia (como el bancario Zanola, preso desde hace un año) a la hora de la verdad, si la caja se ve amenazada no habrá contemplaciones.

Es una cuestión que deberá acometer el próximo gobierno, insisto, ya sea que el sillón de Rivadavia lo ocupe  alguien de la actual oposición o la propia Cristina si es reelecta. La decisión, cuando llegue ese momento, será enfrentar el problema o convivir con él.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno tu comentario.

pero la presidenta viajó a tolosa?

x q nació allí.

saludos

miguel

Mastrocuervo dijo...

Miguel, gracias por el comentario. La errata ya fue corregida. Saludos, Mc.

ars dijo...

"Algún afichito habremos hecho". Oraldo Britos, ex senador, ex dirigente gremial. Años '80. Oportunidad: debate por la fallida Ley de Asociaciones Gremiales impulsada por la administración del Dr. Alfonsín en el Senado de la Nación, gracias al apoyo de los los "federales" partidos provinciales.
El mundo es redondo...