sábado, mayo 29, 2010

Carancho


El sexto largometraje del director Pablo Trapero combina con eficacia dos elementos esenciales de todo "thriller" que aspire a justificar esa denominación: la denuncia de un perverso sistema delictivo (en este caso, el que se ha montado en Buenos Aires y alrededores en torno a los accidentes de tránsito) y la historia de un amor trágico. El resultado es una obra impactante desde lo visual, lo que explica su notable éxito de taquilla.

Los protagonistas son Sosa (Ricardo Darín) un abogado especializado en reclamos civiles que, al haber perdido la matrícula (el guión no da precisiones respecto de los motivos), trabaja para una organización tenebrosa que estafa a las víctimas, sus familiares y las compañías de seguros, y  Luján (Martina Gusmán), una joven médica provinciana que se desempeña en un servicio de emergencias, entre varias "changas" con las que intenta desarrollar su incipiente carrera profesional en la gran ciudad. Sus vidas se cruzan cuando ella intenta salvar la de un accidentado, al que él procura captar como cliente.

El mecanismo mafioso constituido por unos policías y abogados tan corruptos como despiadados, con la necesaria complicidad de médicos, enfermeros y choferes de ambulancias, es exhibido en forma descarnada. Mientras los distintos "modus operandi" de la banda van siendo revelados con todos sus rasgos de crueldad y fría lógica, Luján y Sosa tratan de construir una relación que, de algún modo, les ofrezca la posibilidad de redimirse.

La película tiene dos características por las que no ha terminado de convencerme. Por un lado, un cierto regodeo con las escenas sangrientas que, si bien encuentran justificación en la temática de que se ocupa el argumento, podrían haber tenido un trato menos explícito. Quizá el realizador no se lo ha propuesto, pero esos desbordes me hicieron pensar en una apelación al morbo colectivo. El otro aspecto cuestionable, en parte producto del anterior, es la excesiva lentitud en el ritmo de la narración, lo que por momentos se torna incómodo para el espectador.

Las actuaciones son sólidas, denotando la calidad de la dirección en ese aspecto. A mi me parece que Darín está corriendo el riesgo de encasillarse en el personaje desangelado, que en el fondo es "bueno" pero no puede evitar deslizarse hacia el campo del "mal"; no obstante, su desempeño tiene la solvencia habitual, siendo igualmente buenos los trabajos de la protagonista femenina y el resto del elenco.

En conclusión, creo que Trapero no logra acercarse con este film a los muy altos niveles de calidad que alcanzó en sus dos primeros largometrajes:  "Mundo Grúa" y la recomendable "El bonaerense" (la tercera fue una "road-movie" fallida y olvidable, "Familia rodante", y a las dos restantes no las vi). Si bien ha mantenido aquí la mirada social y el realismo que se destacaban en aquellas obras, su pincel incurre en algunos trazos demasiado gruesos que no favorecen al producto final.

jueves, mayo 27, 2010

La vida por un LCD

(Nota preliminar:
El contenido de este post está dirigido
en forma especial a los lectores fueguinos.
Espero que no se me acuse por ello de disciminador)

Con empeño digno de mejores o, quizá, más importantes causas, desde el ámbito político local se viene bregando en estos días por una consigna de indudable corrección: cada fueguino debe tener su LCD barato.

Como ocurre con toda premisa enraizada en el sentimiento popular, el periodismo se ha hecho eco de ella levantando una bandera: que los beneficios del régimen promocional lleguen a todos.

Lo ha expresado con claridad la gobernadora: es necesario que las ventajas de la ley 19.640 no se limiten "sólo a los puestos de trabajo", sino "que permitan a todas las familias de la Provincia acceder a tecnología de punta".

Así es que están apareciendo ya las ofertas de los diversos comercios, aunque según parece, con algunas limitaciones dadas por cupos. Lo cual refleja un aspecto que no suele ser considerado: las fábricas sólo realizan el beneficio previsto en el sistema promocional cuando venden el producto fuera de la isla.

También hay otras cuestiones que a la luz de las afirmaciones de los funcionarios y los comentarios periodísticos, no estarían siendo ponderadas. Una de ellas, que muchos convenios colectivos de trabajo en el ámbito provincial contemplan  adicionales "por zona desfavorable" que, en ciertos casos, alcanzan valores sustanciosos. Otra, no menos significativa, es que la citada ley establece la exención del impuesto a las ganancias, por lo cual un importante segmento de los asalariados fueguinos no lo paga, cuando debería hacerlo si residiera en cualquier otro punto del país. Como se comprende con facilidad,  la interacción de ambos factores fortalece el poder de compra del salario en Tierra del Fuego.

En fin, es posible que el tema pierda relevancia cuando finalice el Mundial de fútbol. Aunque un querido pero pesimista amigo decía hoy en una mesa de café que tal vez el desinterés cunda ya al culminar la primera ronda. La boca se le haga a un lado...

lunes, mayo 24, 2010

Desencuentros en el Bicentenario


Es una representación bastante fidedigna del estado de nuestra sociedad. En vísperas de una fecha que debería convocarnos a los argentinos, si no a la unidad fraternal, al menos a unos gestos descontracturados, los máximos dirigentes políticos que supimos elegir protagonizan una comedia de enredos (digna de un film de Clase B, por supuesto) en torno a las celebraciones por el Bicentenario: aquél cursa una invitación que no es aceptada por aquélla, quien a su vez evita invitar a aquéllos... Como decía hace poco el veterano locutor tanguero Anselmo Marini en su programa de radio, "¡si la unión hace la fuerza, qué país débil somos!"

Estos desencuentros en la cima, insisto, son representativos de lo que sucede en el llano. Pienso en el conductor que lanza su vehículo sobre la humanidad del peatón que cruza la calle, y también en este último, que lo hace de manera desaprensiva por la mitad de cuadra; en el desamparado que duerme entre cartones en un recodo del acceso al subterráneo mientras miles de personas lo esquivan casi sin mirarlo; en el comerciante que no emite factura ni acepta tarjeta de débito para hacerme cómplice de su evasión impositiva; en el maestro que no le da clases a los chicos porque así les enseña a luchar; en el vendedor que demora en atenderme porque está contestando mensajitos en su celular; en el que se hace el distraído para adelantarse en la fila. Pequeños y grandes desencuentros cotidianos de los ciudadanos comunes que en cierto modo explican (¿justifican?) los que ocurren allá arriba. Postales del ser nacional.

Desencuentros que se manifiestan también en una manía acentuada en estas últimas semanas: la revisión histórica, siempre en clave express y maniquea. Para algunos, desde 1810 hasta hoy los "buenos" han venido luchando contra los "malos": antes lo hacía "la revolución contra el poder colonial", ahora "el gobierno reparador de la autoridad pública y la estatalidad  sic contra la inmediatez de los noventa y la debacle de 2001" (ver aquí). Para otros, hay que volver a la época del primer Centenario, de la que añoran el progreso asimilado al crecimiento económico pero olvidan la imperfección de los mecanismos democráticos de aquella época.

¿Reparación de la autoridad pública y la estatalidad? El ruinoso espectáculo de las instituciones básicas y de  la instrucción y la salud públicas contradice en forma estentórea la envanecida aseveración del funcionario de un gobierno que no accedió al poder ayer, sino hace siete años. En todo caso, es una tarea pendiente ¿Réplica del esquema vigente en 1910? Habría que empezar, entonces,  por la educación pública, recordando -es cierto- que uno de sus hitos fundacionales fue una ley del primer gobierno de Roca.

El análisis de nuestros fracasos y éxitos del pasado, si bien imprescindible, aparece como de menor importancia que la ciclópea tarea que el país aún tiene por delante. No es con invectivas historicistas ni -mucho menos- con sermones desde el atril que los argentinos empezaremos a saldar las deudas que tenemos con nosotros mismos. La recomposición institucional, la reparación de la conciencia republicana, la recuperación de la política como herramienta esencial de participación ciudadana en un marco de respeto, son sin duda opciones mucho más urgentes que las chicanas desparramdas en los reality shows televisivos por ciertos personajes oficialistas.

Si no acometemos más temprano que tarde esas obras, me temo que seguiremos así, por cien años más...

lunes, mayo 17, 2010

La cinta blanca (y el "efecto Gral. Villegas")


En "La cinta blanca", el director alemán Michael Haneke indaga acerca de ciertas características de la sociedad de su país a comienzos del Siglo XX,  que desembocarían en la funesta experiencia nazi. La acción transcurre en 1914 en una pequeña comunidad rural en la que, tras una apariencia pacífica, subsisten lacras de la peor calaña.

La narración, enmarcada en un ascetismo seco que se ve reforzado por la fotografía en blanco y negro, va descorriendo uno tras otro los velos que cubren dramas públicos y privados. Tanto en la relación feudal que vincula al barón propietario de las tierras con los campesinos, como en  la rigurosa pseudomoralina  del pastor o en las perversiones de las que son víctimas los personajes más débiles, subyace una trama de hipocresías asfixiante que el film descubre en forma implacable. Sin embargo, el "discurso" del director no es pretensioso, sino más bien testimonial. La película termina el día en que comienza la Primera Guerra Mundial, pero no muestra qué ocurrió con los protagonistas más adelante. No tiene un desenlace a la manera tradicional, prefiriendo dejar que el espectador saque sus propias conclusiones.

Las mías se orientaron en la dirección del trasfondo hipócrita de una comunidad que terminó pariendo a uno de los totalitarismos más monstruosos de la centuria pasado.

Pocos días después de verla, leí en los diarios las noticias acerca de un suceso acaecido en General Villegas, pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires: un video que circulaba entre teléfonos celulares de esa población, mostraba a una menor de 14 años sometida a abusos de índole sexual por tres varones adultos. Lo más patético aconteció después, cuando a raíz de la intervención judicial ante el flagrante delito cometido, hubo en Villegas manifestaciones... ¡en favor de los abusadores!  Para rematarla, el intendente dijo algo así como que "la chica era medio ligerita". Hoy, mirando por televisión una nota al respecto, con mi esposa no pudimos menos que asociar este acontecimiento con el argumento de "La cinta blanca". Quizá haya sido un exceso de nuestra parte. Quizá no.

miércoles, mayo 12, 2010

Importemos al Pepe


¿Quién dijo que todo está perdido? El que así lo cree, acaso no ha leído los conceptos del presidente uruguayo José Mujica en un reciente discurso ante los trabajadores de la petrolera estatal Ancap. Conceptos como estos:
  • "No son dueños de la empresa. Esta empresa no es propiedad de ustedes, esto es propiedad del pueblo uruguayo. Nunca pierdan de perspectiva el objetivo".
  • "No se puede seguir con un Estado paquidérmico, sin compromiso, inventando festividades para no laburar".
  • "Todos ustedes son suplantables, lo que no es suplantable es nuestro pueblo. Ustedes no están para servirse, ustedes están para servir. Y en ese servir realizarse como hombres, como mujeres".
Leí esto y me acordé de Martin Luther King, por aquello de "tuve un sueño". Es que, salvando las distancias, en mi sueño un gobernador o una gobernadora de Tierra del Fuego se plantaba ante un piquete de empleados portuarios, o frente a una delegación de ATE, o de cara a unos vociferantes miembros de la DPOSS, y les decía cosas parecidas.

Desperté de mi sueño y empecé a averiguar el costo de un pasaje a Montevideo...

Link: Artículo de "El País" de Montevideo con las declaraciones del presidente Mujica.

martes, mayo 11, 2010

Una Ushuaia como la de antes, bonus track


Aunque esperable, es decepcionante. La reacción de la dirigencia política fueguina ante la repercusión  del asesinato del taxista Antonio Toledo, ocurrido la semana pasada en Ushuaia, no fue capaz de superar la chatura, el habitual bajo vuelo de sus integrantes. Un denodado intercambio de acusaciones y chicanas entre intendentes, concejales, legisladores y funcionarios provinciales fue el ¿inevitable? telón de fondo de la tragedia.

Varios dirigentes, a quienes -como se suele decir-  no se les cae una idea ni por casualidad, son duchos en el arte de descalificar al adversario.

Hubo, no obstante, algunas propuestas. La de la policía (incrementar el número de agentes en la calle), comentada en el post precedente, no fue una novedad, aunque de concretarse,  ayudaría.  Los intendentes avanzan, según parece, en la idea de instrumentar un sistema de monitoreo mediante cámaras instaladas en puntos estratégicos de Ushuaia y Río Grande, una experiencia que ha arrojado resultados positivos en el partido bonaerense de Tigre.

Entre tanto, el debate sigue por carriles que no han sido agotados. La cuestión del control, según argumentábamos aquí, suele incomodar al autoproclamado progresismo que hoy encarna el oficialismo provincial, pero que tiene cultores también en otros referentes políticos.

Un tema latente es el de los asentamientos irregulares, una cuestión que en Ushuaia ha alcanzado niveles preocupantes. Porque cualquier iniciativa que tienda a encuadrar a quienes allí habitan en un marco de legalidad en su más amplio sentido, recibe el inmediato sambenito progre: eso es discriminación. O algo mucho peor: racismo.

Visto de cierto modo, suena hasta irónico. En Ushuaia, se trata de ocupaciones del espacio público (cuya defensa es una consigna básica de la corrección política) y, en particular, de zonas del bosque nativo (ídem anterior) en la perifieria de la ciudad, en las que se han establecido en condiciones de extrema precariedad, segmentos de inmigrantes recientes cuyo traslado hasta allí desde varios puntos del país -dados sus bajos ingresos y escasos recursos-  es muy posible que haya contado con el aliento, cuando no con el financiamiento, de sectores políticos que aspiraron (y aspiran) a convertir a esas personas en espadas, lanzas e infantería de la propia tropa política. Puras presunciones, claro.

En la mayoría de los casos, por lo tanto, no son más que víctimas del clientelismo en su versión más perversa. Sin embargo, entre ellos -hay que decirlo- emergen personajes que desarrollan una impronta delictiva de distintas maneras, ejerciendo unas formas de violencia que van creciendo alarmantemente.

En definitiva, se trata de síntomas de una patología social que los dirigentes harían bien en atender, superando las ataduras ideológicas y su hasta ahora irrefrenable propensión a la politiquería más frívola.

Imagen: "Agosto, 3 PM", acuarela de Eduardo Nicolai

jueves, mayo 06, 2010

Una Ushuaia como la de antes


El cartel, garabateado en caracteres de color verde, postulaba una utopía: "Por una Ushuaia como la de antes, segura y sin delincuentes". Escrito por un poblador anónimo, estaba dirigido a una clase política que -una vez más- evidenciaba no estar a la altura de las circunstancias.

Una utopía, es cierto, porque no es posible volver el tiempo atrás.  Pero, ¿acaso los políticos no suelen vanagloriarse de plantear utopías? Quienes hoy gobiernan a los fueguinos, como tantos antes que ellos, ¿no prometieron durante la campaña electoral, en cierto modo, realizar las utopías del pueblo? ¿Estaban preparados, siquiera para intentarlo?

La seguridad (en realidad, su falta) resulta un asunto por demás incómodo para el autoproclamado progresismo nacional en sus distintas variantes. La sombra de las dictaduras que sufrimos se transformó para ellos en una bandera: cualquier insinuación respecto de la necesidad de actuar en contra del crimen es tachada de "represiva".

En esa línea de pensamiento, los reclamos ante la inseguridad son descalificados por provenir de "sectores que quieren mantener sus privilegios" a costa de los más necesitados. El prejuicio es recurrente: exigen seguridad los ricos, para protegerse de sus enemigos,  los pobres.

En Ushuaia, la realidad acaba de dar otro rotundo mentís a este paradigma. La víctima del delito no ha sido un industrial poderoso, ni siquiera un comerciante próspero. Antonio Toledo era un modesto taxista, que ayer murió horas después de haber sido apuñalado por un asaltante mientras estaba trabajando.

Ushuaia jamás volverá a ser como la recuerda el redactor de aquél cartel. Pero detrás de la masiva protesta ciudadana de estas jornadas hay mucho más que recuerdos de un pasado ideal que no puede regresar. No se trata, de ninguna manera, del rechazo a un progreso con beneficios y costos.

Está por un lado la bronca por los asentamientos irregulares de personas en la zona alta de la ciudad, que el imaginario colectivo (probablemente con mucha razón)  identifica con la permisividad -cuando no, con el aliento liso y llano-  por parte de distintos estamentos de la política. Asentamientos en los que la precariedad y las carencias de todo tipo han venido conformando un caldo de cultivo para situaciones y conductas de alta conflictividad social.

Está también el hastío por la ineptitud de una dirigencia (incluyendo a políticos y gremialistas) que no se preocupa por responder a los requerimientos de la comunidad, mientras se enrieda una y otra vez en disputas interminables. Por eso es que las críticas no se limitaron a las principales figuras del gobierno provincial, sino que comprendieron a los sindicalistas. Una de las consignas de los manifestantes de estos días expresaba: "No somos compañeros, no somos de los gremios, somos vecinos".

Y, además, existe el descontento por un Estado que no logra superar una ineficacia estructural en áreas básicas como la seguridad, la educación y la salud. Con un agravante: mientras las gravísimas consecuencias de la  incompetencia estatal en materia educativa se difieren en el tiempo,  la insolvencia en materia de seguridad cobra vidas al contado.

De nuevo, aparece la paradoja. Un elenco gubernativo que desde el llano y hasta hoy (a casi dos años y medio de haber asumido) reivindicó con fervor militante el rol protagónico que a su juicio debe desempeñar el Estado en la vida de la sociedad, se encuentra con que no está en condiciones de poner en la calle el número suficiente de agentes y patrulleros. La sensación de  improvisación es inocultable.


Como si se tratara de un hallazgo, los funcionarios avisan ahora que los policías que se venían ocupando de tareas administrativas serán asignados a tareas de carácter preventivo. Habría que creer -aunque es muy dudoso-  que ese trabajo de escritorio lo harán de aquí en más algunos de los benficiarios del tristemente célebre "megapase" de la dupla Colazo-Cóccaro, esa cohorte de incansables bebedores de mate que tan bien la ha venido pasando en estos años.

Mientras, de un modo patético, un legislador oficialista pretendió echar la culpa al sector privado local por su rechazo a un incremento en las cargas impositivas, que supuestamente hubiera permitido financiar mejoras en aquellas áreas críticas. Nadie pareció tomar en serio una lectura de la realidad que pretendía justificar la concepción imperante entre los gobernantes (y una considerable parte de los agentes públicos): que el Estado fueguino existe ante todo para tener empleados bien pagos, por lo que la ejecución de las demás funciones está subordinada a ello. 


Imagen: "Linda mañana", acuarela del pintor fueguino Eduardo Nicolai.

domingo, mayo 02, 2010

El corazón al sur

Eladia Blázquez ocupa uno de los primerísimos puestos en mi ranking personal de autores tangueros, junto con Discépolo, Cadícamo y Homero Expósito. "Con las alas del alma", "Honrar la vida", "Sin piel", "A un semejante", son algunas de sus obras más bellas y conocidas, de las cuales también compuso la música. Además,  le puso versos a "Adiós Nonino" y escribió varias piezas folklóricas. Murió en 2005.

Susana Rinaldi es, por otra parte, una de mis cantantes preferidas, aunque confieso que no me "cae" simpática,  con esa actitud de estar mirando a los demás desde un pedestal. Pero, vamos, canta el tango maravillosamente.

En este domingo (lluvioso en Ushuaia), P & M deja a sus seguidores (!!??) un video de "La Tana" interpretando "El corazón al Sur" de Eladia, grabado durante una presentación en Finlandia en abril de 2009.