martes, diciembre 30, 2008

Ocasión para hacer un brindis


Es difícil sentirse compenetrado del espíritu solidario y pacifista que se supone debería imperar a esta altura del año, en especial si uno -por esa maldita costumbre de leer los diarios- comprueba las barbaridades de todo tipo que se cometen en el mundo y en nuestro país.

Pero, haciendo un esfuerzo de abstracción y superando el desaliento, se puede admitir que la época es propicia para intentar un balance, emitir buenos augurios y expresar algunos deseos.

En esa línea, me parece que la revisión del debe y el haber no resulta favorable para nosotros, los argentinos, que una vez más llegamos hasta aquí con muchos gestos crispados, de esos que complacen a nuestra copresidente. Estamos enojados con lo externo, en una reiteración de la conducta digna de un adolescente que nos caracteriza como sociedad. Somos tan importantes y nuestras potencialidades resultan tan maravillosas, que las privaciones de amplios segmentos de la comunidad, la dilapidación serial de oportunidades y los retrocesos colectivos sólo pueden ser explicados por la campaña (exitosísima, esto al menos deberíamos aceptarlo) que el resto del mundo se empeña en sostener contra la Argentina.

Es el mensaje que baja desde el poder, sin duda, pero también es la concepción que emana de la gente, como gustan denominar políticos y periodistas al conjunto de la población. Gente que insiste en comportarse como si las leyes y las normas en general fueran de cumplimiento optativo o hubieran sido establecidas sólo para los demás. Gente que, ante las consecuencias de las transgresiones, sólo atina buscar en forma desesperada a culpables externos, lejos de la más mínima introspección.

Tal vez sea por eso que el mundo "apareció de repente" a los ojos de los gobernantes, despertándolos quizá de manera tardía de su ensoñación.

Tampoco el balance de los fueguinos se presenta demasiado alentador. Seguimos esperando todo de papá-Estado, y así fue que en 2007 elegimos para gobernarnos a un elenco que profesaba un militante optimismo estatista, casi tan intenso como su sospecha incriminatoria ex-ante hacia toda iniciativa privada. Un año más tarde, el resultado de llevar esa concepción teórica al ejercicio concreto del gobierno ha sido un crecimiento... de las penurias financieras del fisco, sin que la realidad impulsara a Fabiana Ríos a intentar siquiera alguna medida correctiva. Lejos de ello, la masa salarial continuó aumentando del mismo modo que el endeudamiento público, y esto, se supone que hasta niveles extremos. Después de todo, que el gobierno incurra en esa conducta no debería resultar demasiado escandaloso para muchos miembros de esta comunidad, acostumbrados a vivir de prestado... La pregunta, claro, es hasta cuándo el fisco y la gente podrán seguir actuando de esa manera.

Las cosas pueden mejorar, tanto en el plano nacional como en el provincial, y bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Claro que para confiar, uno debería ver en las autoridades de ambos niveles una propensión a la autocrítica y al diálogo con los diversos sectores productivos, pero eso no es lo que se avizora. Para Cristina como para Fabiana, los que opinan distinto esconden aviesas intenciones, y los empresarios sólo cuentan a la hora de aportar recursos al fisco.

Releyendo lo escrito hasta aquí, debo admitir que se me acuse de pesimista. Sin recurrir al viejo ardid de declarar que soy, más que eso, realista, ensayo una probable justificación: soy hincha de San Lorenzo de Almagro, de modo que puede que mi ánimo aún se encuentre afectado por la pérdida del campeonato en el último partido. Confío en que los lectores sabrán comprenderme.

P
& M
, no obstante todo esto, brinda esperanzado por un nuevo año en el que podamos llevar a cabo nuestros proyectos, disponiendo para ello de buena salud, lo que junto con el cariño de nuestros seres queridos, constituye el único tesoro digno de ser defendido.

lunes, diciembre 22, 2008

Cristina y Medvédev



Los dislates del kirchnerismo en materia económica son comentados con acierto y fundamentos en la blogosfera especializada (ver links al pie), y -lo que es más interesante- desde distintos enfoques normativos.

Una conclusión parecería ser que, más allá de las divergencias político-ideológicas, un cada vez más amplio segmento de los economistas coincide en criticar las decisiones oficiales en la materia. Y lo mismo sucede con muchos politólogos y militantes, como ellos gustan denominarse. Uno de estos, a quien podría achacársele cierta morosidad en darse cuenta de ciertas cosas (algo curioso por tratarse de un intelectual de prolífica obra literaria) es Miguel Bonasso, pero su caso no es el único.

Objeción: con todo el respeto que me merecen tales analistas, me parece que ese debate no tiene entidad.

La verdad es que creo que discutir sobre la sustentabilidad técnica o, incluso, la lógica política de las medidas del gobierno es gastar pólvora en chimangos.

Me parece que no tiene sentido perorar sobre una sucesión de decisiones descerrajadas desde una confortable residencia en El Calafate cada fin de semana, como manotazos espasmódicos, muchas veces contradictorias entre sí, y orientadas ante todo a satisfacer dos premisas centrales: acrecentar el poder de la caja fiscal y perjudicar -o en lo posible, destruir- a los identificados como enemigos ("adversario" es un término demasiado blando para el oficialismo).

La profesión sabrá disculparme, pero me resisto a creer que la maratón de anuncios de las últimas semanas sea la consecuencia de aplicaciones más o menos sesudas del modelo IS-LM o cualquier otra herramienta por el estilo. Digo más: antes que devoto de Hicks y Hansen, veo a Kirchner como un seguidor de Vladimir Putin y su gélida estrategia asociativa entre ciertos negocios y el poder político.

A lo que no me atrevo es a esbozar un paralelo entre Cristina y Medvédev.

Links a algunos blogs sobre economía:

Abuelo Económico
Economista Serial Crónico
Exabruptos de M. Olivera
La Ciencia maldita
50 Amaneceres
Finanzas públicas

El día que estuvimos en peligro


Mi esposa y yo llegamos desde Buenos Aires a Ushuaia por primera vez, a fines de julio de 1978 (éramos tan jóvenes...) con muy poco equipaje pero sobrecargados de esperanzas e ilusiones. Estábamos concretando nuestro propósito de vivir fuera de la gran ciudad, aunque no teníamos idea de cómo iba a desarrollarse aquella aventura.

Eso, que se trataba de una aventura, era una de nuestras pocas certezas, junto con sendos empleos en la gobernación local (por entonces, Tierra del Fuego era un "territorio nacional" dependiente de la presidencia de la nación) y la amistad de Alberto y Leticia, que habían venido a vivir aquí un mes antes . Ushuaia era poco más que un aldea y por lo tanto, su sociedad resultaba bastante cerrada. Los nycs ("nacidos y criados"aquí) hacían sentir la "extranjería" a los recién llegados, que sólo con el paso del tiempo lograríamos ir insertándonos en el medio.

En eso estábamos unos meses más tarde. Tras conocer los rigores climáticos del invierno, nieve incluída, cosechamos algunas nuevas amistades y en los fines de semana de esa primavera empezábamos a descubrir las bellezas de los bosques y los ríos circundantes. Las cosas marchaban razonablemente bien, lo que morigeraba la nostalgia por los afectos dejados en el lejano lugar de origen.

Había sólo un asunto preocupante: Argentina y Chile mantenían un contencioso por la posesión de tres pequeñas islas cercanas que las negociaciones diplomáticas no conseguían resolver. Por supuesto, que ambos países estuvieran gobernados por dictaduras militares era un factor muy perturbador. No se trataba de una mera especulación: desde el mes de octubre, la llegada de sucesivos contingentes de tropas a la zona nos demostraba que el problema empeoraba. Los rumores decían que "del otro lado" ocurría lo mismo...

Se establecieron unos ejercicios preventivos para la población civil, entre ellos los denominados "oscurecimientos", ante la posibilidad de ataques aéreos. Esto no estaba exento de cierta gracia, porque en diciembre -en pleno solsticio del hemisferio sur- las horas de oscuridad son muy pocas; de hecho, la mayoría se tomaba las prácticas bastante en solfa. Supongo que era un mecanismo psicológico de autodefensa, porque en el fondo nadie creía que el procedimiento fuera eficaz.

Para diciembre, al paisaje plagado de tropas y pertrechos se sumaban las cada vez más preocupantes noticias de la prensa Los negociadores no avanzaban hacia un acuerdo, tampoco alcanzado en dos encuentros mantenidos entre los dictadores Pinochet y Videla. Con una mezcla de incredulidad e impotencia, sentíamos que un desenlace bélico era inminente.

Después nos enteraríamos de que, en efecto, la guerra estuvo a pocas horas de iniciarse. El 22 de diciembre, hace hoy treinta años, los militares de ambos bandos se trasladaban a sus posiciones de combate. Recuerdo que en el pequeño muelle local ya no estaban las embarcaciones de la Armada que solían estar apostadas allí. También pienso que, pese a esas evidencias, los civiles no habíamos tomado conciencia de la gravedad de la situación. Quizá los militares, tampoco...

Lo demás es sabido. El Papa designó ese día al cardenal Antonio Samoré para iniciar una mediación, y fue el urgente llamado telefónico anunciando esa decisión lo que hizo suspender a último momento los desplazamientos definitivos de los militares.

En este aniversario, se me ocurre un pequeño ejercicio contrafáctico.

El llamado del Vaticano llega tarde o es ignorado, y en las primeras horas del 23 de diciembre comienzan las acciones de guerra. Algunos bombarderos sobrevuelan Ushuaia, tratando de alcanzar los depósitos de combustible cercanos a la Base Naval, mientras son hostigados desde tierra con fuego de artillería y desde el aire por aviones cazas. Desde el canal de Beagle resuenan los intercambios de disparos efectuados por naves de ambos países.

Los combates continúan hasta el atardecer, cuando se anuncia una tregua por Nochebuena, acordada tras una desesperada intervención del Vaticano y del secretario general de las Naciones Unidas. También se sabe que se reabrieron las negociaciones diplomáticas.


En la tarde/noche ushuaiense el paisaje es desolador. Edificios y vehículos destruidos por doquier, entre columnas de humo y grandes cráteres abiertos por las bombas. Aquí y allá, pobladores que deambulan sin rumbo, ambulancias que trasladan heridos a los hospitales y camiones que se llevan los cuerpos de los muertos. No se conoce el número de víctimas y todavía no hay noticias sobre lo que ha sucedido en otras zonas del país.

Sin embargo, los que aún sobreviven saben qué es lo que ha comenzado: un período de profundo odio entre argentinos y chilenos, con recurrentes enfrentamientos armados y sus consecuentes pérdidas de vidas, que durará siglos.


Afortunadamente, nada de esto ocurrió, ya que la capacidad diplomática de aquel hombre de semblante afable (que en medio de la insensatez reinante vió "la lucecita de esperanza al final del túnel") logró que el disparate bélico se postergara por siempre.

Transcurridas tres décadas, la perspectiva obliga a reflexionar en lo absurdo de los reclamos de "soberanía" sobre esas tres islas, cuya posesión quedó finalmente en manos de Chile sin que ello afectara en modo alguno el honor ni los más hondos sentimientos de los argentinos. Soberanía, cuántas barbaridades se han hecho en tu nombre...

Estoy convencido de que argentinos y chilenos deberíamos recordar agradecidos a Antonio Samoré, por siempre.

domingo, diciembre 21, 2008

Comediantes y mártires


Juan José Sebreli es un intelectual de una gran erudición, pese a (o, tal vez, gracias a) que no ostenta un título académico. Fue existencialista sartreano de la primera hora, luego marxista y ahora -a sus 78 años- es un pensador libre, quizá inclasificable.

Su amplio campo de intereses, de la sociología a la filosofía y de la historia a la teoría política, otorga a su obra un atractivo especial, así como su tendencia a las posiciones provocadoras, dicho esto en el mejor sentido posible: sus ideas provocan la obligación de pensar. Le mueven a uno el piso, quiero decir, porque así como están basadas en su amplísimo bagaje cultural y en una valiosa bibliografía, se caracterizan por la originalidad y la falta de ataduras a cánones previos.

En "Comediantes y mártires - ensayo contra los mitos" se ocupa de cuatro personajes que, luego de que el libro fuera escrito, fueron designados por la presidente Cristina Fernández como íconos culturales argentinos para la Feria del Libro de Frankfurt: Gardel, Eva Perón, el Che Guevara y Maradona. La decisión desató tanta polémica que luego se agregaron a la lista Cortázar y Borges. Sebreli aporta una mirada aguda a esa discusión.

La cita de Brecht al comienzo es reveladora temprana del contenido: Pobres los pueblos que necesitan héroes! El autor analiza cómo se desarrolla un mito, esa especie de dios terreno que depende de los mandatos del sentimiento: al creyente en un mito, dice Sebreli, le está vedado analizarlo y explicarlo, debe limitarse a su fe y no tratar de razonarla, porque el mito es inefable, se lo siente o no.

Desfilan luego los cuatro personajes, bajo la lupa implacable sebreliana, que analiza coincidencias y contradicciones desde una perspectiva histórica lúcida y no complaciente. Señala cómo los cuatro, además de estar influidos por las circunstancias de sus respectivas épocas, se ocuparon de construir sus personajes, y observa que la condición mítica de los tres primeros fue fortalecida por las muertes tempranas, mientras que la de Maradona resulta amplificada por la tecnología en que se apoya la comunicación de masas en esta época.

El libro "se deja leer" desde el comienzo y no cae en el floreo intelectualoide (pese, repito, a la erudición del autor). Creo que es una obra muy recomendable.

jueves, diciembre 18, 2008

Balance del primer año


La administración provincial encabezada por Fabiana Ríos cumple su primer año de gobierno. Tal como podía preverse al inicio de su gestión, las cosas no le han resultado fáciles, en particular debido al gravísimo -tirando a caótico- estado de asfixia financiera y descontrol administrativo que encontró al hacerse cargo. Un paisaje muy parecido al que queda tras una devastación, como lo dijo ayer en su discurso la gobernadora.

P & M se ocupó algunas veces de estos asuntos, por ejemplo aquí, acá y acullá. La cuasi catastrófica situación heredada se agravó a lo largo del año, debido primero al enfriamiento de la economía nacional (con su impacto sobre la coparticipación tributaria a las provincias) y luego por las consecuencias locales de la crisis financiera internacional (fenómenos ambos muy palpables, por más que el kirchnerato pretendió negarlos).

El problema es que a estos factores que se podría calificar de exógenos, ya que no fueron provocados por acciones propias, se agregaron otros, a los que a contrario sensu llamaré aquí endógenos.

El principal ha sido la falta de un plan o, al menos, de una estrategia para afrontar el delicado cuadro descripto. Ni el efímero ministro de economía Sideris ni su sucesor Crocianelli dieron a conocer un programa para al menos empezar a sanear las finanzas locales, atacando algunos problemas que ya eran evidentes antes de que Ríos asumiera:

  • La estructura del gasto fiscal, concentrado en las erogaciones corrientes, motivo por el cual las erogaciones de capital (en particular, la obra pública) quedan sujetas a la voluntad del gobierno central.
  • La rigidez de ese gasto, determinada por la muy elevada masa salarial, así como por los mecanismos establecidos de coparticipación a municipios y el peso de los intereses de la deuda.
  • Consecuencia de lo anterior, el déficit fiscal crónico.
  • El elevado nivel de endeudamiento, lo que junto con el esquema deficitario dificulta las posibilidades de acudir a ese mecanismo de financiamiento en el futuro.
Por supuesto que no se acudió a la "receta neoliberal": ni emergencia económica, ni denuncia de convenios laborales, ni plan de austeridad. En lugar de ello, la masa salarial ha seguido creciendo, al compás de los reclamos sindicales, aún después de largos y desgastantes conflictos. Por otro lado, los pagos por coparticipación a los municipios sufrieron retrasos, al igual que los destinados a proveedores y contratistas.

De la fragilidad fiscal han derivado algunas consecuencias políticas llamativas. La renuncia del vicegobernador Basanetti tras apenas siete meses de ejercicio fue una de ellas. Más reciente ha sido la condena que el ARI nacional, alineado en la Coalición Cívica, ha hecho de la actitud acuerdista respecto del oficialismo por parte de los legisladores aristas fueguinos en el Congreso Nacional. De todos modos, esto último puede resultar comprensible, ya que es archisabido que en el ríspido universo K, manda la caja por sobre el proyecto, y que al entorno presidencial no le tiembla la mano para cerrar el grifo financiero a los gobiernos provinciales díscolos.

Otra derivación ha sido el recurso a mecanismos que cuando Ríos y sus principales espadas (el legislador Raimbault y el diputado Gorbacz, entre ellos) revistaban en la oposición, eran considerados poco menos que traiciones a la patria. No me refiero solamente al pago de sueldos mediante fondos de la Cuenta Unificada (que en su momento motivó una denuncia contra el entonces gobernador Cóccaro), sino en especial al proyecto para adjudicar a una empresa privada en forma directa, sin proceso licitatorio, la explotación de gas para la producción de metanol.

Esto no sólo representa una claudicación respecto de una premisa fundacional del elenco gobernante, como lo es su profesión de fe estatista (cosa que confieso no me preocupa), sino a algo bastante más grave, como lo es la postergación de la consigna de la transparencia presentada con orgullo como un ícono del fabianismo.

Así, con pocos logros para exhibir (a menos que uno considere como tales pagar los sueldos a duras penas e incrementar el endeudamiento), Ríos encara el 2009 planteando más dudas que certezas a la sociedad. No ayuda, por supuesto, el díficil momento que afronta el sector privado, por la caída de la demanda agregada y los desaciertos de la política económica nacional.

Quizá el permanente estado de beligerancia de los gremios estatales, ante un gobierno cuyo caudal electoral se nutrió principalmente de los votos de los empleados públicos, sea una preocupante síntesis del duro trance por el que atraviesa la provincia.

lunes, diciembre 15, 2008

Los cuadernos de Don Rigoberto


Después de bastante tiempo, volví a uno de los autores preferidos en mi juventud, Mario Vargas Llosa. La primera de sus novelas que leí (y que lo lanzó a la fama internacional), "La ciudad y los perros", me atrapó desde el comienzo con su atmósfera turbia y su tono denunciante. Enseguida devoré de modo sucesivo "La casa verde" y "Conversación en la Catedral", en las que su prosa -por la técnica, el manejo de tiempos y climas, y la riqueza argumental- alcanzó en mi humilde opinión, cumbres a las que no volvería a llegar.

Digo esto, pese a que también disfruté del humor y la agudeza que expuso tanto en "Pantaleón y las visitadoras" como en "La tía Julia y el escribidor".

Al grano: "Los cuadernos de Don Rigoberto" no es, desde ya, una graaaan novela, pero me pareció muy buena. En ella están ese juego intertemporal y esa mezcla difuminada de la realidad y la fantasía característicos del peruano, que capturan la atención del lector desde las primeras páginas. Hay además otras constantes del autor, como el humor a veces ácido y las actitudes entre ambiguas e inquietantes de sus personajes respecto del sexo y el statu-quo. Un Vargas Llosa puro y duro, después de todo.

Porque quien escribe esas largas cartas cuyos destinatarios nunca leerán (las diatribas contra el deportista y el lector de Playboy, los alegatos contra el patriota y el burócrata, la defensa de las fobias) no es Don Rigoberto -ese oscuro funcionario de una compañía de seguros que se refugia en la fantasía para encontrar un sentido a su vida- sino el propio narrador, con su encendido discurso individualista que, como a él mismo le gusta decir, no es conservador.

Sin ser, insisto, de lo más destacable de su producción, la leí con placer (que es, después de todo, lo que justifica a un buen libro).

En 1990 Vargas Llosa fue candidato a la presidencia de su país, pero tras liderar las encuestas durante varios meses, fue derrotado por otro outsider de la política, Alberto Fujimori. Vistos los acontecimientos posteriores, alguien podría pensar que Perú resultó perjudicado por aquel resultado. En cuanto a mi respecta, y desde mi condición de lector, me alegro de que las cosas hayan sido de esa manera. En parte porque no estoy tan seguro de que al novelista le hubiera ido bien en las pantanosas aguas políticas (hace pocos días, una diputada chavista propuso expulsarlo de Venezuela por sus opiniones negativas sobre el proyecto re-re-reelecionista del bolivariano) y también porque gracias a ello, podemos esperar nuevas muestras de su talento.

sábado, diciembre 06, 2008

"Habrá señales en el cielo y en la tierra..."



Parece que el titular de la Tesorería provincial está por renunciar. Cuando leí la noticia, me acordé de un ácido chiste radial del humorista Aldo Camarotta, apenas una corta frase a propósito de la volátil situación económica de 1989 que precedió a la (enésima aunque no última) crisis del país y derivó en la salida anticipada del gobierno de Alfonsín: "El problema en la Argentina es que los adivinos se están suicidando".

jueves, diciembre 04, 2008

El Palacio de San José

Dado que por razones profesionales tenía que viajar a la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos, aprovechamos con mi señora para hacer algo de miniturismo. Así, nos trasladamos desde Buenos Aires en auto hasta Concepción del Uruguay (unos 300 km.) en el Este provincial, y de allí hicimos 23 km. más hacia el Oeste hasta llegar al Palacio de San José.

Se trata de una residencia construida durante diez años (desde 1848) por Justo José de Urquiza, uno de los "caudillos" del interior del país que tuvo un rol protagónico -político y militar- en la turbulenta época de las guerras civiles de mediados del Siglo XIX. Fue varias veces gobernador provincial, y primer presidente constitucional de la Nación, entre 1854 y 1860. En realidad, presidió la Confederación Argentina, la cual no incluía a la provincia de Buenos Aires, lo que reflejaba la magnitud de los conflictos de esos tiempos.

Pero no tema el lector, no voy a hacer aquí ejercicio ilegal de la historiografía, sino algo mucho más fácil y gratificante, como lo es transmitir las impresiones que me dejó esta visita al lugar donde Urquiza vivió con su numerosa familia y ejerció sus actividades políticas y empresarias, hasta que fue asesinado en abril de 1870, a sus 69 años.

Empiezo con un aspecto de la personalidad del caudillo que yo desconocía, como lo fue su perfil de pujante empresario. En efecto, parece que desde muy joven incursionó en los negocios (a los 21 años adquirió su primer campo) con notable éxito, por lo que puede afirmarse que cuando llegó a la política ya disponía de un patrimonio mucho más que considerable. Sus actividades no se limitaron a la producción agropecuaria (aunque llegó a ser propietario de un millón de hectáreas de campo), sino que se extendieron a una muy amplia gama de empresas agrícolas, industriales, financieras y de servicios. Fue accionista y director de bancos, navieras, ingenios azucareros y saladeros (en una época en que todavía no existía la industria frigorífica), entre muchos otros rubros. Exportó productos a Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Perú y Cuba, así como a diversos países europeos.

Otra faceta interesante, derivada de su actuación política, fue una notoria preocupación por la educación pública. En efecto, además de crear varias escuelas primarias, fundó el actual Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, en el cual estudiarían futuros presidentes como Roca y Frondizi.

Más allá de estos datos, las características del Palacio son sencillamente impresionantes. Sus principales roles fueron el de servir de sede a la dirección de un establecimiento rural de gran escala, así como el de alojar a Urquiza, su esposa y sus hijos, junto con una impresionante dotación de educadores, institutrices, personal doméstico y empleados de distintas jerarquías del establecimiento.

(Digresión: el de los hijos no fue un asunto menor, ya que el caudillo fue padre de veintitrés (sí, 23). Los primeros once los tuvo con distintas mujeres, y los siguientes doce con su única esposa, Dolores Costa. Pero los primeros fueron reconocidos por el General, quien se hizo cargo de todos ellos.)

El edificio, de una sola planta, está desarrollado en tres secciones. Al frente, y rodeando al Patio de Honor, están las salas de recepción, el salón de juegos, el escritorio de Urquiza, el comedor principal y las habitaciones para la familia y los huéspedes. Luego vienen los cuartos para el personal jerarquizado, otro comedor y la sección de la cocina y la despensa, en torno al Patio del Parral, así llamado por la hermosa parra que trepa sobre una magnífica estructura artesanal de hierro forjado. Después está el contrafrente, con las dependencias donde se alojaba el personal de servicio. En edificios separados, a un lado está la capilla y al otro, el área de panadería, almacén y cocheras.

La construcción está rodeada de hermosos jardines. En el frente, dos pajareras de hierro forjado albergaban especies traídas de distintos países del mundo. Detrás del edificio había una gran quinta con árboles frutales, y a unos doscientos metros, se construyó un lago artificial rodeado por muros de ladrillos.

Ahora, los detalles de fina terminación y buen gusto.

El Palacio fue la primera edificación del país que dispuso de un sistema de agua corriente (es decir, antes que la por entonces ya orgullosa Buenos Aires). En la foto siguiente se ven los restos de la noria que servía para extraer el agua de un río situado a dos kilómetros de distancia, y bombearla hasta el tanque elevado desde el cual circulaba por cañerías hasta la casa.



En el Patio del Parral hay un aljibe cuya parte superior está tallada en una pieza única de mármol importado de Italia.


Como derivación de la actividad de su dueño, el Palacio era un centro político nacional de gran importancia. Dirigentes de distinta extracción concurrían allí a sostener cónclaves con el General, así como diplomáticos y dignatarios extranjeros.

Uno de sus grandes rivales políticos, Domingo F. Sarmiento, lo hizo en febrero de 1870, mientras era Presidente. Se dice que Urquiza, tras recibirlo con honores que incluyeron la extensión de una alfombra roja en el frente, le asignó una habitación que disponía de una canilla de agua, para demostrarle cuán civilizados estaban los pobladores del interior. En esta foto se ve el grifo, en la pared de la izquierda junto a la cortina, y también el mueble que en su cajón inferior albergaba un pequeño bacín que el huésped podía usar para atender sus necesidades fisiológicas nocturnas...


El diseño de los cielorrasos no se repite en ninguna de las treinta y ocho habitaciones. Se destaca la sala de recepciones conocida como Salón de los Espejos, techado con cien piezas importadas de Francia.


El conjunto, caracterizado por una estricta simetría, rebosa refinamiento y lujo por los cuatro costados. En el patio del contrafrente, están los bustos que representan a Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés y Napoleón: se ve que Urquiza admiraba a los conquistadores...



La capilla, construida por un arquitecto italiano, tiene una cúpula decorada por el plástico uruguayo Juan M. Blanes y una pila bautismal en mármol italiano, mientras que el altar y los púlpitos están tallados en cedro con aplicaciones de oro.


En el lago artificial había unos botes de remos, pero los visitantes podían navegar también en el "San Cipriano", un pequeño vapor que Urquiza mandó a construir especialmente.

La magnitud de la obra, la calidad de los materiales y de las ornamentaciones, sumados a la ubicación geográfica y a las limitaciones del transporte propias de la época, obligan a pensar en el formidable despliegue de recursos financieros, materiales y humanos que fue necesario para llevarla a cabo. Transportar piedras, hierros, maderas y hasta animales desde otras zonas del país, así como desde Europa y Africa, tiene que haber exigido una logística muy compleja.

Allí está ese monumento, como interesante testimonio de una época, mostrando la impronta de un personaje pleno de contrastes.

Trataré de conseguir alguna buena biografía de Urquiza, para saber más de él y su tiempo.