martes, abril 22, 2008

La plata no alcanza, versión 3

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Una sensación que no logra dejar de transmitir el gobierno de Fabiana Ríos es la de no encontrarle la vuelta, para decirlo sin rebuscamientos de lenguaje, al problema de las finanzas públicas. Asunto que -no debemos olvidarlo- las gestiones que la precedieron manejaron de un modo calamitoso (para decirlo más o menos suavemente), en especial a partir de la disparatada decisión del "megapase" de beneficiarios de planes sociales a la planta de personal del Estado, con todas sus secuelas.

Ya sea porque hubo una subestimación de la gravedad del problema o, lisa y llanamente, porque no se supo qué hacer, lo cierto es que transcurrieron diez meses desde las elecciones (seis de la increíblemente larga transición y cuatro de gobierno efectivo) sin que se vislumbrara una estrategia al respecto más o menos definida.

Por supuesto que el escalonamiento en los pagos de sueldos y la mora en liquidar deudas a proveedores y contratistas no pueden ser calificadas como instrumentos de un plan, sino apenas como temporarias medidas de emergencia en una coyuntura muy compleja. Con ese esquema, parecía que el gobierno sólo apostaba a que la inflación fuera operando en el sentido de incrementar los recursos por coparticipación federal y "planchar" los sueldos.

Tal vez por tener esa misma visión, los gremios estatales (después de que muchos de sus dirigentes y afiliados se tomaran unas merecidísimas e impostergables vacaciones fuera de la provincia) no dudaron en ponerse en pie de guerra contra el gobierno que -esta es una presunción- la mayoría de ellos había votado.

Es muy significativo, entonces, que el gobierno haya acudido ahora a una herramienta que todos sus miembros criticaron con acidez en el pasado: la unificación de las cuentas fiscales, incluyendo las de los entes descentralizados.

Pero más allá de ello, la reacción que se anuncia como virulenta de los empleados de tales organismos -acompañada de una manera un tanto insólita por algunos de sus responsables políticos- en contra de esa decisión pone bajo la luz pública una conducta por lo menos llamativa.

En efecto, lejos de consignas militantes al estilo "el pueblo unido/jamás será vencido" y de manifiestos en pro de la solidaridad inalienable entre trabajadores, los dependientes de la Dirección de Energía, la empresa de Puertos y demás entes se aprestan a dejar asentado de manera indirecta que a ellos la crisis no debe afectarlos (bajo el paraguas de la defensa de la autarquía financiera), por lo que el peso de esa mochila sólo habrá de recaer sobre los hombros de quienes revistan en la administración central.

Nadie dice que sea fácil, pero echándole nafta al fuego las posibilidades de apagar el incendio sin duda disminuyen...

P.D.: aclaro que esta última metáfora no me fue sugerida por Romina Picolotti.

Links: La plata no alcanza
La plata no alcanza, versión 2

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