sábado, abril 19, 2008

La zanja no se mancha

El invierno se acerca, empujando al otoño aún vigente. En Ushuaia no hace falta mirar el calendario para darse cuenta de ello, basta con asomarse a la calle.

Los indicios son muchos: se manifiestan en los follajes de los árboles, las laderas de los cerros circundantes y en mis propios huesos, hoy mucho más sensibles que antaño a las bajas temperaturas...

Pero hay otro síntoma característico y recurrente: las zanjas.

Sí, señoras, señores y por qué no niños: una vez más, cuando está por llegar el invierno -la época en que como es archisabido el clima de la región condiciona de modo severo la realización de obras al aire libre- reaparecen las zanjas destinadas a tendidos de cañerías o cables con diversos fines. En un mes o mes y medio más, esas zanjas estarán cubiertas de nieve, lo que obligará a paralizar las obras aunque, claro, no impedirá que esas excavaciones conformen unas trampas peligrosísimas para los caminantes e incluso para los vehículos.

Pese a que mi capacidad de asombro está cada vez más reducida, me sigue resultando incomprensible que esto siga ocurriendo. Parece algo hecho a propósito. Parafraseando al inolvidable Pepe Biondi, qué eficiencia para la ineficacia...

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