jueves, diciembre 03, 2009

Paro por un premio



Hace poco, trabajadores de la aerolínea LAN hicieron un paro que afectó, por supuesto, el servicio a los pasajeros. Las quejas eran dos: que la empresa estaba ganando mucho dinero, y que el costo de los pasajes estaba fuera del alcance de los más humildes.

Días después, hubo otra interrupción de los vuelos, derivada de un conflicto entre dos facciones de un sindicato de pilotos.

Antes de estos episodios, el gravísimo conflicto (aún irresuelto) en la alimentaria Kraft comenzó porque la comisión gremial interna pretendía que las medidas preventivas por la "gripe A1N1" dirigidas a los trabajadores pertenecientes a los grupos de riesgo, se extendieran a todo el personal.

La propensión al disparate parece ser contagiosa. Ayer, empleados de una cadena de supermercados impidieron a los clientes el acceso a los locales de Ushuaia, protestando por "la remarcación de precios que afecta a todos los trabajadores de la provincia". A esta consigna le agregaban otra: "por un premio de dos mil pesos a cada uno, para pasar unas buenas fiestas".

Convengamos que se trata de una doctrina al menos original: un premio ya no sería una recompensa, galardón o remuneración que se da por algún mérito o servicio, como pretende la Real Academia Española, sino un renglón más del salario, quizá sujeto a aportes.

El asunto admite que imaginemos una vuelta más de tuerca: que la empresa acceda a otorgar el premio, financiándolo... con aumento de precios.

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