miércoles, abril 13, 2011

Vamos a volver

Una mezcla de impericia propia (los desatinos de los dirigentes y la apatía de los socios) con maniobras turbias de un gobierno de facto (las presiones que a partir de 1979 ejerció el intendente de la Capital Federal, Osvaldo Cacciatore) hizo que mi querido San Lorenzo de Almagro perdiera su estadio, el mítico "Gasómetro". Estaba ubicado en el corazón del barrio de Bodeo, en un predio que el club terminó enajenando a favor de una empresa fantasma y a cambio de un precio vil,  y que pocos años más tarde fue comprado por una cadena internacional de supermercados, a valor real. El supuesto "reordenamiento urbanístico" alegado por Cacciatore nunca se llevó a cabo; en cambio, alguien hizo un suculento negocio inmobiliario y el barrio se quedó sin su ícono máximo.

San Lorenzo descendió de categoría en 1981 pero al año siguiente la recuperó, tras ganar de punta a punta un torneo de ascenso en el que registró unas ventas de entradas superiores a las de cualquiera de los clubes de la primera división. Esto probaba el enorme arraigo popular de la entidad, pese a lo cual sus equipos debían deambular por canchas alquiladas.

La carencia fue saldada sólo en parte con la construcción del nuevo estadio en la zona del Bajo Flores: en realidad, los hinchas de San Lorenzo desparramados por el país y por el mundo sentimos el destierro como una espina clavada en el alma.

Ayer hubo una movilización de socios y simpatizantes ante la Legisatura porteña, apoyando un proyecto de ley para que se restituya al club aquella propiedad. Es una iniciativa que seguramente afrontará varios obstáculos, ya que habrá que contemplar muchos aspectos, tanto políticos como económicos. Pero pese a todas las dificultades, no parece algo imposible para un club que en su centenaria historia superó muchos momentos gravísimos y hasta construyó dos estadios.

Si alguna vez tengo la suerte de ver nuevamente al Ciclón en Boedo, sentiré que estoy en el viejo Gasómetro ingresando por la portada de la calle Inclán, para atravesar luego el patio bordeado por el natatorio y el salón San Martín, hasta pasar debajo de la tribuna y llegar al acceso a la platea alta, sector Lazzari. Entonces, como cuenta José Angel Trelles en el video que dejo al pie, la mano tibia de mi viejo me ayudará a trepar por los tablones, mientras un nudo nostalgioso irá invadiéndome el pecho.