martes, noviembre 16, 2010

La distancia entre la teoría y la práctica



"Durante muchos años enseñé teoría económica. Me gustaría pensar que me he ganado la vida honestamente, pero a veces tengo mis dudas". La frase pertenece a Joan Robinson, la economista británica que introdujo -entre muchos otros aportes-  la teoría de la competencia imperfecta, y me vino a la mente tras los recientes escandaletes registrados en el Congreso nacional en torno a la ley de presupuesto público para el año próximo.

Y es que por algún tiempo, al igual que ella (salvando las abismales, inconmensurables distancias) procuré que los chicos del Colegio Nacional de Ushuaia  aprehendieran las características que hacen que el presupuesto sea considerado como la "ley de leyes". Con lo que yo suponía un noble fin, peroré una y otra vez acerca de su rol como herramienta fundamental para la planificación, administración y control de la actividad estatal.  Insistí con sus características de expresión financiera del plan del gobierno y con su función de asignador de los recursos del Estado a la satisfacción de las necesidades de la sociedad.

Convencido de la veracidad de mis afirmaciones, les explicaba a aquellos adolescentes que el debate del proyecto enviado cada año por el Poder Ejecutivo implica un ejercicio casi sublime de participación democrática. Les decía, palabras más o menos, que cuando en la instancia legislativa ese proyecto es analizado, discutido, modificado y -finalmente- aprobado, se concreta en la práctica el derecho del pueblo para establecer (a través de sus representantes legítimamente elegidos) las prioridades del Estado en materia de gastos para el funcionamiento de sus distintas dependencias y el desarrollo de infraestructura, así como para obtener mediante impuestos y otras formas de financiamiento, los fondos necesarios para atenderlos.

Creo que terminaba señalándoles que el documento es de cumplimiento obligatorio para el gobierno, y que ningún gasto puede ejecutarse si no está allí contemplado.

La realidad me desmintió la semana pasada de un modo terminante. Por un lado, el Ejecutivo no admitía ni el cambio de una coma a su proyecto,con argumentos que llegaron al disparatado extremo de requerir que se respetara el duelo de la Presidenta otorgándole el presupuesto que pedía... Por otra parte, algunos integrantes de la oposición aprovecharon el momento para dirirmir una interna partidaria, mientras otros tronaban con denuncias de presiones oficialistas, como si se tratara de algo inédito.

Lo más probable es que para el próximo ejercicio el gobierno funcione con una prórroga del presupuesto 2010. Ello le permitirá disponer a discreción de la recaudación impositiva que excederá lo previsto para este año, en buena medida como consecuencia del proceso inflacionario. Desde el arco opositor, sin embargo, no parece haber disposición para hacer valer su mayoría imponiendo un mecanismo para que en tal caso, se obligue al gobierno a debatir en el Congreso el destino de esos fondos excedentes.

Quizá alguno de mis alumnos de antaño se acuerde hoy de mis clases. Espero que piense que fui apenas un ingenuo...

(La imagen de Joan Robinson pertenece al sitio EMVI)

2 comentarios:

ars dijo...

Solución a lo insoluble: "Te aprobamos el presupuesto pero ponemos una sola clásula, solo una. Los excedentes se deben discutir en el Congreso de la Nación". ¿Sabés qué? N siquiera eso va a pasar. Da vergüenza ver a nuestros representantes, no todos, la mayoría. Y da miedo el gobierno. Repito: da miedo. Y como tengo miedo aquí se acaba mi comentario, ya imprudente en contexto de la ya oxtensible persecución política que se le prescribe a imbéciles como uno, que han osado pretender sentirse seres libres.

Mastrocuervo dijo...

@ Ars:

Tu comentario me hace acordar de una frase de López Murphy, cuando dijo que el kirchnerato desearía una ley de presupuesto con sólo dos artículos, el primero fijando el monto de gastos del gobierno y el segundo con este texto: "Haga lo que quiera".