jueves, octubre 19, 2006

EL TUNEL DEL TIEMPO ME DIO MIEDO



Miraba la tele y me parecía estar dentro del túnel del tiempo. Pero no, las imágenes eran a color, no en blanco y negro.

Además, no había tipos de anteojos negros y blandiendo metralletas en lo alto de un palco, sino Moyano, Cafiero y unos cuantos más en lo alto de un palco. Y esos cuantos no estaban izando a un fulano, tironeándolo de los pelos, sino que trataban de parar, patéticamente con las manos, la lluvia de piedras que les arrojaba la horda cercana.


No, no estaba en el túnel del tiempo, las imágenes no eran las mismas, sólo parecidas. Devaluadamente parecidas, pero también muy parecidas. Como una caricatura.


Me acordé, cómo evitarlo, de aquellos años de insensatez. Años en los que yo, pobre ingenuo, creía que episodios como los de Ezeiza se originaban en cuestiones ideológicas. Para luego caer en la cuenta que, entonces como ahora, sólo se trata del poder. Poder que para algunos debe ser mayor, hay que presumir, cuanto más cerca se encuentren sus acólitos de un entarimado de madera, o de un féretro. Féretro al que, por otra parte, sólo la casualidad o la buena fortuna -llamalo como quieras- salvó de caer en manos de los que desguazaron el Fiat 130 y destrozaron el museo. ¿Ideología? ¿Qué es eso? Viene de idea, supongo. Ahora entiendo.


Me quedé, entonces, con lo de la imagen en el túnel del tiempo. Al mirar por ese túnel hacia atrás había visto, como una ráfaga, aquella jornada lluviosa de junio del setenta y tres. Pero, lo confieso, no quise mirar por ese túnel hacia adelante, me dio miedo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobreviviente de una época que ya considerábamos pasado.

Pareciera que al hablar de pasado no lo relacionamos con la posibilidad de capturar de esas "vivencias" lo positivo y lo negativo y de esa forma mejorar, olvidar, perdonar, construir, razonar, crecer, creer, en definitiva ver la luz al final de tu tunel imaginario.

HAce mucho que decimos que se debe tocar fondo para encarar la recuperación, pareciera como que tenemos atados los pies a los famosos bloques de cemento con los que hacían desaparecer "las pruebas" de los delitos de lesa humanidad que se cometían, por esos mismos que estaban en el escenario, por esos mismos que gritan desmesuradamente su poder y piden, también a gritos, que los ayuden porque no los quieren dejar hacer.

Espero que el pueblo alguna vez sepa separar la paja del trigo, como dijo ayer Carrió, aún cuando ello nos lleve mucho tiempo, pero que consigamos que las mieces se salven y que los brotes crezcan sanos.