lunes, abril 02, 2007

Bajo un manto de neblina


Es difícil saber por qué no estuvo allí.

Quizá porque los hechos conmemorados no ocurrieron en la por él añorada década del setenta ni en sus denostados noventa, sino en aquellos tempranos ochenta en que, al tiempo que consolidaba su prosperidad como abogado especialista en ejecutar deudores, tal vez ya imaginaba un futuro en la política. Si así fuera, parece comprensible: a nadie le gusta atizar los rescoldos de viejos remordimientos.

O tal vez haya sido para preservarse de un reclamo sectorial que -en caso de haberse concretado- hubiera resultado tan irrespetuoso para los muertos y ex combatientes como su magna ausencia.

No lo representó su esposa, quien sin embargo cumplió ese papel hace unos días, en Ecuador y Venezuela. Cuestión de prioridades. O de respeto por las instituciones: después de todo, en el acto de Ushuaia estuvo el Vicepresidente de la Nación, que como todos sabemos es el segundo al mando…

En todo caso, llama la atención que alguien aparentemente tan visceral como él, capaz de justificar y hasta de alardear de su propia desmesura, haya tomado una decisión acerca de un tema como la recordación del episodio de Malvinas, basado en el más frío y especulativo cálculo de costos y beneficios.

Cuando tarde o temprano vuelva a tronar desde el atril, será bueno recordar que hoy, en el momento en que debía asumir una de las responsabilidades inherentes a su cargo, el hombre dijo “Yo, argentino”.

(La imagen fue tomada del sitio web "Discovery Falklands")

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