martes, noviembre 29, 2011

Algo menos


Ahora que el ajuste que jamás iba a llegar, inexorablemente ha llegado.

Ahora que el gobierno ha decidido recortar subsidios, estimulando a faranduleros como Marcelo Tinelli y Susana Giménez; gobernadores como Sergio Urribarri y José Alperovich; actores como Lito Cruz; periodistas militantes como Daniel Tognetti y Víctor Hugo Morales; y  periodistas independientes como Marcelo Zlotogwiazda y Gustavo Sylvestre (entre muchos, muchos otros) a ejercer el patriótico impulso de renunciar a los subsidios estatales (que tarde o temprano les iban a ser quitados) debido a proclamadas razones de una sensibilidad social  que recién se les ha despertado a instancias del oficialismo, tras ocho años de profundo e imperturbable letargo.

Ahora que el gobierno establece límites a las negociaciones sobre salarios entre empresarios y sindicatos.

Ahora que la hasta hace poco impecablemente gerenciada Aerolíneas Argentinas, orgullosa por incluir en sus menúes de a bordo -como lo señaló su presidente- platos para celíacos, ha decidido encarar una vigorosa revisión -a la baja- de sus destinos internacionales, por crudos motivos de mercado (léase, no seguir perdiendo plata con muchos de ellos).

Ahora que estas y otras cosas que son del dominio público están ocurriendo, apenas transcurrido mes y pico de las elecciones y restando doce días para la asunción por parte de CFK de su segundo mandato, me pregunto varias cosas.

Una de ellas, la principal: ¿qué hubiera ocurrido en el país en caso de haber ganado Binner, Alfonsín o Carrió, y a continuación el/la vencedor/a hubiera apenas insinuado una cualquiera de tales medidas? Y me contesto: muy posiblemente, estaría incubándose un nuevo estallido social, con epicentro en el conurbano bonaerense, ese sitio cuasimedieval donde los barones siguen y seguirán teniendo el control.

Sin embargo, comprendo que mi respuesta es una sentencia del todo incomprobable, así que mando las actuaciones a archivo...

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