martes, noviembre 13, 2007

Retirarse a tiempo


Suele suceder con los deportistas, en especial con los boxeadores. Hay infinidad de casos de tipos que, después de campañas brillantes pero durante las cuales debieron soportar terribles batallas, prolongan su carrera de un modo incomprensible. Hasta que una mala noche, un pelagatos cualquiera que en los buenos tiempos no les hubiera durado más de tres rounds, les da una tunda y los obliga al retiro.

Casi nunca ocurre con los políticos: la mayoría de ellos jamás se retira, aún después de una paliza demoledora. Ahí los tenemos tanto a Carlos Saúl de Anillaco como al ex bañero de Lomas, que ya avisó que vuelve.

El de los ministros de economía es un caso especial. Empiezo por decir que en nuestro país resulta muy difícil, por no decir imposible, encontrar "campañas brillantes". Y se me ocurre que el desempeño de los ministros, grosso modo, ha oscilado entre dos tipologías: la del sofocador de incendios, que trata de corregir con instrumental técnico los disparates del jefe y sus acólitos, y la del gurú enamorado de su éxito (sea esto realidad o no: Martínez de Hoz sostenía que como le llovían críticas desde todos los sectores, eso demostraba el acierto de su política).

El gurú Cavallo quizá se fue a tiempo, pero cometió luego otro error común en los boxeadores: tratar de volver. Le pasó como a Ray Sugar Leonard.

En Tierra del Fuego hubo casos interesantes. Ruggero Preto, ministro del primer mandato de Estabillo (1991-1995) no se encasilló en ninguna de las dos categorías, alejándose a tiempo del despacho. En efecto, el segundo período de ese gobierno terminaría con un déficit crónico (aunque su tamaño, comparado con la situación presente, parezca una nimiedad).

Juan Manuel Romano se enteró de pronto, a través de los medios, que su jefe Jorge Colazo había decidido incorporar a la planta permanente de la administración provincial nada menos que a 4.000 perceptores de los llamados "planes de empleo". Trató de controlar los efectos de las llamas con un frasquito de Pancután, procurando que ingresaran con el salario de la categoría más baja, pero fracasó. Posiblemente quedará en la memoria colectiva como el ministro que avaló el disparate más grande perpetrado por un gobernador en la provincia, o tal vez no: Colazo ha sido elegido recientemente senador. Pensándolo bien, quizá Romano sea muy pronto reivindicado junto al "Potro" como "redistribuidores de la riqueza".

Raúl Berrone, tras una fugaz gestión con Colazo, volvió como ministro de Hugo Cóccaro, para terminar renunciando al cargo después de agotar los esfuerzos por dotar a la errática gestión de una mínima dosis de racionalidad financiera, causa a mi modo de ver perdida de antemano. Después del enésimo aumento de sueldos inconsulto concedido por un gobernador obnubilado por la búsqueda de su reelección, Berrone se fue a su casa muy cascoteado.

Toda esta perorata viene a cuento por el anuncio sobre la decisión que habría tomado Miguel Peirano, de no continuar como ministro a partir de la asunción del nuevo gobierno. Si esto se confirma, indicaría que el funcionario ha comprendido la importancia del retiro a tiempo. Además, una cosa es tener que soportar los desplantes del actual Presidente y/o de la Señora del gesto crispado, y otra los de su supuesto subordinado "Lassie" Moreno, interventor de facto del Indec.

Sin embargo, cabe otra interpretación. Quizá a Peirano no le molesten demasiado los desplantes del Secretario de Comercio ni el rigor de la familia gobernante. Tal vez esté viendo más lejos, como decía Reutemann, y lo que ve no le gusta, o al menos le provoca suficientes dudas como para tentarlo a volver a su puesto de economista jefe en la UIA.

El tiempo dirá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojo, a Peirano lo fulminó un tren bala en la sien... Mirá que oponerse al megaproyecto sólo porque no tiene ninguna racionalidad económica !! A estos economistas hay que mandarlos a lavar los platos...