martes, abril 13, 2010

¿Qué les pasó?


Esta es la historia de un desengaño. Tratándose de política y de la Argentina, no es algo demasiado original. En realidad, nuestra historia como ciudadanos podría resumirse como una sucesión de frustraciones, de inocencias violentadas, de ingenuidades traicionadas.

Si hubiera que etiquetar al periodista Ernesto Tenembaum, por trayectoria y argumentación, el rótulo diría "progresista", aún cuando -en mi modesta opinión- existan más probabilidades de avanzar hacia el progreso recorriendo andariveles bastante distintos a los frecuentados por el autodenominado progresismo vernáculo.

Tenembaum describe en las casi 400 páginas de este, su "best-seller", la transición entre la esperanza que el discurso (enfatizo este término) kirchnerista le produjo, a él como a tantos otros integrantes de ese campo de pensamiento, y la repulsa que la praxis del gobierno K terminó provocándole.

Lo primero que he pensado tras su lectura es que Tenembaum ha experimentado un proceso interno, que uno adivina turbulento, en cuyo desarrollo ha evidenciado una honestidad intelectual que lo enaltece. En tal sentido, lo ubico junto a Martín Caparrós, Jorge Lanata, Marcelo Zlotogwiazda y otros comunicadores del mismo palo, que han sido capaces de advertir y denunciar la mezcla de cleptocracia y autoritarismo que caracteriza a ese modelo Siglo XXI del nacionalpopulismo que representa el kirchnerato. No comparto casi ninguna de las opiniones políticas de esos periodistas, pero destaco y valoro el umbral ético a partir del cual las expresan.
 
Por debajo de ese nivel, claramente, están los adláteres gubernamentales del llamado campo popular, que incluye a los intelectuales de Carta Abierta y -para mi dolor y sorpresa- a personas de respetabilísima trayectoria como Víctor Hugo Morales o Alejandro Dolina. Por supuesto que dejo fuera de este análisis a los amanuenses a sueldo, como -por ejemplo- los integrantes del programa televisivo "6-7-8-", o los miembros del "think-tank" K, empezando por su estrella, Horacio Verbitsky.
 
Volviendo a Tenembaum, me llamó la atención la confesión de las primeras páginas, con la que explica su adhesión inicial a Kirchner. Fue, dice, por "sus enemigos", que "lo dignificaban", puesto que según su impresión, eran los que no compartían el ideario progresista y, por ende, resultaban responsables de nuestra situación de entonces. Curiosa línea argumental para alguien que, al final del mismo libro, abomina de la manía K por ver (y castigar) enemigos por todos lados, señalando con acierto que esa conducta llevó directamente al fracaso del gobierno en su conflicto con los productores ágrícolas en 2008 y a su declive político (espero que) irreversible. Aquí, una digresión: el episodio de las increíbles denuncias del ex presidente sobre la supuesta intencionalidad política de los incendios en las islas entrerrianas ("Dejen de quemarnos los campos a los argentinos"), visto a la distancia, simplemente mueve a risa...
 
Es posible también que entre 2003 y 2010 el pensamiento de Tenembaum haya evolucionado, digamos, hacia posiciones más preocupadas por aspectos tradicionalmente considerados "accesorios" por el progresismo, como la calidad institucional o la capacidad de diálogo con el adversario. Del mismo modo, hay que reconocerle su clara postura crítica ante sucesos que expresan la corrupción enquistada en el seno del gobierno.  Sin embargo, uno no puede menos que preguntarse los motivos por los que las evidencias disponibles sobre el comporamiento de los Kirchner en los malditos noventa (algunas de las cuales son señaladas por el autor) no representaron unas advertencias suficientes sobre lo que podía pasar.
 
La obra resulta muy interesante porque, más que periodismo de investigación, contiene una serie de reflexiones sobre la política argentina de los últimos años y, por ello, constituye un aporte al debate de ideas, una práctica que en nuestro país es reemplazada con demasiada frecuencia por la descalificación y el insulto.

1 comentario:

ars dijo...

Excelente comentario, Mike.