martes, julio 20, 2010

Felíz día, amiguito


El término está algo banalizado. Hay tipos que tienen como 854 amigos en Facebook, a la gran mayoría de los cuales nunca han visto cara a cara. Así que muy lejos están de haber compartido con ellos una lágrima por una pena de amor o un abrazo por un gol de 30 metros. Y aún así sostienen que son sus amigos.

Claro, están los otros. Son esos que tienen una trayectoria en común con vos, desarrollando la cual conformaron una historia de sinsabores y alegrías que vos y él conocen desde sus orígenes. Me refiero a esos momentos de vida implícitos, que ninguno de los dos necesita llevar al plano explícito, porque no hace falta.

Algunos son de vieja data, los de la infancia y adolescencia; otros se relacionaron de manera más reciente, pero con igual intensidad. Porque la amistad no es (o, no sólo es) cuestión de antiguedad, sino de espesor, de profundidad.

El sentimiento contiene muy elevadas dosis de tolerancia, porque al amigo uno es capaz de perdonarle todos los defectos, salvo la deslealtad (y a veces, hasta eso). Es una expresión del amor entre los seres humanos, que en muchas ocasiones alcanza niveles supremos.

Como un año atrás, se me ocurre que el Negro Fontanarrosa es, para los argentinos, el personaje que mejor representa los valores y principios de la amistad, por eso he querido ilustrar esta nota con una imagen de sus últimos tiempos.

Porque este post está dedicado a mis amigos. Ellos y yo sabemos a quiénes nombro tanto.

1 comentario:

ars dijo...

Un abrazo, amigazo.