miércoles, enero 26, 2011

Veraneo en Punta




Las etiquetas en política cada vez tienen menos valor, pero su simbolismo aún perdura en el imaginario colectivo.


El rótulo "es de derecha", por ejemplo, significa que -a priori- quien lo lleva adherido es insensible, contradictorio, autoritario, presunto golpista, visceralmente antidemocrático. Una suerte de monstruo diabólico. 

En tanto, quien porta el marbete "es de izquierda" podrá decir  o proponer cualquier barrabasada, pero se le considerará ex ante como un demócrata con profunda sensibilidad social, un individuo abnegado, una persona  coherente con su inclaudicable militancia en favor de los pobres, de los más necesitados. Algo así como un santo impoluto.

Es por ello que Raúl Castro, por ejemplo, puede anunciar la eliminación de medio millón de puestos de trabajo en Cuba sin que el progresismo urbi et orbi siquiera pronuncie una tímida protesta. Se trata del número dos (en ejercicio del número uno) en el paraíso socialista, donde como todos sabemos, gobiernan los trabajadores para los trabajadores y los ajustes neoliberales son crímenes de lesa humanidad.

En otro plano y otro lugar, la presunción de inocencia derivada de la etiqueta  permite que la tremebunda jefa de la organización Tupac Amaru, la jujeña Milagro Sala, al ser descubierta (porque trató de ocultar su rostro a quien la filmaba) en un caro y lujoso hotel de Punta del Este, pregunte enojada por qué un negro (sic) no puede ir al Conrad.  Ella sabe que el rótulo la protege, por más que alguien pretenda averiguar si el lujoso veraneo se financia con una parte de los ingentes fondos que el gobierno nacional le provee a su organización.

"¿Qué pecado cometí?", preguntó también Milagro. Quizá alguno de sus militantes de base pueda responderle.

1 comentario:

ars dijo...

Es inútil, Mike.