martes, agosto 16, 2011

Son los incentivos, estúpido



El contundente triunfo de Cristina Fernández en las recientes elecciones primarias, con porcentajes y márgenes que ni el más optimista de sus partidarios y partidarias imaginaba, tiene para el autor de este blog una explicación más o menos sencilla. Esta afirmación no debería ser tomada como un oportunista "yo sabía", porque quien esto escribe tampoco imaginaba un resultado así, por lo que en estos días ha tratado de comprender la realidad sin caer en explicaciones fascistoides como las que gastan los Fito Páez o los Forster de este mundo. Aquí van mis modestas conclusiones

El modelo productivo de raíz diversificada no es productivo ni diversificado, sino un conjunto más o menos heterodoxo de acciones destinadas a estimular el consumo, antes y por encima de toda otra consideración. Para que fuera productivo debería hacer énfasis en la inversión, y para ser diversificado no debería depender casi exclusivamente de las exportaciones primarias como en las mejores épocas de la denostada "oligarquía", pero nada de eso ocurre.

Las clases medias se benefician por las consecuencias de la combinación de unas políticas monetaria y fiscal muy relajadas con la maraña de subsidios y controles de precios, mientras que para los estamentos de bajos ingresos (con amplias capas sumergidas en la economía no registrada y por debajo de la línea de la pobreza)  está el clientelismo disfrazado de "acción social". La prolongación en el tiempo de estos incentivos ha generado la sensación de que la economía está bien, lo cual no es irreal ni mucho menos: en el día a día, el ciudadano de a pie puede comprar despreocupadamente, mientras los escandaletes que aparecen en la tapa de los diarios -que la mayoría no lee-  se convierten apenas en un paisaje urbano de mero carácter decorativo. Lo que puede ocurrir el año próximo no influye en las decisiones de compra presentes, y después de todo, el resto del mundo, el de los ex países normales, no parece ser un ejemplo a seguir.

La oposición ha pecado de soberbia, eso está claro, a partir de los egos desmesurados de sus líderes. Los motivos por los cuales el autodenominado progresismo de Alfonsín, Binner y Carrió no ha logrado ofrecer a los votantes una opción consensuada de centroizquierda -que bien podría haberse dirimido en estas primarias- es materia de análisis para los politólogos. Pero su problema, me parece, va más allá de esa fragmentación y de ciertos dislates tácticos. Proviene, a mi modo de ver, del mensaje emitido a la sociedad, que puede sintetizarse como un "kirchnerismo de buenos modales".

Por el lado de un presunta y desacreditada centroderecha la cuestión ha sido parecida, agravada quizá por la decisión de Macri de concentrarse en su distrito. Así, la oferta del fragmentado arco conocido como "peronismo disidente", no pasaba de un poco creíble "kirchnerismo con menos corrupción". Entonces, puestos a elegir entre copias del modelo y el original, los votantes se volcaron a este último.

Con la reelección casi en el bolsillo (o, mejor dicho, en la cartera Louis Vuitton) el gobierno debería recordar aquel viejo dicho sobre las segundas partes, que se cumplió por ejemplo, en los segundos gobiernos de Roca, Perón y Menem. También podría relajarse un poco si aceptara que quizá sobreestimó el poder de la corpo mediática.

Vox populi, vox dei.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo, salvo en el antepenúltimo renglón.
cierto que los 3 tuvieron un segundo mandato, y el de roca no fue tan exitoso como el primero, pero los otro dos....sobre todo el pocho...

miguel

Mastrocuervo dijo...

@ Miguel:

En mi opinión, Roca fue un estadista y en buena medida creo que la Patagonia es argentina gracias a él. No obstante, su segundo gobierno fue, como vos decís, menos exitoso. En cuanto al Pocho y el yiojano, lo menos que se puede decir es que después de ser reelectos con muchísimo apoyo, sus imágenes cayeron con una rapidez impensada.
Saludos.