jueves, julio 01, 2010

Angustia futbolera


El Mundial de Sudáfrica entró en su fase definitoria. La condición de elminatorio que tiene cada partido le da una característica muy particular al campeonato, no sólo al confrontarlo con las ligas locales (donde juegan todos contra todos, y en muchos casos incluyen una rueda de revanchas) sino también comparándolo con torneos como la Copa Libertadores, en la que los partidos de la etapa final son de ida y vuelta. No podría imaginarse un escenario más dramático.

¿Cómo mantener la calma, entonces? ¿Es posible pretender de nosotros -apenas unos sufridos hinchas- ecuanimidad, equilibrio, objetividad?

En menos de treinta y seis horas, la selección argentina se estará midiendo con Alemania. Los teutones infunden miedo, más que respeto, tras su contundente triunfo sobre Inglaterra.  ¿Cómo no sufrir por adelantado?

Las peores pesadillas de los argentinos, en estos días, tienen por protagonistas a Klose encarando a Demichelis. Revolviéndose en la cama, el hincha albiceleste se esfuerza por borrar esa imagen con una de Carlitos rematando al gol  tras una gran apilada de Messi. No es fácil, y nadie dijo que iba a serlo.

¿Dos líneas de cuatro para aguantar la potencia de los germanos y sorprenderlos de contra? ¿O mejor jugarnos la nuestra con un planteo ofensivo? Maradona parece haberse decidido por esto último.

Yo espero que el equipo, cualquiera sea su plan táctico (o aún cuando no lo tenga),  muestre grandeza. Esto significa pelear por la victoria con buenas armas, incluyendo todo el vigor lícito posible.

Es curioso lo que despierta el fútbol. Esta selección argentina ha recorrido un camino tortuoso hasta aquí. Empezó mal las eliminatorias bajo la conducción de Basile, quien tuvo que renunciar. Asumió Maradona basado en su pasado como incomparable jugador, ya que no tenía pergaminos que mostrar como DT. La conformación de su equipo de trabajo fue poco menos que escandalosa, con enfrentamientos cruzados entre el presidente de la AFA, el manager Bilardo, el mismo Maradona y hasta el impresentable Oscar Ruggeri,con su insólita pretensión de integrarse al cuerpo técnico a cualquier costo.  Escenas más propias de una disputa entre bataclanas de un cabaret de cuarto nivel que de un staff profesional dispuesto a conducir a un plantel de deportistas de alta competencia. Las penurias de la fase eliminatoria fueron consecuencia lógica de semejante desbarajuste.

La clasificación y el paso del tiempo parecieron serenar los ánimos.  El fixture del torneo -nos tocó un grupo bastante accesible, como se dice ahora-  ayudó, permitiendo que creciera la confianza. En términos estrictamente futbolísticos, el equipo desarrolló su tremendo potencial ofensivo y patentizó sus problemas defensivos. Luces y sombras, es lo que hay.

En estas instancias decisivas, las cuestiones técnico-tácticas son sólo un componente del rendimiento, y no el más importante. Quizá el principal tenga que ver con aspectos psicológicos o anímicos: el temple que cada jugador tenga para desplegar sus recursos, las reservas físicas y anímicas, la actitud ganadora. Y la suerte, porque la diosa Fortuna también mira el Mundial desde su litera en el panteón romano.

Decía, vuelvo atrás, que es curioso lo que despierta el fútbol. Maradona no me resulta una figura simpática. Todo lo contrario, creo que representa o posee varios de los peores atributos de nuestra identidad:  la incapacidad para hacerse cargo de los errores ("me cortaron las piernas"), la soberbia y la fatuidad en los momentos favorables, la tendencia al exceso y a las conductas descontroladas, la disposición para sacar ventajas con engaños. Por lo tanto, creo que envía un mensaje negativo a la juventud que, en caso de coronarse campeón, puede confundir el mérito deportivo con una actitud ante la vida reñida con determinados principios y valores.

Sin embargo, y a sabiendas de todo esto, quiero que le ganemos este sábado a Alemania. Repito: no me pidan objetividad. Se trata de fútbol.

La imagen es de la obra "El grito" (1893) del pintor noruego Edvard Munch.

1 comentario:

ars dijo...

Y no solo lo dicho, Mike. Hay que hacer sonar a ese pulpo de porquería...