miércoles, diciembre 01, 2010

Seguridad y progresismo



La seguridad de los ciudadanos no es un tema que figure en la agenda del autodenominado pensamiento nacional & popular. Al contrario, su sola mención merece la descalificación fulminante del progresismo vernáculo, catalogando de autoritario o -con menos eufemismo- hasta de fascista a quien lo haya hecho.

Hace unos pocos años, Juan Carlos Blumberg -padre de un joven asesinado por una banda-  solía aparecer  en los medios de comunicación motorizando el enojo popular por las crecientes  frecuencia y virulencia de espisodios criminales. Los bienpensantes toleraron a duras penas el espectáculo de las multitudinarias movilizaciones que su prédica generó, hasta que finalmente tuvieron su revancha. Cuando se supo que el hombre no era ingeniero, como se había presentado, su estrella se apagó tan velozmente como se había encendido, mientras el progresismo redondeaba su diagnóstico secuencial: partidario de mejorar la seguridad, falso ingeniero, fascista. Él y quienes lo escucharon y/o lo siguieron, todos en la misma bolsa. A otra cosa.

Sin preocuparse por quedar, objetivamente, alineados con la absurda argumentación oficialista de la "sensación de inseguridad", los predicadores nac & pop no sólo no han variado su postura, sino que la han consolidado. El andamiaje argumental sobre el cual se paran está sostenido, bueno es recordarlo, por el juez Eugenio Zaffaroni, miembro de la Suprema Corte de Justicia. La profundidad de esta concepción ha llegado al extremo de naturalizar el uso de una palabra, represor, para calificar a los criminales de la última dictadura militar, con lo que se asocia no demasiado subliminalmente a la represión del delito -una función esencial del Estado de derecho y de sus organismos de seguridad-  con las prácticas aberrantes de aquellos asesinos y torturadores.

El asunto viene a cuento a raíz de las acciones emprendidas la semana pasada por las autoridades brasileñas en las favelas de Río de Janeiro, procurando restablecer el control del Estado en las áreas que estaban bajo el dominio de los narcotraficantes. Puesto en blanco sobre negro: se trató del empleo de efectivos policiales y militares por parte del gobierno de centroizquierda, para reprimir con contundente energía a la delincuencia, empleando armamento sofisticado, vehículos blindados y helicópteros.

No escuché comentarios de nuestros quizá un tanto atrasados transversales al respecto. No es sorprendente, ya que en realidad casi nunca se refieren a Lula, ese ex obrero industrial cuya gestión -que se reivindica como progresista-  ha tenido ciertas características que a ellos parecen incomodarlos. Más fácil les resulta  regodearse con la casi cotidiana verborrea de Chávez, el mandamás de un país cuyos niveles de criminalidad vienen creciendo a un ritmo febril.


La imagen pertenece al portal  Boston.com.  Para ver más (impresionantes) fotos de la represión a los narcotraficantes de Río de Janeiro, pulsar aquí.

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