jueves, julio 12, 2007

EL JOVEN MARAVILLA

El partido era chivo, como todos lo habíamos previsto. La selección empezó siendo superior a su rival, pero ya hacia los 20 minutos los mexicanos emparejaron el trámite. Esta vez no hubo control de pelota desde el inicio porque el rival no se aglutinaba atrás, sino que trataba de plantear el partido de igual a igual. El poste derecho de Abbondanzieri daba fé de ello. El gol de Heinze vino muy bien, pero nada estaba dicho.

El comienzo del segundo tiempo daba para pensar que la cosa seguía siendo compleja, y otro pelotazo en un palo confirmaba esa sospecha. Hasta que...


... Clark Kent se ocultó en una cabina telefónica próxima al estadio para vestirse con las ropas de Messi, y entró a la cancha. Nadie se dio cuenta, porque lo hizo con su supervelocidad. Enseguida, avanzó por el costado del área mexicana, pateó hacia arriba y desvió la trayectoria de la pelota con su visión de rayos equis, hasta alojarla en el arco rival lejos del alcance de Sánchez.

Ahí terminó el partido, aunque faltaba media hora. Fue como en esas peleas donde un boxeador recibe, allá por el quinto round, una piña que no lo noquea pero de la que no puede recuperarse: los restantes asaltos estarán de más.

Encima, Riquelme tiró el (muy dudoso) penal como lo tiró...

Ahora viene Brasil. No quiero caer en el exitismo, y además Perogrullo diría que Brasil es Brasil. Pero creo que esta es la selección más floja de ese país desde la del 74. También está claro que nuestro equipo dió el salto de calidad que se esperaba, con rendimientos individuales muy buenos (Mascherano, Riquelme, Cambiasso, Tévez). Y encima, tiene al Joven Maravilla...

Exitista no, optimista.

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