miércoles, agosto 01, 2007

NEGRO SIN TIEMPO

En mi modesta opinión, Mariano Mores ha dado al tango varias de sus más hermosas páginas. Escribió "Cuartito azul" cuando tenía apenas 20 añitos, "Uno" a los 25 y "Cafetín de Buenos Aires" a los 30. Aún hoy, rondando los ¡90! pirulos es un gran referente (aunque cuestionado por muchos) del tango, pero creo que fue en aquella época de su vida cuando alcanzó el punto más alto de su magnífica creatividad.

Las letras de Joan Manuel Serrat representaron para mí la apertura de una ventana a través de la cual encontré, en simultáneo, el romanticismo y la rebeldía. Fue gracias a él, además, que conocí a Antonio Machado. Mi enorme admiración por el Nano quizá alcanzó la cumbre en torno al momento registrado en este video.



Pero lo que hizo después (años más o menos) me parece que nunca llegó a esas excelsas alturas. Más aún, pienso que en los últimos años su desempeño ha ido dibujando una lenta pero inexorable curva descendente, lo cual es natural y no invalida en lo más mínimo sus méritos.

Otro ejemplo. Les Luthiers han creado una forma de hacer humor que -hasta donde yo conozco- no tiene puntos de comparación. ¿I Medici? ¿Midachi? ¡Por favor!

Sólo los Monty Python treparon a cumbres parecidas. Mundstock y sus compañeros hoy siguen vigentes, pero convengamos que sus producciones actuales están lejos de maravillas como esta:




No creo que vuelvan a semejante despliegue de calidad, y además ya no les dan las tabas para hacer tales desplazamientos. En fin, cosas de la vida...

Insisto en que hago estos comentarios desde el lugar del admirador cuasi fanático, que comprueba con dolor cómo el paso del tiempo deja su marca incluso en creadores del fuste de los que acabo de nombrar. Esto no quiere decir que hoy no disfrute de una canción del Nano ni de un espectáculo de LL.

La excepción es el Negro Fontanarrosa. Sólo a ese genio fenomenal que (como lo expresó lúcidamente Hernán Casciari acá) se nos ha muerto por unanimidad, el transcurso de los años no pudo hacerle mella. Uno lee con igual placer aquellas tiras viejas de Boogie y las más cercanas de Inodoro. Su potencia creadora, lejos de amainar, parecía ser capaz de crecer sin techo con el paso de los años.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

(Gracias a Zeta y Esteban M.)

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