domingo, marzo 09, 2008

¡De acá!


El asunto se me había ocurrido hace un par de días, cuando estaba en pleno desarrollo el culebrón televisivo también denominado Cumbre presidencial, en la República Dominicana. Pero antes de que pudiera volcarla a un post, me ganó de mano el periodista Claudio Jacquelín, en una nota que publica hoy La Nación (*). No importa, los creativos siempre estamos expuestos a ese tipo de riesgos.

Lo que quería expresar era que empezando por la virulenta reacción del líder bolivariano ante la muerte del jefe de las FARC en Ecuador, pasando por las trompetas de guerra que creyó escuchar (quizá por estar demasiado cerca del Olimpo donde lo esperan Vladimir Uliánov y Yosif Dzugashvili)) el ex comandante y hoy compañero cubano, y culminando con el intercambio de gruesos epítetos seguido del rápido acuerdo final, la totalidad del reciente episodio me hizo acordar al personaje del dictador de Costa Pobre con que Olmedo satirizaba a los patéticos autócratas latinoamericanos.

No es para reirse, por supuesto. En situaciones como esa, una pequeña chispa puede encender la mecha. Pero no puedo dejar de pensar en lo tragicómico del cuadro, donde todos los participantes parecían actores de un sketch destinado a entretener al frente interno de cada uno.

Al final, no quedó mucho. Aunque quizá pueda decirse que la temeraria acción de Uribe puso en blanco sobre negro algunas cosas:

  • había un campamento de las FARC, donde estaba nada menos que el segundo jefe de los terroristas, instalado en territorio ecuatoriano.
  • el guerrillero muerto ("asesinado" no parece un adjetivo apropiado, en tanto se trataba de un miembro de una organización que se autodefine como un ejército que combate contra el gobierno colombiano) había mantenido comunicaciones con un alto funcionario de Ecuador.
  • el presidente venezolano no sólo adhiere con fervor a las FARC, sino que les provee, entre otras cosas, financiamiento. Eso es mucho más que "respetarlos", como dijo hace poco.
  • Brasil está en otra cosa. Y Lula no siente necesidad de aparecer en la foto
  • Sarkozy también juega otro partido. Y se desespera por la foto.
  • algunos funcionarios argentinos parecen profesar cierta.. admiración nostálgica por Tirofijo y su grupo.

(*) Jacquelin comete el furcio de identificar al Yéneral González con el Dictador de Costa Pobre, cuando fueron dos personajes distintos.

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