martes, febrero 02, 2010

Por un puñado de dólares


No me preocupa saber si la adquisición de la bicoca de dos millones de dólares por parte del ex presidente Kirchner, en octubre de 2008, fue o no lícita. Ni siquiera me interesa conocer si para concretar la operación se sirvió de información privilegiada a su alcance, logrando por ello una excelente y rápida utilidad.

En cambio, me gustaría identificar la fuente ideológica en la que NK abrevó para decidir esa inversión. Tal vez lo hizo inspirado en algún manual de don Arturo Jauretche, el fundador de FORJA; o en los esclarecedores textos de Juan José Hernández Arregui, aquel guía intelectual de los montoneros de antaño; o en cualquiera de las encendidas páginas escritas por el gordo J. W. Cooke.

O quizá recurrió, entre sus preferidos nac&pop, a autores de mayor enjundia técnica, como el venerable estructuralista Aldo Ferrer o el Premio Nobel Stiglitz.

Vaya uno a saber.

Pero no es la única incógnita que me acosa. También quisiera saber qué opinan los que son del palo, los militantes insobornables del campo nacional y popular y por lo tanto oficialistas más o menos consecuentes. No me refiero a los amanuenses a sueldo, del tipo de Orlando Barone o cualquiera de los periodistas del programa televisivo 6-7-8, sino a los kirchneristas críticos tan dispuestos a justificar tropelías para luego lamentarlas, siempre demasiado tarde, como Sabbatella y Lozano. Y a los sesudos firmantes de cartas abiertas que nos advierten contra la derecha restauradora y los planes destituyentes.

Todos ellos, fervorosos enemigos de los despreciables buitres y las repugnantes ratas del Riachuelo que lucran comprando barato y vendiendo caro.

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