miércoles, febrero 10, 2010

Una difícil herencia


La gestión kirchnerista va a dejar a quien le toque sucederla, una situación muy complicada desde diversos puntos de vista, empezando por la cuestión económica. El desbocado aumento del gasto público terminó por devorarse sin mayores sobresaltos al superávit primario, demostrando que la voracidad fiscal era, como varios lo suponíamos, muy capaz de esterilizar el crecimiento de la producción derivado de la ventajosa coyuntura internacional entre 2003 y 2008. En el camino quedaron los fondos confiscados del sistema jubilatorio de capitalización.

Como consecuencia de ello, en algún momento la tesorería deberá afrontar el dilema de una reasignación de recursos fiscales para responder a un abanico de necesidades de grueso calibre, entre ellas:

  • los graves desequilibrios en las finanzas provinciales (que hoy mismo ya tienen dimensiones muy preocupantes).
  • una maraña de subsidios a diferentes actividades que en la actualidad apenas logran sostener la operación corriente a raíz del retraso de los respectivos cuadros tarifarios, y que han renunciado -en forma quizá definitiva- a la reposición del capital consumido.
  • una demanda por bienes públicos en áreas críticas (salud, educación, seguridad, energía, infraestructura vial, etc.) que cada vez soporta menos las postergaciones sine die.
  • los daños en las economías hogareñas y en las empresas provocados por una inflación que ya no logran enmascarar las maniobras en el Indec ni las pintorescas declaraciones del ministro Boudou.

Todo ello podría ser aún más complicado si la foto actual empeorase, por ejemplo en caso que -como ya lo están advirtiendo algunos agoreros destituyentes de la derecha- la política monetaria "desarrollista" hoy en ciernes termine retrotrayéndonos a los buenos viejos tiempos del déficit cuasifiscal (diferencia negativa entre los rendimientos de los activos del BCRA y los costos de sus pasivos).

Pero más allá de estas especulaciones, creo que hay otro aspecto de la herencia para el futuro gobierno que es muy preocupante, y que tiene que ver con una cuestión social de fondo.

Existe un demasiado amplio sector de ciudadanos que no solamente vive del subsidio oficial, como consecuencia del clientelismo gubernamental que se ha transformado en una lacra, sino que considera que esa es la manera normal de ganarse la vida, por lo cual cree que concurrir al piquete es su "trabajo". Hay más de una generación de víctimas sumergidas en esa marea, lo que significa que muchos chicos y jóvenes nunca han visto a sus padres levantarse por la mañana para ir a trabajar.

Que esto continúe así después de más de seis años de un gobierno supuestamente preocupado por mejorar la situación de los más atrasados, que además ha disfrutado -como se señala más arriba- de condiciones favorables por las cuales la economía experimentó un período de fuerte crecimiento, no puede menos que ser una evidencia del fracaso de quienes gustan llenarse la boca perorando sobre su infalibilidad redistributiva.

Pero, además, lo descripto ha sido caldo de cultivo para el tipo de cacique al que se refiere el artículo de Crítica Digital cuya imagen ilustra este post, que no trepidará en tratar de ejercer un perverso mecanismo de extorsión en defensa de la gente si viera peligrar su interesante negocio a costas del fisco. Si ahora amenaza de esta forma, cabe preguntarse a qué se atreverá cuando las autoridades no pertenezcan a su exclusivo círculo de amistades.

Una versión en apariencia menos bizarra de esto pero aún más peligrosa por sus hondas raíces en negocios de la peor calaña imaginable, lo constituye el sindicalismo que, al amparo de una alianza de mutua conveniencia con el oficialismo, ha construido un esquema de poder de tenebrosos alcances.

De algo estoy seguro: el (la) próximo(a) ocupante del sillón de Rivadavia no la va a tener fácil.

***

Upgrade del 11 de febrero: Carlos Melconian comenta hoy en "La Nación" la misma temática económica de la que se ocupa este post, aunque por supuesto que lo hace con superior enjundia y mayor caudal de información. Eso explica, entre otras cosas, por qué él es Melconian y yo... apenas Mastrocuervo.

Me interesa resaltar los siguientes párrafos de su nota:

Las necesidades de fondos fiscales para 2010 son de $ 40.000 millones (aproximadamente, $ 20.000 millones por lo que sería déficit del Tesoro, $ 7000 millones por déficit de los fiscos provinciales -más sus vencimientos de deuda menos lo que está acordado refinanciar por la Nación- y $ 13.000 millones por vencimientos de la deuda pública nacional en pesos por capital e intereses netos de lo que se autocobrará el sector público por títulos que tiene tras la toma de las AFJP) y US$ 6500 millones también por vencimientos de deudas del Estado, pero en dólares.

El Fondo del Bicentenario, se supone, calza con este último agujero. Como se ve, aun consiguiendo algún financiamiento externo (cada vez más difícil por cuestiones internas y externas), el tema fiscal no estará resuelto, ni en monto ni en tipo de moneda (faltan pesos más que dólares).

(...) Por otro lado, ¿quiénes tendrán la voz cantante en la mesa de negociación del Congreso para, simultáneamente, llevar al menos al equilibrio operativo a los fiscos nacionales y provinciales a diciembre de 2011? Como se ve en los números proyectados, algo así como $ 30.000 millones ($ 20.000 millones más $ 10.000 millones), que es el monto a que han llegado los déficit operativos de Nación-provincias, de los que alguien se tendrá que hacer cargo a mediano plazo.

Amigo lector: si llegó hasta aquí, le sugiero que dedique a esto un momentito más y, cliqueando en el ícono que encontrará más abajo, lea la nota completa de este economista, que entre sus interesantes virtudes tiene la de utilizar un lenguaje llano y fácilmente comprensible para un lego en la materia (cosa bastante rara en la profesión).

OpiniónSálvese quien pueda

Carlos Melconian

lanacion.com | Economía | Jueves 11 de febrero de 2010

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Mastrocuervo:
Dos comentarios:
Uno: Ud. siempre poniéndole palos en la rueda a este gobierno progre!!!
Dos: No sea humilde, a Ud. le entendí más que a Melconian.
Saludos
El Abuelo Lelo

Mastrocuervo dijo...

Lo que pasa, Lelo querido (el pueblo está contigo) es que hace demasiados años que andamos juntos, por eso te parece que me entendés más fácil...
Y sí, a los progres-K ni justicia...

Urboterra dijo...

Ser Mastrocuervo no es poca cosa.
Yo me quedé un poco en la de Melconian también: ando falto de vocabulario y numeritos.
Lo que vos decís está muy bien. Y es muy grave.
Qué pena hacer un balance despue´s de doscientos años y ver que andamos tan mal en tantas cosas.
Habrá que fortalecer lo bueno.
Salut,
El del Fort Pienc.
PD: buena la cita de Wilde. Qué capo que era ese.