viernes, enero 11, 2008

Un pasito adelante



Un par de días después de que su ministro de economía marcara un posible record mundial en materia de brevedad de mensajes televisivos, la gobernadora Fabiana Ríos decidió salir a la palestra para dar a conocer a la población lo que piensa hacer para modificar la muy preocupante situación del sector público fueguino.

Presentó una descripción descarnada del calamitoso estado en que su equipo encontró las finanzas estatales, descargando las culpas sobre su antecesor sin pelos en la lengua y anunciando una batería de medidas. Uno podría señalar que esto se produce cuando ya han transcurrido casi siete meses (seis de la transición y uno de gestión) desde su triunfo electoral, y lamentar el valioso tiempo perdido.

También -por la secuencia de las declaraciones y las acciones registradas en ese período- se podría conjeturar que el ARI local quizá no pensaba ganar; que una vez que ganó, le costó asumir la diferencia entre ser oposición y ejercer el oficialismo; y que recién ahora pone manos a la obra. Pero en todo caso esta es una valoración política del pasado (aunque sea reciente), siendo más importante lo que habrá de ocurrir de aquí en más.

Hay que admitir además que Ríos hereda a la peor gestión de la historia fueguina, y que no corresponde hacerle cargos por sus consecuencias presentes. También es cierto que el conjunto de la clase política (con las excepciones de las dos administraciones municipales de la época) acompañó por acción u omisión el "megapase", nave insignia de la rocambolesca armada colazo-coccarista. Y que su instrumentación contó con el apoyo de la legislatura de entonces, en la que los referentes aristas plantearon sólo objeciones menores y votaron a favor, mientras algún dirigente gremial estatal se regodeaba celebrando la supuesta "redistribución de la riqueza" que según él la medida implicaba.

Más allá de cualquier especulación al respecto, lo cierto es que al gobierno de Ríos le toca afrontar la gravedad del cuadro que ella acaba de describir. En ese contexto, el mensaje de la gobernadora implica un paso adelante: por primera vez se apunta a controlar y reducir el gasto público. Hasta ahora sólo se había planteado la necesidad de incrementar los ingresos aumentando la presión impositiva.

Vuelve a llamar la atención que se confunda "crisis fiscal" con "crisis económica", lo cual no condice con las páginas de los diarios locales pobladas de avisos de empresas que buscan empleados. En una economía en crisis el empleo no crece, sino que disminuye.

Es posible que en las filas oficialistas todavía no se hayan formulado algunas preguntas de cuyas respuestas podrían surgir claves para encarar los problemas. Por ejemplo:

  • Si el Estado debe existir sólo para pagar buenos sueldos a sus empleados, o bien para proveer bienes públicos y servicios como los de salud y educación al conjunto de la población, y hacerlo con eficiencia (lo que implica remunerar en forma adecuada al personal).
  • Si tiene sentido que "empresas" estatales repartan "excedentes" entre sus empleados, en lugar de aplicarlos -en caso de existir realmente- a invertir en el mejoramiento de sus servicios o en abaratar sus costos para los habitantes de la provincia.
  • Si la calidad de los servicios estatales constituye un valor prioritario a atender. Y si la opinión de los ciudadanos al respecto tiene importancia.
  • Si el sector privado sólo existe para pagar el monto de impuestos necesario para financiar cualquier nivel de gasto estatal.
  • Si el excedente del sector empresario es una especie de deleznable pecado mortal o, por el contrario, una fuente de financiamiento de la inversión necesaria para que la economía produzca más y mejores bienes para el consumo de la población.
El tiempo dirá si las medidas anunciadas son eficaces y suficientes. El fiel cumplimiento del octavo mandamiento ("no robarás", remember?) ayudaría mucho a mejorar la atmósfera que respiramos. Y, last but not least, la relación con las autoridades nacionales será una variable decisiva en la resolución de la crisis, terreno en el que resultará más útil la capacidad de negociación que el "ideologismo".

Lo único casi seguro es que las próximas semanas van a resultar muy entretenidas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido con Usted licenciado.

Lo que me desasosiega es que no se pueda depurar el padrón de empleados públicos que no tienen asignadas tareas específicas en planta (ni hablar siquiera si son idóneos o no).
Es decir, no comparto la idea del "no vamos a echar a nadie". Si hay que sacar gente que no aporta nada bueno, habrá que asignarle tareas, o echarlos directamente.
Hay conquistas sindicales que son retrógradas.