lunes, mayo 05, 2008

Bolivia


¡Qué difícil me resulta formarme una opinión respecto de los conflictos actuales en Bolivia! O, mejor dicho, lo que no llego a construir en mi interior es una visión definida en blanco-sobre-negro, porque antes surgen demasiados matices del gris...

Por un lado se me aparecen las referencias al racismo más cerril, a partir del gesto adusto de quienes no se preocupan por reprimir expresiones despectivas contra "ese indio"... Reflejos vigentes de una sociedad con signos de fragmentación, de muy larga data y triste memoria, enraizados en los subsuelos más oscuros del alma humana.

Por el otro, la cuestión aparenta ser una réplica del clásico conflicto interior-centralismo capitalino, con la puja por la distribución regional de la renta. Casi una versión renovada de la antigua antinomia entre federales y unitarios, o entre porteños y provincianos, que además en los días que corren está reapareciendo en esta Argentina que se empeña, estúpida y vacua, en volver a andar a paso de cangrejo...

¿Será posible que, una vez más, los distintos grupos sean incapaces de sentarse en torno a una mesa y, antes de pronunciar palabra, escuchar al de enfrente? ¿Cuánta gente tendrá que morir aún para que sobreviva el supremacismo en cualquiera de sus versiones?

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