martes, mayo 20, 2008

Los Di Tella: una familia, un país


El libro del periodista Nicolás Cassese dedicado a la familia Di Tella me pareció muy interesante. Puede que en esta opinión influya mi predisposición favorable hacia la temática de la inmigración, originada tal vez en la ternura que me inspiran varios casos particulares que he conocido (como los de mis abuelos y mis suegros, o el de los "italianos del fin del mundo"), pero la obra tiene valores muy concretos.

Cassese rescata la fuerte impronta que los miembros más conocidos de la familia (el patriarca Torcuato y sus hijos Torcuato y Guido) imprimieron en la vida política, económica y cultural de la Argentina. Despliega, al mismo tiempo, un enfoque lúcido y -cosa rara- bastante ecuánime sobre casi un siglo de nuestra historia.

La cuestión del inmigrante, sin embargo, ocupa sólo el primer tercio del libro, dedicado al "fundador". Aparece entonces el italiano que escapa de una realidad compleja en su país de origen, y logra en base a su gran empeño construir un imperio industrial en su patria de adopción. El retrato presenta los rasgos del industrial con el "animal spirit" schumpeteriano necesario para identificar oportunidades de negocios y superar la adversidad, coexistiendo con los del empresario prebendario que crece al amparo de los contratos con la YPF estatal. Su relación de odio y conveniencia con el primer peronismo (murió en 1948) está muy bien descripta.

Su hijo menor, Guido, es algo así como la estrella del libro. Al igual que su hermano, fue ingeniero por el irresistible mandato paterno, pero pronto derivó hacia otros intereses. Economista doctorado en el MIT, escribió un par de importantes libros donde manifestaba su preocupación por el futuro del país. Factotum del hoy casi mítico Instituto Di Tella, cuna del arte irreverente de los sesentas, propició unas fuertes sacudidas a la sociedad pacata de la época con los happenings de Marta Minujin y las cuasi provocaciones de Romero Brest.

Pero fracasó como empresario. Su gestión al frente del conglomerado industrial pareció tocar el cielo con la manos al producir el SIAM Di Tella 1500, pero al poco tiempo -incapaz de competir con las grandes automotrices instaladas en la época de Frondizi- entró en una fase de declinación que sería irreversible. En la época de Lanusse, el Estado se hizo cargo de lo poco que quedaba de una empresa que había sido líder en América Latina.

Su hermano Torcuato estuvo durante muchos años bajo su sombra. Carecía de interés por los negocios, así que se especializó en sociología y se dedicó a la academia y la investigación. Tiene publicada una obra amplia y de valor reconocido.

A cada uno de ellos les pesó la condición de miembros de una familia acomodada. Quizá allí estuvo el origen del interés de ambos por la política, que se les manifestó desde la juventud. Guido, de ideas más bien conservadoras, perteneció primero a la democracia cristiana (donde conoció a Martínez de Hoz y Guadagni) y terminó -de modo un tanto impensado- en el gobierno peronista de los setenta, del brazo de Cafiero, por lo que durante el Proceso debió exiliarse tras ser torturado en su propia casa. Más adelante, sería ministro de defensa y canciller de Menem.

Torcuato (o "Tucho". tal su apelativo familiar), con un perfil más bien socialdemócrata, sólo tuvo un paso efímero y polémico (por sus declaraciones, antes que por sus acciones) por la secretaría de cultura del gobierno kirchnerista. Los dos aspiraron a que el peronismo se convirtiera en un partido de tipo laborista, que sintetizara el ímpetu nacionalista con una concepción de izquierda democrática. Pero quizá Torcuato sea de ambos quien más se desilusionó, tras haber declarado en 2003 que el futuro presidente era "el peronismo decente".

El libro también se ocupa de aspectos personales de sus protagonistas y lo hace con altura y respeto. Está bien escrito y el interés de la narración no decae en ningún tramo. Me pareció un testimonio valioso y bien documentado de un tramo importante de la vida nacional.

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