jueves, junio 11, 2009

Mejoramos y perdimos


Terminó el primer tiempo del partido contra Ecuador y, mientras preparaba unos mates en la cocina de mi casa, me dije que lo mejor que podíamos esperar era que no se cumpliera uno de esos axiomas en los que todo futbolero cree con fe inamovible. Ese que dice "Los goles errados en el arco contrario, los lamentarás en el propio".

Pensaba, claro, en las tres oportunidades dilapidadas en esos primeros cuarenta y cinco minutos. En el segundo tiempo el asunto volvió a mi mente cuando Gago falló de modo increíble otra definición. Ya era demasiado. El apotegma no podía menos que verificarse, y así fue.

Para colmo, la tortilla se dio vuelta en los últimos veinte minutos de juego, justo el tramo del partido que los expertos habían identificado -con fundamentos estadísticos, es cierto- como aquél en que los efectos de la altura de Quito comenzarían a sentirse en los pulmones y las piernas de los visitantes. Verdad relativa, como todas las relacionadas con este juego, ya que Argentina estuvo muy cerca de producir una goleada ante un rival que hasta el momento del primer gol, no le había provocado demasiada zozobra a Andújar.

Esta vez el DT volvió al planteo 4-4-2 y desplegó con acierto la táctica de mantener al equipo "corto", lo cual funcionó bastante bien. La última línea y la del medio sincronizaron siempre los movimientos (el debutante Otamendi, tras alguna duda inicial, se mostró muy sólido), mientras que Messi y Tévez se encontraban con frecuencia para sacar contragolpes. Enseguida tuvo una Carlitos, tapada por el arquero, y al rato se lo perdió la Pulga por milímetros. Por la media hora, otro buen avance terminó en un penal marrado por Tévez. Ecuador recién se había arrimado al arco a los 21 minutos, con un tiro desde el borde del área de Montero, a quien luego Zanetti anuló por el resto del juego.

En el segundo tiempo el desarrollo fue parecido, pero poco a poco nos fuimos metiendo atrás y resignando la posibilidad del contraataque. Los delanteros y los volantes tenían menos nafta en los tanques, y quizá los cambios deberían haberse hecho un poco antes. Pese a ello, el rival amenazaba sin concretar, hasta que un blooper de Zanetti le posibilitó a Ayoví conectar ese zapatazo fenomenal. Después ya no hubo energías ni tiempo para revertir la situación.

El fútbol es tan atractivo, entre muchos motivos, por su imprevisibilidad. Argentina mejoró bastante tras su inmerecido triunfo ante Colombia, y sin embargo esta vez perdió sin merecerlo.

Los rendimientos individuales fueron en general buenos. Heinze, tal vez espoleado por las duras críticas de P & M, generó dos avances argentinos que por poco no terminaron en gol. Gago y Battaglia quitaron, taparon y distribuyeron con criterio. El único que queda en deuda, para mi, es Messi, que no termina de redondear con la celeste y blanca una actuación como la que se espera de él.

Ahora vienen partidos muy difíciles, contra Brasil y Paraguay. Habrá que ver entonces si el equipo consigue concretar sobre el terreno lo que sus individualidades prometen. Ese objetivo hoy parece difícil de alcanzar.

Un párrafo aparte para Tévez, un tipo que siempre me ha caído muy bien, demostrando más de una vez ser una persona criteriosa e inteligente. Abordado por los periodistas, no subió al carro de la excusa fácil ni al de la justificación quejosa. "Cierro una etapa mala en la Selección en la que me expulsaron dos veces y para completarla erré un penal decisivo. No me lo perdono", declaró. El de la autocrítica es siempre un sendero confiable, que ojalá sepan transitar también los demás miembros del equipo.

Y dijo algo más: que jugar con la camiseta argentina mete presión. No es un dato menor. Lo que diferencia a los grandes jugadores de la media es, precisamente, que su rendimiento crece en los momentos difíciles. La figura de Maradona, a mi modo de ver, nunca (pero nunca, incluyendo el gol a los ingleses en 1986) alcanzó un nivel tan gigantesco como el que mostró en aquel partido ante Brasil durante el Mundial de 1990. Con un tobillo destrozado (para que pudiera jugar, hubo que colocarle una férula protectora) y ante un rival de un nivel fenomenal que nos estaba dando un baile memorable, Maradona fue capaz de armar una jugada increíble, rodeado por tres rivales, tras la cual lo dejó a Caniggia solo para definir. Me gustaría comprobar que Messi es capaz de ponerse el equipo al hombro de esa forma, en una parada muy barava como la que se viene contra los verdeamarelhos.

(La imagen pertenece a Clarín)

1 comentario:

ars dijo...

Amigo, me parece que estamos en el "horno". Pero, ya se sabe, la pelota nos da sorpresas y, por ahí, le ganamos a Brasil y Paraguay. Mientras tanto trato de hacerme a la idea del repechaje...