domingo, febrero 14, 2010

Hablemos un poco de fútbol


El paralelo es inevitable, hasta para el propio Diego Maradona: al igual que antes del mundial de México, las actuaciones del seleccionado en eliminatorias y en los amistosos previos al próximo torneo de Sudáfrica han sido desalentadoras.

En 1985, recordemos, nos clasificamos contra Perú con un empate dramático en el Monumental, después de que el árbitro brasileño (importa el detalle, porque solemos quejarnos de los perjuicios que los "referees" de ese país supuestamente nos ocasionan) apenas amonestara al defensor Julián Camino por propinarle una patada cuasi homicida a un rival a pocos minutos del inicio del partido, el último y decisivo de esa ronda. Luego vino el gol de Pasculli tras un desborde y centro del Dieguito brillante de aquellos tiempos (quien, sin embargo, a partir de allí fue anulado por la marca personal de Reyna), los dos goles con que los peruanos dieron vuelta el resultado y el empate sobre la hora tras una guapeada de Passarella, quien después de bajar con el pecho un centro "a la olla" mandó un derechazo que tras doblar las manos del arquero, parecía no terminar nunca de trasponer la línea. Un director de Hollywood no hubiera imaginado mejor el dramatismo de la secuencia.

Lo de 2009 resultó bastante parecido. El match contra Perú fue el penúltimo del grupo, pero en caso de haber terminado empatado, hubiéramos quedado afuera. El triunfo agónico como local tuvo su cuota de infartante dramatismo -acentuado por una lluvia torrencial- por la inolvidable definición: gol del triunfo a cargo de Palermo en tiempo de descuento, seguido por un pelotazo en el travesaño argentino en la última jugada del partido. Fue una dura prueba para los corazones del sufrido pueblo futbolero nacional, complementada por el subsiguiente triunfo clasificatorio de visitantes ante Uruguay.

Maradona vincula ambos episodios para tender un paralelismo con lo sucedido hace un cuarto de siglo, y que terminó con la consagración mundialista ante la poderosa Alemania de Rumenigge.

Ojalá que acierte, pero ningún indicador invita a ser optimista, siquiera en forma moderada. La caricaturesca imagen de la escuadra albiceleste ante la pobre formación peruana (que terminaría última en la serie, tras marcar sólo 11 goles en 18 partidos) y los penosos desempeños ante Costa Rica y Jamaica pesan demasiado en la memoria.

Y, para colmo, la conducción (es una manera de decir) parece empeñada en dar señales negativas. Convocatorias masivas de jugadores, desde veteranos más cerca del retiro que de la alta competencia, hasta uno que convalecía por una fractura de tabique nasal; búsqueda y denuncia implacable de supuestos complots perversos (la acusación contra Valdano no se puede creer) a la mejor usanza K; polémicas mediáticas cotidianas; pero -sobre todo- la incapacidad para dotar de identidad y línea de juego a un equipo que muestra individualidades muy capaces, empezando por Messi.

Precisamente en la calidad de los jugadores, creo, radica la única esperanza de hacer un papel decoroso en Sudáfrica. Y esto, no sólo porque ellos son la esencia del juego, por encima del excesivo papel protagónico que se les da a los directores técnicos en la actualidad. Es posible o deseable que, ante los disparates de Maradona y su grupo de amigos/enemigos (nunca se sabe), algunos de ellos, los de mayor experiencia y roce (si es que los lleva...), puedan tomar la posta y orientar al equipo para evitar el desastre.

Yo descreo de una influencia profunda del entrenador en el fútbol actual desde el punto de vista técnico. Lo veo más como una suerte de gerente que maneja un grupo de trabajo compuesto, sobre todo en el nivel de selección, por gente con una autoestima individual importante y, por lo tanto, difícil de amalgamar. Quiero decir: me parece más complejo lograr que el conjunto se compenetre del objetivo grupal y mantenga el espíritu solidario y la entrega generosa, que parar bien a la línea de cuatro defensores o elegir entre jugar con "doble cinco" o un volante-tapón. Para que la "dinámica de lo impensado" a que aludía hace medio siglo Dante Panzeri fluya favorablemente, aprovechando las capacidades de los jugadores, ese gerente debe ser un buen "propiciador".

No parece ser este el caso. Así que, muchachos, será cuestión de ir templando el espíritu. Nacimos para sufrir...

1 comentario:

ars dijo...

Mirá, Mike. Por lo pronto he renunciado a ver los partidos de la función continuada de "los goles salvados de la desaparición. No falta demasiado para que renuncie a soportar lo que le pase al combinado nacional, sea que ganen o no. En algún momento uno se "llena", y no de gusto, precisamente.