viernes, mayo 16, 2008

De gestos y crispaciones


"Hay cuatro clases de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón (que nadie sabe cómo se ha desarrollado) y la Argentina (que nadie entiende por qué es subdesarrollado)". La frase, palabra más o menos, le ha sido adjudicada a Paul Samuelson y a Enrique Iglesias (al economista uruguayo, quiero decir, no al cantante español).

Quien haya sido, nos conocía bien...

No sé qué estará ocurriendo por estos días con la economía japonesa, pero creo que los argentinos tenemos algunas posibilidades de dar un nuevo motivo a quienes, desde el exterior, nos miran sin comprender. Con una coyuntura internacional favorable y los principales indicadores (al menos, aquellos en los que se puede creer) macroeconómicos mostrando valores satisfactorios, el "clima" de los negocios y el humor económico de la población en general están muy deteriorados. La confianza pública, esa entelequia que tanto cuesta construir y resulta tan fácil destruir, aparece ya muy debilitada. Entre tanto, el ministro de economía sólo sale a hablar para referirse a una cuestión policial, mientras el de justicia opina sobre economía.

Negar la inflación, arremeter con proyectos de obras públicas disparatados, convertir una divergencia en materia impositiva en un tenso conflicto social, son sin duda algunos de los elementos que han contribuido a este súbito enrarecimiento de la atmósfera. Hace cinco meses esta administración ganaba con comodidad la elección, y sin embargo hoy siente con perplejidad que se le hacen cuestionamientos de fondo. Esto evidencia que la sociedad percibe a la presidencia de Cristina Fernández como lo que es, la continuidad de la de su ex esposo. Y en ese contexto, muchos sectores de la comunidad expresan su hartazgo con un estilo de ejercer el poder, el mismo que se viene practicando con implacable rigor dese hace cinco años.

Si es cierto que Kirchner quiere ver a los ruralistas "postrados de rodillas", cabría preguntarse qué significa eso en términos prácticos. ¿Ese es el destino reservado a todo sector de la sociedad que discrepe con una medida de gobierno? ¿Ser objeto de descalificaciones, insultos e infundios? ¿Sólo eso? ¿O algo más, haciendo realidad las promesas de los D'Elía y los Depetri?

Quizá, como expresaba hoy el periodista Eduardo van der Kooy, los ruralistas hayan dejado pasar una oportunidad de descomprimir la situación después del discurso conciliador de la presidente. Pero tal vez esa actitud tenga su origen en otros discursos presidenciales con el mismo tono, que fueron seguidos de inmediato por los desplantes de Moreno y los malabares dialécticos del jefe de gabinete.

También es posible que la estrategia del "gesto crispado", a la que recurrieron tanto los antiguos aborígenes maoríes como el gobierno kirchnerista, esté sufriendo un desgaste irreversible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor Mastroscello: Estoy de acuerdo con algunos de los temas que usted plantea, y creo que uno de los grandes problemas que tiene Argentina, está relacionado con el funcionamiento de las instituciones. El conflicto del gobierno con el sector agropecuario demuestra varios puntos en esta línea. Fijemonos que, por ejemplo, únicamente la Cámara de Diputados puede proceder a la creación de impuestos, ya que en esa cámara está representado el pueblo. ¿Alguien escuchó grandes quejas sobre la inactividad del Parlamento, o, particularmente, la Cámara baja en la materia? Por otro lado, hay que considerar uno de los ejes del discurso del ¿ex? presidente Néstor Kirchner, y la ¿actual? presidente Cristina Fernández de Kirchner, que es el fortalecimiento del federalismo. Empero, vivimos en un federalismo utópico, ya que los recursos que se le extraen coactivamente al campo por medio de las retenciones, podrían ir, de no ser extraídos, a reactivar las economías de numerosas zonas del país, que, de acuerdo al actual esquema en extremo centralista y unitario, deben ir a mendigar a la Casa Rosada recursos. Como dicen algunos documentos de algunos economistas e intelectuales, todos los impuestos son medidas redistributivas, en cualquier sentido, sea para construir escuelas u hospitales, mantener infraestructura o pagar dineros en forma ilegal. La cuestión interesante es adónde irían destinados los recursos que hoy se pagan en impuestos y/o en retenciones de no extraerse, diría en una forma mafiosa. Quizás, y hasta podría ser lo más probable, si estos recursos los mantuvieran los productores en su libertad de acción, dejaríamos de pensar en "redistribuir" riquezas, porque pasaríamos al nivel superior de estar en un país que "crea" riqueza. Aquí estamos, precisamente, en otro gran problema, y es cómo se empieza a crear riqueza, porque esa sería la clave para salir del pozo. Plantear la redistribución equivale a concebir la riqueza como algo estático, como algo que ya está dado, y sólo hace falta cortar esa torta en pedazos iguales. Lo que no tienen en cuenta los gobernantes, es que la riqueza es algo que está en permanente evolución o involución, que hay más o hay menos de ella de acuerdo a la seguridad que da el país para que las personas creen mayor riqueza. Si la torta es cada vez más grande, mucha más gente saldrá de la pobreza. Si la preocupación es redistribuirla, va a llegar un momento en que no habrá más para repartir, porque, sencillamente, no se habrá creado más riqueza. Muchas gracias. Mario Casabona Guerra.