viernes, octubre 10, 2008

Canchero argentino


Ante la crisis financiera estadounidense, la reacción de nuestro gobierno -empezando por la Presidente- mostró el inocultable ADN argentino. Fue ni más ni menos que una canchereada.

Así, después de no poder disimular su ideologizado regocijo ante la situación, la Sra. de Kirchner no se privó de dictar cátedra de economía con el tono más altisonante posible. "El plan B lo tienen que hacer ustedes", fue una de sus frases-insignia, descerrajada en el Consejo de las Américas, que se sumó a aquella mítica definición del efecto jazz que habría sido pergeñada, según parece, en charlas con su antecesor y su entorno más íntimo en el lobby de un hotel neoyorquino.

Pero no fue sólo cosa del momento, ni un arrebato de raíz, digamos, emocional. Las declaraciones posteriores, tanto de la Presidente como de sus principales voceros ministeriales como son Massa, Randazzo y Fernández (el ministro de Justicia, que es el que habla de estos asuntos, no su homónimo y ultraparco colega de economía) demostraron que aquella postura canchera se basaba en la convicción de que ni siquiera una brisa desprendida del virulento tornado financiero llegaría a estas lejanas playas. Nuestro modelo, según las máximas autoridades, garantizaba el blindaje de la economía, o poco menos.

Sin embargo, el relato -como le gusta decir a la jefa del Estado- comenzó a diverger de la realidad a ojos vistas. Hasta que ayer, por primera vez, desde el máximo nivel político se reconoció que la crisis va a producir un impacto.

Ahora que las señales despertaron a las autoridades de su ensoñación autárquica, el foco oficial apunta a 2009: año electoral. Es decir, un año en que la caja (ese ídolo cuyo altar es el único ante el cual se arrodilla la pareja gobernante) no puede verse amenazada. Sin caja, el kirchnerismo no sabe hacer política, porque sus métodos son la compra o el disciplinamiento, en lugar de la negociación o las alianzas.

Con los precios de los commodities en baja y sin financiamiento externo (la iniciativa de pagar al Club de París para acceder a esa fuente pasó a ser inútil, porque financiamiento no va a haber), las herramientas de política fiscal se debilitan. Es cierto que hay un buen nivel de reservas, pero los pronósticos de todos los analistas acerca del comportamiento de la economía real no son optimistas. En caso que tengan razón, ello va a tener un efecto negativo sobre la recaudación tributaria. Y si se mira la cuenta consolidada del Estado nacional y los provinciales, el pesimismo no puede menos que aumentar.

El problema es que no parece haber siquiera un plan C. Hay, sí, iniciativas aisladas aún difusas, como la que apunta a lograr la repatriación de capitales. Que en el sector privado hay preocupación lo demuestra el encuentro que algunos caciques industriales argentinos tuvieron con sus pares (es una manera de decir) brasileños. Pero la sensación presente es que el gobierno pasó de la sonrisa canchera a la mueca de pánico con mucha rapidez. Esperemos que en lugar de recurrir al viejo y gastado recurso retórico de la campaña antiargentina, logre retomar muy pronto el equilibrio y empiece a actuar, en un contexto internacional donde la calma parece haber caído en el mismo abismo que devoró al Lehman Brothers.

(La imagen es de Isidoro Cañones, personaje de historieta creado por el dibujante Dante Quinterno que representó a la perfección al tristemente célebre canchero porteño.)

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