viernes, octubre 31, 2008

Operación Traviata, bonus track


En el Epílogo de su libro sobre el asesinato de Rucci, Ceferino Reato aclara que no adhiere a la llamada teoría de los dos demonios, la cual asigna responsabilidades compartidas por los trágicos sucesos de los años setenta a militares y guerrilleros. El argumento es conocido y plausible: la barbarie perpetrada por la dictadura utilizando recursos del Estado no es comparable con nada.

Sin embargo, la propia lectura de su obra induce a pensar el asunto desde otra óptica. En efecto, tal como ellos mismos se encargaron de afirmarlo en innumerables oportunidades (y Reato da cuenta de ello), los montoneros perseguían la toma del poder para llevar a la práctica una política similar a la que se estaba instrumentando en Cuba. Para alcanzar ese objetivo, esgrimían la lucha armada como un elemento central, siguiendo el ideario plasmado por su admirado Ché Guevara cuando en 1967 resumió su concepción de la justicia con estas contundentes frases: "El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”.

No hay motivos para creer que, una vez en el poder, aquellos jóvenes idealistas (en el sentido guevariano del término) habrían cambiado de metodología. Por el contrario, y ya que -al igual que a sus enemigos militares- las vidas y las libertades de los demás nada les importaban, se infiere que habrían seguido avanzando en su propósito de eliminar a sus opositores, valiéndose (con efectividad, frialdad y odio intransigente al enemigo) de los medios del Estado.

Es esta última una afirmación incomprobable. Pero estoy convencido de que fueron dos los demonios que nos sumieron en el infierno de aquellos terribles años.

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