viernes, enero 08, 2010

"Es una decisión que no me gustó tomar"


El sainete que tiene como protagonista al recién removido Martín Redrado admite varias miradas.

Una: el gobierno disponía, hasta el 10 de diciembre pasado, de una conformación favorable del Congreso, que de hecho aplicó para sancionar una serie de leyes que le interesaban (como la de medios). ¿Por qué no usó esa mayoría automática para dar el manotazo a las reservas del BCRA? Ya había hecho algo similar con los fondos del sistema jubilatorio de capitalización, así que está descartado un supuesto pudor formal. Es evidente que la medida, no obstante su trascendencia e implicancias, no fue producto de análisis alguno, sino que respondió a las ya clásicas impronta espasmódica y cortedad de miras de Kirchner, el supremo e inapelable diseñador de la política económica del gobierno de su esposa.

Otra: se trata de una nueva manifestación del viejo argumento de las "soluciones políticas" a cuestiones complejas. Como aquellas "tarifas políticas" de las empresas públicas que desembocaron en el quebranto del Estado a fines de los ochentas, cuya versión actual es la política de subsidios cruzados ejecutada por De Vido, Jaime y sus colaboradores. "La política" puede reemplazar tanto a las leyes de la economía como a las estadísticas y a los mecanismos institucionales. En este caso, es un atajo perfecto para evitar las molestias de los procedimientos previstos en las leyes, incluida la Constitución. Uno de los miembros de la fuerza de choque que salió este miércoles a confrontar con los empleados del Banco Central que manifestaban en la puerta de la institución su apoyo al funcionario jaqueado, vociferaba la consigna que le habían dictado sus obvios mandantes: "El pueblo votó a Cristina Fernández de Kirchner. A Redrado no lo votó nadie". Es decir: "la política" está por encima del sistema republicano. Con ese criterio, se comprende que hace poco el Jefe de Gabinete haya intepretado una decisión de la Justicia, atreviéndose no sólo a no aplicarla, sino a reconocer y defender su accionar públicamente. En cualquier momento el oficialismo se sentirá habilitado por el voto popular a desconocer a la Suprema Corte de Justicia, cuyos miembros, se sabe, no acceden a esos cargos mediante elecciones...

Una más; ya lanzado, el gobierno no tiene freno. Desbocado, y tal como ocurrió en la disputa con el campo de 2008, ante cada contratiempo redoblará la apuesta. ¿Qué seguirá al decreto por el cual la Presidenta concretó la decisión que no le gustó tomar, removiendo a Redrado? Creo que es una buena pregunta, cuando parece que el afectado va a recurrir a la Justicia.

La última, y anecdótica: Duhalde suele reconocer que él "puso al loco", aludiendo a su decisión de impulsar a Kirchner, su actual enemigo, como candidato presidencial. Pero este último ha evidenciado ser un buen alumno suyo. En efecto, nadie más que Kirchner eligió a los dos máximos enemigos (en la visión oficialista) de este gobierno: Cobos y Redrado. ¿Habrán tomado nota de esto los funcionarios que aún forman parte del elenco?

(La imagen, de otros tiempos aunque no muy lejanos, pertenece a Crítica Digital)

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