lunes, enero 25, 2010

Menazame...

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El bochornoso sainete que coprotagonizan el oficialismo kirchnerista (estrella principal de esta obra), Martín Redrado y los líderes de la oposición nos ofrece cada día un episodio nuevo.

Ahora, el golden-boy ha prometido contraatacar, advirtiendo que puede revelar los nombres de los "amigos del poder" que han comprado dólares.

Es una típica reacción de los políticos peronistas: blandir la amenaza de sacar a la luz el esqueleto que -presumen- el enemigo político (no olvidar que ellos no tiene adversarios) preferiría mantener oculto en un recóndito armario. Cosa que rara vez termina concretándose, dicho sea de paso.

Sin embargo, y como suele suceder con quienes tienen algo que temer, la amenaza ha surtido efecto, provocando una respuesta del jefe de gabinete que, si se la piensa un poco, tiene un tinte insólito.

En efecto, Aníbal Fernández le ha pedido a Redrado que haga la denuncia porque, de lo contrario, el gobierno hará una en su contra por encubridor.

¿A qué tipo de denuncia se referirá el locuaz funcionario? Porque en nuestro país, la compraventa de moneda extranjera no es, en principio, un delito. De hecho, el mismísimo jefe político de Fernández no ha tenido ningún problema por incluir sustanciosos activos en dólares en la declaración del patrimonio que año tras año ha venido construyendo laboriosa y eficazmente con su esposa, según lo ha comprobado hace poco el juez Oyarbide.

Entonces, mal podría Redrado, en caso de no concretar su amenaza, quedar incurso en la figura del encubridor. A lo sumo se le podría acusar de callar acerca de conductas que representarían nada más que una flagrante contradicción entre el discurso y la acción de ciertos nac&pop, pero, bueno: eso es política, argumentaría cualquiera de ellos.

Salvo que la revelación de Redrado conduzca a otro terreno, como sería el de la incongruencia entre patrimonios declarados y operaciones de compras de dólares por parte de esos "amigos del poder". En cuyo caso, huelga decirlo, la AFIP entraría en acción con rapidez similar a la demostrada al rodear y allanar el año pasado el edificio del grupo Clarín.

En fín, habrá que estar alerta a lo que revele el periodismo comprometido.

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