lunes, febrero 22, 2010

Desarrollo, moneda e inflación (digresiones sobre)

En una nota publicada en la revista "Noticias" durante el pasado fin de semana, el economista heterodoxo y diputado nacional por el Proyecto Sur, Claudio Lozano, expresa una alternativa para el desarrollo con respecto al controvertido tema de las reservas del Banco Central.

Por empezar, tengo mis dudas sobre si, como sostiene el articulista, hay tanto antagonismo entre el oficialismo y los principales sectores de la oposición (UCR, peronistas disidentes, PRO, Coalición Cívica) en torno a dicho asunto. En lugar de ello, me parece ver una posición políticamente correcta (dados los neokeynesianos tiempos que corren) del arco opositor, limitándose a plantear -más allá de las justificadas objeciones al decreto de necesidad y urgencia, que no tenía ni una cosa ni la otra- que el kirchnerismo no debe concretar ahora tal propósito por sus manifiestas ineptitudes en materia económica (la velocidad a la que se ha desgastado la figura del carilindo Amado Boudou es increíble). Pero no hubo declaraciones de sus máximos dirigentes que apuntaran a cuestionar el fondo de la idea.

Lozano, a su turno, la emprende por un lado contra el fracaso del gobierno en el "replanteo de la relación con los agentes económicos más concentrados y transnacionalizados y en el plano del financiamiento estatal" y, por el otro, contra la supuesta "propuesta más ortodoxa" del eje opositor, al que ve empeñado en sostener "la lógica de acumulación de reservas como modo de respaldar los agregados monetarios y la estabilidad de la moneda a costa de profundizar el ajuste del gasto público". Para decirlo en pocas palabras, elabora un diagnóstico en el que mezcla dosis de marxismo poco diluído y nacionalismo avinagrado.

Como alternativa, sostiene que las reservas deben servir no para pagar deuda y acceder así a financiamiento en los mercados de capitales (ese sería el motivo de su supuesta divergencia con el gobierno), ni para respaldar la moneda (imperdonable pecado liberal en el que incurrirían los opositores) sino para resolver la cuestión productiva ante la fuga de capitales y la avaricia de "los sectores concentrados" que sólo invierten de manera vegetativa (???). Y lanza su propuesta de crear un nuevo actor capaz de incidir en el proceso de inversión: el área de la economía pública y social, que define como el conjunto integrado por las pymes (parece que los patrones capitalistas, si son relativamente pequeños, no resultan tan malos), la economía popular (léase: "empresas recuperadas" y organizaciones piqueteras que viven del subsidio estatal) y -por supuesto- el Estado (¡chan!). O sea que el supuesto nuevo actor no es nuevo, sino que volvería al escenario con renovados bríos.

Dice el autor algo más, como para eliminar toda posibilidad de cuestionamiento: que la única alternativa a este plan sería profundizar el ajuste fiscal. Sí, amigo lector, entendió bien: según Claudio Lozano, el fisco argentino estaría produciendo un ajuste, así que si ud. creyó que las cifras del desbocado aumento del gasto estatal y el incremento galopante de la deuda pública (reconocido por el propio autor treinta líneas antes) de estos años implicaban todo lo contrario, lamento informarle que estaba equivocado.

La reaparición del Estado en el rol de agente económico haciendo las veces de empresario es planteada de tal modo, sin hacer la más mínima alusión no sólo a las nefastas experiencias en la materia que abundan en nuestra historia económica, sino a las consecuencias que estas medidas tendrían sobre la política monetaria y el nivel de precios en una coyuntura con crecientes expectativas inflacionarias (en la que se reproducen de alguna forma las condiciones descriptas hace cinco años en el trabajo que puede verse aquí) ni -mucho menos- acerca de cómo influiría ello en la política fiscal si reapareciera el efecto Olivera-Tanzi, por ejemplo. Se trata de otro de los planteos plagados de simplismo voluntarista a que nos tienen acostumbrados los miembros de la corriente que orienta Fernando "Pino" Solanas, admirador y eventual aliado de Hugo Chávez.


Hugo cumple, Pino dignifica. Patria o muerte.

Resulta curioso que Pino y Lozano hayan captado con ese discurso ultra-estatista una porción significativa del electorado porteño, el mismo que suele manifestarse con mucho ruido -cacerolas en mano- contra "todos" los políticos. En fin, alguna vez esa gente deberá resolver tan flagrante contradicción, pero no nos ocuparemos de ello aquí.

Entre tanto, la inflación -como lo señala con acierto Eduardo Fracchia- ya se ha convertido en un componente crónico del modelo productivo. Es cierto que la coyuntura vuelve a ser favorable para el país, puesto que se espera una muy buena exportación de soja (por cantidad y precio). Sin embargo, el gobierno parece incapaz de superar sus carencias en materia estratégica y su falta de comprensión del contexto económico y político ("no perdimos"), de modo que es de suponer que Kirchner reaccionará "a lo Kirchner", apretando el acelerador aunque todos los carteles señalen que se está acercando al abismo.

Despintado y sin poder alguno Boudou, las miradas se posan ahora en Mercedes Marcó del Pont, que llegó al BCRA tras, dicen sus amigos, una buena gestión en el Banco Nación. Quienes la conocen sostienen además que es una funcionaria honesta y capaz. No hay por qué dudarlo, aunque el uso conjunto de esos dos calificativos, en el contexto del oficialismo, se parece demasiado a un oxímoron.

Si alguien cree que estas apreciaciones son demasiado pesimistas, mejor que tenga en cuenta lo que -según informa el diario El Cronista- dijo la semana pasada el futuro ministro uruguayo de economía, Fernando Lorenzo: "Vamos a leer los diarios argentinos todos los días y haremos justo lo contrario de lo que hace Kirchner".

2 comentarios:

ars dijo...

Me parece que lo más sensato es hacerle caso al Sr. Fernando Lorenzo. Luego, lo de Lozano no resiste el menor análisis. Por lo pronto sugiero que se rocorra su "trayectoria política".

il postino dijo...

Dudá de la capacidad de Marcó del Pont. Es del montón, no tarada como Felisa, pero del montón. No tiene nivel intelectual ni académico para ser presidenta del Central (ni de ningún banco privado mediano). Pero en este país la mediocridad prolija pasa por talento....