martes, octubre 21, 2008

La contrarreforma


El gobierno nacional va a anunciar una suerte de contrarreforma a las jubilaciones, traspasando los fondos del sistema de capitalización -manejado por las AFJPs- al de reparto en manos del Estado.

Es evidente que el gobierno consideró al momento actual como políticamente propicio, ya que urbi et orbi y a caballo de la crisis financiera, justificado o no, florece el discurso pro intervención estatal.

La cosa se asemeja mucho -al menos, por lo que se sabe hasta ahora- a una nueva confiscación de ahorros (los aportes de los afiliados a las AFJPs) por parte de un Estado voraz e insaciable. Uno puede inferir esto porque la decisión no parece ser producto genuino de una postura política (me resisto a llamarla ideológica, pero si Ud. quiere, hágalo), ya que si así fuera, esta administración pudo haberla tomado en cualquier momento del período de cinco años y medio que ya lleva en el gobierno. Por cierto, la verborragia anti-noventas que previsiblemente ahora le va a servir para argumentar en favor de esta medida, nunca fue un recurso al que el kirchnerismo dudara en recurrir. Tampoco le faltaron los apoyos de Moyano, los industriales de la UIA y las Madres/Abuelas que con seguridad hoy estarán en la tribuna oficialista.

Haciendo un poco de memoria, uno piensa en las condiciones deplorables en que se encontraba el sistema de reparto cuando se produjo la reforma de 1994. En aquel momento, yo creía que la nueva propuesta podía funcionar siempre y cuando el gobierno no encontrara la forma de meter mano en el sistema, como había ocurrido tantas veces en nuestra historia. Después, vino el Cavallo de 2001 para obligar a las Administradoras a invertir en papeles poco confiables, y ahora ocurre esto.

El blog del Abuelo nos recuerda las lindezas del sistema pre-reforma, como el 82% de los jubilados cobrando "la mínima", las inequidades presentes e intergeneracionales y los engaños vía subdeclaración de aportes. El de Lucas Llach propone una alternativa interesante y da ideas sobre cómo "moderar el atraco".

Entre tanto, no es posible perder de vista que con esta contrarreforma, el gobierno incorporará una nueva fuente de ingresos, con la promesa de brindar a los beneficiarios (de alguna manera hay que llamarlos) futuros unos haberes dignos. Es una apuesta fuerte, en un país en que el Estado también promete que a cambio de los impuestos y aportes que percibe dará seguridad, educación y salud universales, no obstante lo cual los ricos optan por vigiladores, colegios y clínicas privadas, mientras el resto de la población (incluidos, claro, los pobres) no tiene más remedio que contentarse con los deteriorados -eso sí, gratuitos- servicios estatales. O con nada.

Esperemos que no pase algo similar con las jubilaciones. Pero vuelvo a pensar en el estrepitoso fracaso en que, a todas luces, había caído el sistema de reparto quince años atrás, miro el presente y me acuerdo de la amarga frase tanguera: "Ya gastamos las balas, y el fusil".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mike: Como es costumbre en vos, perfecta puesta en escena del tema. Hay un detalle que sugiero revisar: "los servicios gratuitos" que supuestamente presta el Estado. Acá disiento. Para mí no sólo no lo son, sino que me parecen carísimos... Y bien que los pagamos todos, tanto que no alcanza con los impuestos, razón por la cual nos saquean los ahorros. Y esto no es de ahora, como sabemos muy bien los que peinamos algunas canas (o luzacamos eróticas peladas... sin ofender).

Mastrocuervo dijo...

Frankye:

Por supuesto que la gratuidad de los servicios públicos es una entelequia, quizá debí entrecomillar la palabra.

En cuanto al mordaz comentario sobre las peladas, no me preocupa, ya que -como puede verse en mi foto adjunta- acostumbro a cubrir mi testa con un gorro de piel de guanaco...