martes, abril 14, 2009

Bebiendo su propia (y amarga) medicina


La crisis fiscal continúa enrareciendo la atmósfera política y social en Tierra del Fuego. De hecho, los paros, las asambleas y los "quites de colaboración" brotan en casi todos los ámbitos del Estado: las escuelas, los hospitales, las oficinas del Registro Civil, la empresa de obras sanitarias, etc. La semana pasada el gobierno se retrasó en el pago de sueldos -pese a que había fondos disponibles- debido a que el personal del ministerio de economía había "retenido tareas".

El escenario es paradojal: un gobierno cuya base política estaba constituida por los empleados públicos, aparece a poco más de un año de gestión, jaqueado por los gremios estatales.

La gravedad del cuadro impulsó a los principales referentes del gobierno (senadores y diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales) a dirigir este lunes una "carta abierta" a la ciudadanía. Trazaron allí un paralelo entre la actual situación provincial y los trece paros afrontados por el gobierno de Alfonsín, que resumieron en el título del documento: "No vaya a ser que algunos nos expliquen después que no se daban cuenta".

El nudo argumental es que la valentía del gobierno para empezar un "proceso de distribución" (sic) distinto, ha encontrado como respuesta un grado de conflictividad de algunos sectores (eufemismo por los sindicatos estatales) desproporcionado. Y aunque se admiten errores, se afirma que estos podrían "ser comprendidos si se advirtieran las circunstancias". O sea, que no son errores...

El texto termina preguntando por las causas de la dura reacción sindical, para concluir que hay detrás de ellas una intencionalidad politica. Y afirman: "No decimos que esto sea inválido ni disvalioso ni ilegal. Pero entonces conviene preguntarse para quién acumulan". En otras palabras, la actitud de la dirigencia aludida no es cuestionable porque utilice el conflicto gremial con fines politicos, sino por llevar agua para el molino de quienes no coinciden con el gobierno, que en tanto opositores son -sin distinciones- los enemigos del pueblo.

Saben de qué están hablando. Quiero decir: cuando varios de los actuales funcionarios (al menos, un senador, uno de los diputados nacionales, un legislador provincial, una ministro y un secretario ministerial) revistaban como dirigentes o asesores de ATE, el SUTEF o la Asociación de Profesionales del hospital, hicieron de la intransigencia y la hostilidad permanente sus herramientas preferidas. Claro, entonces ello se justificaba por su autoproclamado carácter de únicos defensores del campo popular.

Otra vez me acuerdo del Nano: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".

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