lunes, junio 14, 2010

Indias blancas


Juro que puse lo mejor de mí. Allá por la página doce ó quince estuve a punto de abandonarlo, pero seguí. En la cincuenta y pico me volvió a pasar, y sin embargo continué. Ayer, a duras penas, dejando jirones de piel,  llegué a la 171 y se me ocurrió ver el número de la última: era el 444.  Decidí que era demasiado.

El libro cuenta una historia de amores trágicos, malones indígenas, mujeres cautivas, familias de falsa prosapia y curas heroicos, ambientada en la Argentina de 1870. Lo hace con lentitud exasperante, en un estilo romanticón y con un lenguaje que pretende ser refinado pero resulta cursi. Ergo, el volumen fue a parar a un estante lejano de la biblioteca hasta que pueda devolverlo. Ahora tendré que juntar coraje para mentirle que me gustó (tratando de pasar con rapidez a otro tema) al amigo que me lo prestó con su efusiva recomendación. Lo aprecio mucho y no quisiera herir su sensibilidad...

Dudo que vuelva a leer (o a intentar leer) algo de su autora, al menos en los próximos tiempos.

En fin, no te puede gustar todo lo que leés. Este ha sido un caso.

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