viernes, abril 25, 2008

Fernández III



¿Qué razones puede tener un economista argentino para aceptar el cargo de ministro?

Dejando de lado tanto las románticas o ingenuas (interés en brindar un servicio al país, patriotismo o algo así) como las inconfesables, se me ocurre que en la mayoría de los casos será por ambiciones políticas. Un buen ejemplo podría ser el de Lavagna, que desde el Palacio de Hacienda se proyectó a una candidatura presidencial.

Otro motivo puede ser la búsqueda de un incremento en el prestigio profesional, que le permita luego desempeñarse con ventaja en el ámbito privado.

Quizá exista también un componente más etéreo, algo así como el impulso a afrontar un desafío, en el que se mezclaría el espíritu aventurero con una autoestima bastante elevada.

Es posible que en torno a esto estén rondando ahora los pensamientos de Martín Lousteau, quien anoche renunció al cargo. Si al asumir buscaba alguno de los objetivos apuntados, es evidente que no lo alcanzó.

Su reemplazante, el tercer Fernández del gabinete de Fernández, no es un "desconocido" ni carece de seriedad, como pretende Joaquín Morales Solá en una nota periodística. Egresado de la Universidad de La Plata, se le reconoce una sólida trayectoria como funcionario nacional en el área de las finanzas públicas. Este es, precisamente, el punto que justifica su designación: sus fortalezas están en el campo de la política fiscal, en particular en materia presupuestaria e impositiva.

Ese es el perfil suficiente para ejercer el cargo en esta etapa de la era kirchnerista, en que las decisiones de fondo en la materia las toma el jefe de la unidad básica sita en la populosa barriada porteña de Puerto Madero. Bastará con que el ministro monitoree con prolijidad las cuentas públicas cada mañana para que tenga garantizada la continuidad, al menos mientras los números no se vayan de cauce. El tiempo nos dirá si como consecuencia de su desempeño habrá de satisfacer alguna de las motivaciones que mencioné al principio.

Es curioso que este cambio ministerial en un gobierno que se caracteriza por no hacerlos, se produzca justo en un área donde el discurso oficial sostiene que las cosas marchan muy bien. O que el promedio de duración en el puesto, contando desde el inicio de la gestión de Néstor Kirchner, sea de un año.

La situación puede ponerse entretenida en los próximos meses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En la cancha se verá el nuevo pingüi K. CF, (que no es Cristina F sino Carlos F) ya cumplía con los deberes durante la presidencia del Dr. K, (o ésta sigue siendo la misma presidencia?) cuando le pasaba los números de la recaudación día por día para que el habitante del populoso barrio de Puerto Madero los anotara en su cuaderno Rivadavia espiralado.
Creo que es necesario un sinceramiento urgente de todas las partes porque ya perdimos la cuota Hilton y si no se siembra trigo en Mayo nos la vamos a ver feas en Enero 2009.